Con mucho timing, la diplomacia de China hizo esta semana un guiño al gobierno de Mauricio Macri, justo después de las elecciones legislativas argentinas que ganó Cambiemos y del crucial XIX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) celebrado en Beijing. El embajador chino en Buenos Aires, Yang Wanming, dijo el miércoles durante un encuentro con periodistas en su residencia que las relaciones entre China y la Argentina transitan “una flamante etapa de desarrollo” y aseguró que “tanto el cambio como las reformas figuran como los principales temas en nuestras agendas”.
En un esforzado español, el diplomático leyó un discurso en el que repasó los lineamientos estratégicos del Congreso del PCCh, el máximo órgano de la clase política china, y resumió las perspectivas del gobierno del presidente Xi Jinping en cuanto al liderazgo global de su país.
El embajador dedicó algunos párrafos a la relación bilateral con la Argentina. “Esta semana hemos sidos testigos de grandes acontecimientos tanto para la agenda política china como para la argentina –comenzó–. El pasado domingo culminó un proceso estable y ordenado de las elecciones legislativas de medio término en Argentina, he aquí mis felicitaciones”.
Yang sostuvo que “la honda convergencia de concepciones y estrategias de desarrollo” entre ambos países “han devenido la gran fuerza endógena para el desenvolvimiento integral, sostenido y profundo” de los vínculos sino-argentinos.
“El socialismo con peculiaridades chinas está entrando en una nueva época –dijo el embajador–. En mi opinión, las relaciones entre China y Argentina también se encuentran transitando por una flamante etapa de desarrollo. Estoy a la expectativa de que ambas partes puedan aprovechar en mayor medida las oportunidades ofrecidas el uno para el otro, profundizar el intercambio y la referencia de las respectivas experiencias de gestión, potenciar la conexión de las estrategias de desarrollo así como la coordinación de políticas concretas”.
El representante chino también prometió que China fortalecerá la colaboración con la Argentina en foros multilaterales como la ONU y el G20, “en un esfuerzo por elevar la representatividad y el derecho a opinar de los países de mercado emergentes en el sistema de gobernanza global”.
Más allá de las generalidades del discurso del embajador, el mensaje tiene valor para el gobierno argentino: es el primer gesto público de una potencia hacia Macri después de su triunfo electoral del domingo. El gobierno necesita convertir los votos obtenidos en confianza internacional sobre su fortaleza política para concretar inversiones. En ese empeño, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, encabezó esta semana una reunión con más de treinta representantes diplomáticos extranjeros para evacuar sus dudas sobre los planes de la Casa Rosada. Peña dijo que el resultado de las elecciones legislativas cierra el período de “transición política y económica” y abre una etapa de “mayor previsibilidad”.
Al mismo tiempo, en este caso, el guiño proviene de una potencia cuya relación con la Argentina tiene sus complejidades. Las idas y vueltas en torno a la construcción de dos represas hidroeléctricas en Santa Cruz, una obra millonaria pactada entre el kirchnerismo y capitales chinos, generó fuertes roces con Beijing poco después de la asunción de Macri. A través del ministerio de Energía, el gobierno de Macri acaba de dar luz verde para que las empresas Electroingeniería y la china Gezhouba finalmente inicien las obras el 1° de noviembre.
En el gobierno argentino también son conscientes de que las relaciones comerciales con China tensionan a grandes jugadores locales. Por caso, el Grupo Techint presiona para que la Casa Rosada lo proteja de la competencia china en el rubro de los tubos de acero sin costura, el producto estrella de la compañía.
