Evita: del oro al barro, una vida de reina en 60 imágenes históricas
Del radioteatro al éxito cinematográfico; de besar actores a besar el anillo del Papa; del amor a Perón hasta la vida por Perón; de la belleza al deterioro... De una vida entre uniformados a ser mancillada por los militares... Así fueron los increíbles 33 años de "esa mujer" llena de vida y ambiciones, tan amada y odiada en todos los rincones de la patria.
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Eva Duarte de Perón nació en Los Toldos o tal vez en Junín y murió el 26 de julio de 1952, hace 70 años. Sobre eso no hay ninguna duda.
Evita, la"abanderada de los humildes", la "madre espiritual de los argentinos", fue tan amada como odiada por diversos sectores y diferentes clases sociales. Su aspiración de siempre había sido ser actriz, pero un desastre natural despertó en ella otra cuerda sensible: la solidaridad.
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Su gran amor, su único marido, fue un militar y ella hizo junto a él lo que nadie había hecho hasta entonces: movilizar a un pueblo entero para que lo liberaran de prisión, acompañarlo en cada kilómetro recorrido en su campaña presidencial, sostenerlo en su misión de Robin Hood de la política. Juan Domingo Perónconsolidó la actividad gremial argentina y Eva Duarte, el Estado asistencialista.
Eva Duarte de Perón fue también "esa mujer" que peleó durante años por el voto femenino, la misma que consiguió la patria potestad compartida.
En La razón de mi vida Eva Duarte escribió: “Siendo una chiquilla, siempre deseaba declamar. Era como si quisiese decir siempre algo a los demás, algo grande, que yo sentía en lo más hondo de mi corazón”.
Nunca tuvo ni tendrá el mausoleo de Napoleón en Les invalides,el mismo que soñó para su inmortalidad. Sin embargo, hay muchos motivos para recordar sus 33 años de vida, su muerte triste, la vergüenza de la vejación y el peregrinaje interminable de su cadáver. Y una de las mejores maneras de hacerlo es a través de imágenes de valor histórico, algunas inéditas y otras memorables, hermosas. Todo lo que ella tenía que decir lo dejó escrito en sus dos volúmenes, además de La razón de mi vida, Mi mensaje. Al fin descansa en paz junto a sus hermanas, en una bóveda familiar.
Cuando llegó a Buenos Aires, a los 15 años, la madre la llevó a Radio Nacional. Preparaban una audición en homenaje a la ciudad de Bolívar y lo primero que dijo frente a un micrófono fue el poema ¿Adónde van los muertos?, de Amado Nervo. Según palabras de su propia hermana Erminda, “el director de Radio Nacional, que entonces era Pablo Osvaldo Valle, que te había oído, pidió que te condujeran a su presencia. Entraste en su despacho acompañada por mamá. Instantes después firmabas tu primer pequeño contrato”. Durante los primeros años en Buenos Aires, Eva Duarte se hospedó en la casa de Isidoro Bustamante, amigo de la familia.
Durante 1935 y 1936 realizó varias giras teatrales por el interior de Argentina con la compañía de José Franco, hasta que Eva quedó envuelta en una presunta infidelidad con el director –casado- la alejó del grupo.
En 1938, Eva Duarte debutó en Radio Belgrano con Oro Blanco, un texto que había escrito un amigo de Agustín Magaldi, Ferradás Campos.
Comenzó buscando trabajo en teatro y con la compañía de Prieto hizo giras por el país. Trabajó en varias emisoras porteñas, las Radios Mitre, Prieto, Argentina y El Mundo, en donde le dio gran popularidad la serie Grandes mujeres de todos los tiempos. Esa experiencia le dio un enormebackground para sus discursos políticos.
Su hermano Juan Duarte trabajaba en la empresa de Jabones Radical (vaya ironía) y consiguió que su hermana protagonizara un spot publicitario de esa compañía en Radio Belgrano. Jabones Radical también auspició un radioteatro y eligieron a Eva para protagonizarlo junto a Pascual Pelliciotta. A partir de ahí, 1940, se sucedieron sus éxitos.
