POLITICA
primeras palabras desde el calabozo

Habla el prefecto del robo a Massa: “Dios y la Justicia me van a ayudar”

Alcides Díaz Gorgonio dice que era encargado de seguridad del Country. “No pensé que me iba a pasar algo así, vivo en Tigre desde los 5 años. Quiero que esto termine”, dijo. Fotos

La conferencia de massista y las imágenes del acusado, que no quiso sacarse fotos.
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Alcides Díaz Gorgonio espía de costado, detrás de una robusta reja tejida con dos grandes candados. Hay poca luz y habla dando pasitos de un lado al otro. Es más petiso de lo que parece en el video que lo apunta como sospechoso del robo en casa de Sergio Massa.

Dice estar deprimido, pero no se lo ve así: pareciera que paga una condena para la que ya estaba preparado. Sonríe varias veces mientras habla en exclusiva y por primera vez con PERFIL.

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Desde hace 26 días está detenido en una comisaría donde tienen destino los presos de las fuerzas de seguridad. “No sé cuánto tiempo voy a estar acá, eso depende de la interpretación de la Justicia”, describe. Tampoco recuerda cuánto tiempo hace que está incomunicado. No es como los presos de las películas, que cuentan los días sin libertad.
De hecho, tiene puesta una remera con el logo de la Policía, un buzo, jeans y zapatillas. Se lo ve cómodo, aunque seguro no lo está, claro.

Cada vez que PERFIL preguntó sobre definiciones concretas de la causa, se negó a responder. “Hablá con mi abogado”, pidió. Es entendible: aún no fue a declarar a la Justicia por pedido de su abogado, que en estos días termina de preparar la estrategia legal.

No quiso referirse a su rol dentro de Prefectura, tampoco a Sergio Berni, el secretario de Seguridad, ni a su presunto vínculo con Sergio Massa, que denunció el Gobierno nacional. Aunque sí se permitió sugerir algunas definiciones, midiendo cada respuesta.

“No pensé que me iba a pasar algo así. Yo soy de Tigre, estoy ahí desde los 5 años (tiene 52)”, describe y confirma: “Yo estaba trabajando en el country (Isla del Sol, donde está la casa del intendente), era el encargado de seguridad”.
—¿Lo conocía a Sergio (Massa)?
—Uno es de Tigre... –contesta, con las manos abiertas, sugiriendo una respuesta afirmativa.
—¿Siente que le soltaron la mano?
—...No –responde sonriente.

El encierro. Ayer al mediodía PERFIL entró a la comisaría del Polo Industrial de Pilar, donde Gorgonio sólo tuvo contacto con su familia y su nuevo abogado, José Galliani, que le recomendó un amigo. “Estoy comiendo bien, acá está todo perfecto, me tratan bien. Pero estoy un poco deprimido, creo que es normal para alguien que nunca estuvo preso como yo”, confía y pide terminar rápido la charla para seguir cocinando las milanesas que iba a almorzar.

El prefecto se levanta temprano, cerca de las 8.30, y se acuesta tarde. Sale al patio a tomar sol y pareciera que se aburre bastante. No tiene televisión pero se entretiene leyendo. ¿Literatura, diarios, revistas? No. Sorprende su elección: “Leo el diccionario, me gusta”. Quizá esa respuesta esconde un mensaje que aprovechó para enviar durante la entrevista.

Mientras Gorgonio habla, se oculta involuntariamente en una sombra del pasillo que da a los calabozos. En los días que pasó detenido, asegura haberse refugiado en lo espiritual: “Soy católico apostólico, rezo todos los días”.
—Quién cree que lo va a ayudar más, ¿Dios o la Justicia?
—Me van a ayudar los dos.
Según él mismo recordó, fue transferido en 2001 a Tigre, donde se desempeñó como prefecto y durante el robo a la casa de Massa, estaba de licencia en la fuerza. Se debería haber reincorporado a su cargo el pasado 2 de agosto.
Su familia –dice el prefecto– está preocupada y sorprendida. A su mujer la conoce desde los 13 y su hijo se enteró por los diarios. Antes de terminar de hacer las milanesas compartió un profundo anhelo: “Quiero que todo esto se termine”.