Franco Macri abandonó el bridge. Hace un año dejó de jugar en las reuniones fijas de los martes, realizadas en su casa de Barrio Parque desde hace más de veinte años. Mauricio Macri sigue yendo con bastante regularidad. En el segundo piso del chalet, el Presidente suele jugar con algunos amigos de Franco y empleados históricos de Socma. Pero desde que empeoró el estado de su salud, el pater familias de 88 años prefiere quedarse en el dormitorio del primer piso.
Según reveló un visitante habitual, Franco se mueve en silla de ruedas y cuenta con la asistencia permanente de tres enfermeras. Con un agravante: prácticamente no reconoce a nadie. Ni siquiera identifica a los hijos que lo visitan casi diariamente: Mariano y Florencia.
La descripción de ese cuadro fue el argumento de sus abogados para evitar que declare en Comodoro Py, imputado por pago de coimas desde dos concesionarias de peajes. El juez Claudio Bonadio, sin embargo, no se conformó con el certificado médico presentado. Finalmente, el juez y los abogados acordaron que los médicos designados fueran a revisarlo a su casa.
En una de las últimas conversaciones que mantuvo con lucidez, Franco le dijo a un amigo de casi toda su vida: “Lo único que no quiero es ser una carga para mis hijos”. Tras la muerte de Sandra en 2014, a Franco le quedan cinco hijos: Mauricio, con quien la relación siempre fue tensa, más Alejandra, Gianfranco, Mariano y Florencia.
El jueves pasado, Gianfranco intentó despegar a Socma del pago de sobornos en el juzgado de Bonadio. Imputado junto a Franco, afirmó en un escrito que la empresa de la familia Macri ya no tenía control sobre las concesionarias en el momento de las supuestas coimas.
“Soy accionista de Socma Americana SA, sociedad fundada por mi padre Franco Macri hace varias décadas y comandada por él hasta su retiro en 2009”, detalló. Desde su reclusión en Barrio Parque, Franco se mantiene completamente ajeno a dos acusaciones que lo rozaron en los últimos meses: la actual derivación del Cuadernogate y la controversia respecto del Correo Argentino, empresa de los Macri a la que el Gobierno le condonó una deuda multimillonaria.
La decisión de comprar el Correo Argentino fue motivo de discordia (uno más) entre Franco y su hijo mayor. Mauricio quería. Franco, no. Ante la ola de privatizaciones noventista, Franco no mostró ningún interés en quedarse con el Correo. El heredero y actual presidente, en cambio, sí aprobó el ingreso del Grupo a la ex empresa estatal. Así, el 1º de septiembre de 1997, Carlos Menem le dio la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos (Encotesa) a la Sociedad Macri en concesión por treinta años.
Pero el Grupo dejó de pagar el canon al que obligaba la privatización –bajo el argumento de que el Estado había cometido una serie de incumplimientos–, y echó a unos 10 mil estatales. Años después, el kirchnerismo reestatizó el Correo, y Macri (Franco) demandó al Estado. Ahora, el papá del Presidente no recuerda haber participado en esa trama, ni los detalles sobre las concesiones de peajes investigadas.