La popularidad le llegó con la publicidad de diversos productos (certámenes deportivos, por ejemplo) y sus fotos comenzaron a publicarse en las revistas.
El protagónico en un radioteatro de la emisora Belgrano le abrió luego las puertas de Radio Mitre con Los Jazmines de los Ochenta, un edulcorado romance. “Están también junto a Evita su compañera del cuarto de pensión: Ada Pampín, y su entrañable amigo Marcos Zucker. Y aunque fue un radioteatro más en medio del dial, el micrófono le reportó a Evita las mayores satisfacciones, tanto espirituales, como materiales, logrando al fin el tan buscado reconocimiento del público”, resume el blog coleccionesteatrales.
El éxito en Radio Mitre le valió a Eva Duarte varias coberturas en las revistas de época: Radiolandia, Sintonía y Antena. El público comenzó a seguir su voz y la presencia en los medios le permitió saltar al cine.
Su primera participación como actriz de cine la logró por haber ganado un concurso de la revista Sintonía: era un papelito de novia de un boxeador (Pedro Quartucci) en ¡Segundos Afuera! ( 1937).
Nilda Argentina Quartucci, presunta hija de Eva Duarte y Pedro Quartucci, nació el 26 de octubre de 1940, en el Hospital Ramos Mejía. La esposa de Quartucci, su madre adoptiva, le confesó por escrito que su madre biológica era Evita y que ella había sido el fruto prohibido de una aventura extramatrimonial. Quartucci llevó a la beba a su casa y la inscribieron como adoptada. La familia Duarte nunca aceptó realizar la prueba de filiación que Nilda les solicitó.
El primer papelimportante de Eva Duarte -con contrato- fue en La Carga de los Valientes (Adelqui Migliar -o Millar-), 1940), una película de época que produjo el estudio Pampa Films. Interpretaba a una posadera que se enamoraba de un militar (mmm… otro rol predictivo), interpretado por Santiago Arrieta.
Eva Duarte en La carga de los valientes.
Eva Duarte no era una actriz del montón. En 1943 el ciclo radial Biografías de Mujeres Ilustres fue pensado para ella. En 1944 consiguió un papel importante en el cine con La cabalgata del circo, con Libertad Lamarque y Hugo del Carril; pero se llevó "a las patadas" (literal) con la mujer del tango. Cuando Eva Perón se convirtió en la primera dama de la Nación, Lamarque se fue a vivir a México, porque se sentía "en la lista negra".
El beso de Eva Duarte que Juan Domingo Perón quiso borrar de la historia del cine. Fue en La pródiga (1945), el primer y único protagónico de Eva Duarte. La actriz renunció a su trabajo para seguir a Perón y el militar, ya en plena carrera presidencial, prohibió que la película se estrenara y mandó destruir todas las copias y los negativos. De todos modos, alguien escondió una copia en Montevideo, que en 1984 permitió un demorado estreno en Argentina.
Este era uno de los retratos preferidos de Eva Duarte. Se lo había tomado Anne Marie Heinrich, en 1944. La actriz lo exhibía en el comedor del del departamento de la calle Posadas que, cuando conoció a Perón, en enero de ese mismo año, compartió con él.
El Golpe de 1943 destituyó al presidente Ramón Castillo poniendo fin a la “Década Infame”. El general Pedro Pablo Ramírez asumió la presidencia y designó a Juan Domingo Perón en el Departamento Nacional de Trabajo. Al mes, ese departamento se transformó en la Secretaría de Trabajo y Previsión.
La Secretaría de Trabajo y Previsión coordinó la solidaridad nacional para ayudar a los damnificados de San Juan: un sismo había destruido la ciudad y dejado sin vida a 10.000 personas. Para recaudar fondos, el 22 de enero de 1944, se hizo un festival artístico en el Luna Park. Eva Duarte, que ya era conocida, fue una de las invitadas. Al mes, Eva y Perón vivían juntos.
