Repartir el poder. Y dejar a todos medianamente conformes. Alberto Fernández presenta el gabinete y al equipo de gobierno que pudo formar, no el que ideó ni bien se dieron los contundentes resultados de las PASO el 11 de agosto. En la alianza del Frente de Todos hay una idea que todos comparten y que los acontecimientos confirmaron. La jugada de Cristina Fernández de Kirchner para elegir a su exjefe de gabinete como el candidato y así lograr la unidad del PJ fue la clave del triunfo. Y los votos, casi en su totalidad, son gracias a su figura. El kirchnerismo impuso, entonces, las reglas de juego. Pero, a diferencia de Mauricio Macri, quien en 2015 prácticamente cerró el gabinete a su círculo íntimo, esta vez hubo varios jugadores que buscaron su recompensa. Y en mayor o menor medida obtuvieron un rédito.
La cosecha comenzó por parte de Cristina y La Cámpora. La vicepresidenta electa se encargó de ordenar el poder tras su viaje a Cuba. Y tuvo la fuerza del veto. A tal punto que, por ejemplo, Guillermo Nielsen, que parecía numero puesto en Hacienda, quedó relegado (ahora con destino en YPF) puso en lugares estratégicos a Wado De Pedro (Interior); Agustín Rossi (Defensa); Gines González García (Salud), Roberto Salvarezza (Cienca y Tecnología) entre otros.
Cristina impuso las reglas de juego. Alberto Fernández y el resto del PJ se movieron dentro de esos parámetros.
Por otra parte, ubicó a Alejandro Vanoli en ANSES, a Luana Volnovich en PAMI y tendría a Marcó del Pont en AFIP. También premió a Carlos "Chino" Zannini como procurador del Tesoro. Lo último, un hombre de Mariano Recalde, Luis Pablo Ceriani, ex número dos de Aerolíneas Argentinas, tiene todo listo para ser el presidente de la compañía estatal. Además, unificó el bloque del Senado y dejó a su aliado José Mayans (Formosa) al frente del bloque. En el medio se sacó de encima al cordobés Carlos Caserio, dejó que Alberto le proponga el ministerio de Transporte para, luego, bajarlo y hacerlo volver al recinto pero ya dentro del bloque unificado. Y obedeciendo a Mayans. En Diputados quedó Máximo Kirchner al frente del bloque. Todo esto sin contar que el equipo del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, tendrá amplia presencia camporista.
¿Y que quedó para el Presidente? Alberto supo premiar a los que estaban a su lado en 2017 durante la campaña de Florencio Randazzo. Salvo al exministro de Transporte quien todavía espera el llamado que lo saque del freezer al cual lo envió Cristina luego de negarse a ser candidato a gobernador en 2015 y no aceptar su liderazgo dos años atrás. Primero, apostó por su amigo Julio Vitobello para la secretaría general de la Presidencia. Luego puso a Santiago Cafiero de jefe de gabinete, con quien comenzó a trabajar por esos años. Ubicó a Vilma Ibarra en Legal y Técnica, lugar clave y de extrema confianza. Elegirá también al titular de la AFI (exSIDE). Tuvo que aceptar que Cristina diseñe el gabinete económico, se quedó con el ministerio de Justicia, donde puso a la abogada Marcela Losardo, con quien compartió estudio jurídico. Entregó la cancillería a Felipe Solá y llevó hasta bien adentro de Casa Rosada a Fernando "Chino" Navarro, del Movimiento Evita. Dentro de la jefatura de gabinete, el dirigente social será secretario y tendrá espacio para moverse políticamente. Dentro de sus aliados más cercanos, Víctor Santa María aportó al próximo ministro de Educación, Nicolás Trotta, rector de la UMET y a Francisco “Pancho” Meritello al frente de la Secretaría de Medios.
Siguiendo con el reparto, el intendente de San Martín, Gabriel Katopodis quedó al frente de Obra Pública. Un pago a los intendentes del conurbano que ahora tendrán a uno propio en una cartera clave para la política en el territorio. ¿Suficiente? Para el kirchnerismo, si. Los jefes comunales, con Martín Insaurralde a la cabeza, buscan lugares hasta último momento en el gabinete de Kicillof, aunque todavía no están teniendo suerte.
Dentro de la alianza, hubo un jugador fundamental para terminar de sellar la unidad. Fue Sergio Massa, quien aceptó el café que Alberto le propuso en vivo por C5N. Una vez cerrado el acuerdo, el de Tigre logró que no haya internas en su distrito, aunque no pudo poner a su esposa, Malena Massa. Quedó Julio Zamora al frente pero bien rodeado de dirigentes suyos. Rápido, Massa comenzó a reclamar espacios de poder. El globo se pinchó rápidamente. Filtraba en los medios que iría por el PAMI o ANSES, que se quedaría con YPF y que Energía era un lugar que podía llegar a obtener. Ni hablar del ministerio de Seguridad, donde todo estaba listo para el desembarco de uno suyo, como Diego Gorgal. El kirchnerismo, y sobre todo Cristina, lo frenaron. Bajaron a Gorgal y le dijeron que se olvide de los sectores energéticos. Sin embargo a última hora tuvo una suerte de recompensa. Primero asumió al frente de la Cámara de Diputados (algo ya sabido desde que se cerraron las listas). Ya tenía confirmado a Daniel Arroyo en Desarrollo Social, a las pocas horas se confirmó a su compañero Mario Meoni en Transporte y Malena irá a AYSA. Una suerte de premio consuelo, ya que la diputada de Buenos Aires aspiraba a tener la presidencia bonaerense o la vice de la Cámara pero no hubo acuerdo.
"¿De qué gobernadores hablamos? ¿De Gildo Insfrán que es nuestro? ¿O de Alicia Kirchner? ¿De Gerardo Zamora, radical K? ¿los misioneros que son aliados?". La serie de preguntas a modo de respuesta vino por parte de un estrecho asesor de Cristina Fernández a PERFIL cuando se consultó sobre el rol de los gobernadores. Y fue así. Los mandatarios provinciales fueron los más relegados en este reparto.
Fue la transición más larga de todas. Hubo rumores y reclamos para todos los gustos. La definición pasó, en gran parte, por la vicepresidenta. Y con Alberto equilibrando la balanza para no arrancar el 10 de diciembre con el pie izquierdo. Tras 4 años de Cambiemos, el Partido Justicialista vuelve a la Casa Rosada.