Cuando el General Ramírez renunció a la presidencia de la Nación, lo reemplazó el General Edelmiro Farrell, que asumió con Perón en el cargo de vicepresidente de la Nación, pero sin que éste perdiera la cartera de Trabajo y Previsión ni el Ministerio de Guerra con el permiso de mantener su cargo en la Secretaría de Trabajo y Previsión y en el ministerio de Guerra.
Las esposas de los dirigentes de la época no miraban bien a Evita, un poco por su pasado de actriz y otro tanto, por su origen extramatrimonial y su afinidad con los trabajadores y el sindicalismo.
El 13 de octubre de 1945 un sector de la cúpula militar destituyó a Perón y lo confinó en la Isla Martín García. Fueron solo cuatro días en vilo, pero suficientes para que Eva pudiera demostar su llegada con los sindicalistas y trabajadores que enseguida se organizaron para reclamar la liberación del funcionario que los había tenido en cuenta en varias de sus políticas de gobierno.
Desde su reclusión en la Isla Martín García, Perón escribió dos cartas a Eva Duarte: “Hoy he escrito a Farrell pidiéndole acelere mi retiro: en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos”. Fue liberado el 17 y la multitud no abandonó la Plaza de Mayo hasta que Perón se asomó al balcón junto a Eva Duarte. Se casaron cinco díasdespués, el 22 de octubre, por civil.
“La semana de octubre de 1945 es un paisaje de muchas sombras y de muchas luces. Será mejor que no nos acerquemos demasiado a él y que más bien lo veamos otra vez, desde más lejos. Esto no me impide sin embargo decir con absoluta franqueza, y como anticipo de cuanto alguna vez he de escribir en detalle, que la luz vino únicamente desde el pueblo”.
En la foto, Eva y Perón se asoman desde las ventanillas del tren con el que recorrieron el interior, en el marco de la primera campaña presidencial para las elecciones del 24 de febrero de 1946.
De inmediato, Evita demostró su buena madera para la política. El 8 de febrero fue sola a un encuentro de mujeres obreras que se convocaron en el Luna Park para apoyar la fórmula Perón-Quijano. Perón estaba difónico y Eva fue sola. Allí dio su primer discurso. El “Queremos a Perón” no la hizo retroceder.
Ya marido y mujer, y nuevamente en el gobierno, Evita se instaló en el cuarto piso del palacio de Correos y Telecomunicaciones. Allí comenzó a recibir a los obreros que iban a pedirle que intervenga para tener mejor situación laboral o que solucione sus problemas.
El 25 de julio de 1945, Evita dio un mensaje a las mujeres anunciándoles nuevas medidas gubernamentales para combatir la especulación monetaria que las perjudicaba. Vistió fábricas y recorrió barrios pobres. Ya no pedían por Perón y comenzaron a ovacionarla llamándola “¡Evita!”
El alud de reclamos de los humildes y los obreros fue tal que, el 24 de septiembre de 1945 Evitatransformó el viejodespacho de Perónen la Secretaría de Trabajo y Previsión, en una oficina donde recibir a la gente, a veces hasta las 10 de la noche. Los jueves los dedicaba a recorrer las obras en marcha en la provincia de Buenos Aires.
Evita era incansable. Así describió una de sus jornadas de trabajo el periódico Democracia: “Comienza a la mañana muy temprano en su despacho de Trabajo y Previsión y se prolonga en su primera parte hasta las 16 hs. A las 17 hs, está de vuelta y prosigue su inacabable tarea hasta la madrugada, sin más que unos paréntesis. Uno es hacia las 20.30 hs para asistir, junto al General Perón, en el recinto de sesiones del ministerio, al acto de la firma del convenio de trabajo que beneficia al gremio de la industria de la alimentación. Otro es hacia las 23 hs., para hacerse presente en el homenaje que los ferroviarios rinden a uno de sus dirigentes designado para integrar el nuevo directorio de los ferrocarriles nacionales. De allí se traslada al Parque Retiro, donde hace acto de presencia, fervorosamente aclamada por los trabajadores, en el banquete que reúne a los obreros de la industria de aguas y gaseosas. De vuelta en Trabajo y Previsión, todavía preside en el Salón de Sesiones un acto de los trabajadores de la industria aceitera”, tal como se describía el viernes 19 de mayo de 1950.
Cuando ya estaba enferma, le aconsejaban disminuir su ritmo de trabajo, pero Evita siempre respondía lo mismo: “No tengo tiempo, tengo mucho que hacer.”
Evita entregó subsidios para construir Policlínicos que atendieran a obreros de varios gremios: textiles, curtidores, del vidrio, YPF, etc. Para implementar su política de “subsidios directos”, el viejo despacho que heredó de su esposo se jerarquizó como la Dirección General de Asistencia y Previsión Social. Así legitimado, entregó grandes sumas de efectivo a varios funcionarios para que los distribuyeran a diestra y siniestra a más de 500 familias sin recursos; además de ropa, comida, muebles, remedios.
El 26 de octubre de 1946 viajó a Córdoba para inaugurar dos policlínicos para los ferroviarios. Hizo lo mismo el 30 de noviembre, pero hacia Tucumán. Fue a recibirla tanta gente que las estructuras colapsaron y hubo varias víctimasen el tumulto.
Desde la Dirección General de Asistencia y Previsión Social, desarrolló un plan de turismo infantil para que los hijos de los trabajadores conocieran las sierras de Córdoba, a partir del 6 de enero de 1947.
Fue en persona al Bañado de Flores, en Villa Soldati y ordenó que sanearan el lugar y construyeran viviendas. Por falta de espacio, mandó varias familias a vivir en instalaciones de la Municipalidad de Buenos Aires. Hizo levantar un barrio obrero en Avellaneda, y a falta de algo mejor, siguió con casas de emergencia. Muchos de esos asentamientos devinieron en los barrios de emergencia que Antonio Berni retrató en sus postales urbanas.
“Por qué hubiese podido rechazarme la oligarquía? ¿Por mi origen humilde? ¿Por mi actividad artística? ¿Pero acaso alguna vez esa clase de gente tuvo en cuenta aquí o en cualquier parte del mundo, estas cosas, tratándose de la mujer de un Presidente? Nunca la oligarquía fue hostil con nadie que pudiera serle útil”, escribió Eva Duarte Perón.
“A la doble personalidad de Perón debía corresponder una doble personalidad en mí: una la de Eva Perón, mujer del Presidente, cuyo trabajo es sencillo y agradable (…) y otra, la de Evita, mujer del líder de un pueblo que ha depositado en él toda su fe, toda su esperanza y todo su amor”, dijo ella. “Unos pocos días del año represento el papel de Eva Perón (…). La inmensa mayoría de los días soy, en cambio, Evita (…)”, continuó.
En junio de 1947, invitándolo a recorrer Europa el Gobierno de España retribuyó a Perón un crédito millonario para comprar granos argentinos. Aunque al principio dudó, mandó a Evita en una gira que la llevó a España, Italia, Portugal, Francia, Suiza y Mónaco. Luego, hizo tierra en Brasil y Uruguay.
Delante de El Monasterio de El Escorial, Evita le dijo a Carmen Polo de Franco, esposa del dictador español: “Podrían dedicar este enorme edificio a algo útil. Por ejemplo, una colonia para niños pobres, ¡se ven tantos!”.
Carmen Polo, la esposa del dictador Francisco Franco, Eva Duarte también le dijo: "Su marido no es un gobernante por los votos del pueblo sino por imposición de una victoria". Y ahí mismo se ganó otra enemiga. De todos modos, le otorgaron la más alta condecoración de ese país: la Gran Cruz de Isabel la Católica.
Antes de abandonar suelo español, el 15 de junio de 1947 Evita dijo a una multitud (literal): “Este siglo no pasará a la historia con el nombre de ‘Siglo de las Guerras Mundiales’ ni acaso con el nombre de ‘Siglo de la Desintegración Atómica’, sino con otro nombre mucho más significativo: 'Siglo del feminismo victorioso’," se entusiasmó9, casi creyendo que estaba en Plaza de Mayo. El tiempo demostró que no tendría razón.
Luego de conocerla y regalarle un diseño exclusivo, Christian Dior hizo confeccionar un maniquí con las medidas exactas de Evita. Decía que la primera dama argentina era “la mujer perfecta”, y su glamour, único.
Evita le pidió a su confesor personal, el padre Hernán Benítez, que la acompañara en ese viaje. Para estar delante del Papa Pío XII, en el Vaticano, Evita eligió un vestido negro de cola larguísima, que se recogía en forma de manto. El Papa le obsequió el rosario de oro que llevaría entre sus manos, cuando la velaron.
En Italia no todos fueron agasajos: a su paso, el partido Comunista le gritaba “¡abajo el fascismo!” por los rumores de que el gobierno argentino había recibido a nazis en fuga. La protesta se repetiría en otras paradas del viaje.
En Francia, se hospedó en una suite del primer piso del Hotel Ritz, almorzó con el presidente francés Vincent Auriol y, entre otras cosas, cerró un acuerdo comercial entre Argentina y Francia. Luego se emocionó al recorrer Notre Dame, acompañada por el Nuncio Apostólico, Monseñor Roncalli, futuro Papa Juan XXIII. Las puertas del Palacio de Versailles, cerradas desde la Segunda Guerra Mundial, se abrieron para que Evita lo visitara.
En Francia, la esposa del Ministro de Relaciones Exteriores Georges Bidault la acompañó a visitar algunos centros de asistencia social. Cuando estaba en la Costa Azul, hubo una explosión en el Puerto de Brest y Evita, siguió repartiendo dinero: esta vez, con una importante donación a los damnificados.
En materia de acción social, “la lección europea” la desencantó: “conocí todo lo que no debía ser en nuestra tierra una obra de ayuda”, escribió en La razón de mi vida y pidió disculpas a sus anfitriones, por si les caía mal su sinceridad.
Al regresar de Europa se puso a toda máquina a bregar por la ley del sufragio femenino. Nueva Zelanda lo tenía desde 1893. En Argentina, la ley 13010 se sancionó en 1947, pero recién se hizo efectiva en 1951.
Eva Perón no fue la primera feminista del país. Cecilia Grierson, Alicia Moreau de Justo, Elvira Dellepiane, Julieta Lanteri, Carmela Horne y Victoria Ocampo la precedieron. Justo es decir que, excepto la Asociación Argentina del Sufragio femenino, presidida por Carmela Horne, todas las otras agrupaciones rechazaron la propuesta elevada al Congreso de la Nación. Victoria Ocampo, presidenta de la Asamblea Nacional de Mujeres, desconoció el carácter democrático del gobierno peronista y solicitó que fuera removido por la Corte Suprema con el lema “Sufragio femenino pero sancionado por un Congreso elegido en comicios honestos”.
El 23 de septiembre de 1947 se promulgó la Ley de voto femenino y Evita lo celebró desde el Balcón de la Casa de Gobierno, frente a la multitud: “Aquí está, hermanas mías, reunida en la letra apretada de pocos artículos, una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas”.
“Tenemos, hermanas mías, una alta misión que cumplir en los años que se avecinan. Luchar por la paz. Pero la lucha por la paz es también una guerra. Una guerra declarada y sin cuartel contra los privilegios de los parásitos que pretenden volver a negociar nuestro patrimonio de argentinos”, dijo en su primer acto importante como primera dama, el 23 de septiembre de 1947.
En enero de 1948 se decretó la creación de la Fundación María Eva Duarte de Perón que, a partir de septiembre de 1950 se llamaría Fundación Eva Perón.
El 26 de julio de 1949, en el Teatro Nacional Cervantes se concretó la Primera Asamblea Nacional del Movimiento Peronista Femenino. Allí nació el Partido Peronista Femenino. Su objetivo era nuclearse en torno a la doctrina y la persona de Perón. Eligen a Eva Duarte presidenta, con plenos poderes para hacer y deshacer.
“Los descamisados no distinguen todavía lo que es la organización política que yo presido de lo que es mi Fundación. (…) Ellos mismos, mis descamisados, son los que han creado en mis unidades básicas una nueva función: informar a la Fundación acerca de las necesidades de los humildes de todo el país. La Fundación atiende estos pedidos, haciéndoles llegar directamente su ayuda. Esto me ha sido duramente criticado. Mis eternos supercríticos consideran que así yo utilizo mi Fundación con finalidades políticas…¡Y …tal vez tengan razón! Lo que al final aparece como consecuencia de mi trabajo es la repercusión política… la gente ve en mi obra la mano de Perónque llega hasta el último rincón de mi Patria… y eso no le puede gustar a sus enemigos…”, escribió en La razón de mi vida.
Dos días antes de las elecciones del 11 de noviembre de 1951, Evita grabó un mensaje que se emitió por radio: “Yo les pido a los argentinos que voten por Perón y no lo hago como esposa del general, sino como una abanderada del pueblo y una plenipotenciaria de los trabajadores”.
La Junta Electoral la había autorizado a votar en el Policlínico Juan Perón de Avellaneda, a pesar de la oposición de radicales y socialistas.
Para disminuir el sufrimiento físico de Evita, Perón autorizó a un neurocirujano estadounidense que practicase una intervención quirúrgica que anulara ciertos nervios de su sistema nervioso central. Fue una operación secreta, que sólo trascendió tras la muerte de Eva Duarte y por una radiografía.
“No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición. Una sola y gran ambición personal: que de mí se diga cuando se escriba este capítulo maravilloso que la historia seguramente dedicará a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevarle al presidente las esperanzas del pueblo, que Perón convertía en hermosas realidades y que a esta mujer el pueblo la llamaba cariñosamente Evita. Nada más que eso”, dijo el Día de su Renunciamiento, el 31 de agosto de 1951.
Juan Manuel Fangio la visitó en el Policlínico donde estaba internada en 1951. El 8 de octubre, el automovilista había ganado el primer campeonato del mundo en Barcelona. Al salir, el corredor dijo: “para mí, no hay nada más grande que Perón y Evita”.
“Evita quería ser cuando me decidí a luchar codo a codo con los trabajadores y puse mi corazón al servicio de los pobres, llevando siempre como única bandera el nombre del general Perón a todas partes” (La razón de mi vida).
“No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición. Una sola y gran ambición personal: que de mí se diga cuando se escriba este capítulo maravilloso que la historia seguramente dedicará a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevarle al presidente las esperanzas del pueblo, que Perón convertía en hermosas realidades y que a esta mujer el pueblo la llamaba cariñosamente Evita. Nada más que eso”, dijo el Día de su Renunciamiento, el 31 de agosto de 1951.
“Me siento inmensamente feliz y a todos les dejo mi corazón,” cerró su discurso del Día del Renunciamiento.
En las elecciones de 1951, la fórmula Perón-Quijano obtuvo 4.744.803 votos; la de Balbín-Frondizi, 2.416.712. Evita se hizo poner un arnés, se sentó sobre una silla y tapó todo con un visón; quería estar a su lado en el festejo popular.
“Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista”.
El de Eva Perón es el único retrato de una Primera Dama que se exhibe en el Salón de Presidentes Argentinos de la Casa Rosada.
