Por primera vez, un familiar directo del exjefe de la Policía Bonaerense condenado por delitos de lesa humanidad, Miguel Etchecolatz, brindó una nota periodística y dio detalles de la macabra vida íntima del represor, condenado seis veces por delitos de lesa humanidad.
Una de sus hijas, quien se llama Mariana D. y hace un año se cambió el apellido, participó de la marcha en Plaza de Mayo contra el fallo de la Corte. Su padre fue uno de los tantos que pidió el beneficio del 2×1. "Lo único que quiero expresar ante la sociedad es el repudio a un padre genocida, repudio que estuvo siempre en mí", explicó la joven que pidió usar un nombre falso en una entrevista publicada por revista Anfibia.
Mariana D. detalló, además, cómo de pequeña la presencia de su padre "infundía terror". "Al monstruo lo conocimos desde chicos, no es que fue un papá dulce y luego se convirtió. Vivimos muchos años conociendo el horror. Y ya en la adolescencia duplicado, el de adentro y el de afuera. Por eso es que nosotros también fuimos víctimas. Con nosotros infundió el mismo miedo y respeto que con sus subordinados, contó.
Según el relato, Mariana D. pasó su niñez en Avellaneda y en la Plata, donde "jamás pudo completar más de un año en un mismo colegio porque a ella y a sus hermanos los cambiaban por seguridad”. Además, aseguró que cuando Etchecolatz se aparecía por su casa, junto a sus hermanos se escondían en un placard, esperando un arranque de furia contra ellos o su madre.
Con respecto a la personalidad de Etchecolatz, la joven dijo: "Era un ser invisible, que usaba la violencia y no se le podía decir nada. Aparentaba tener una familia, pero nos tenía asco y era encantador con los de afuera. Vivíamos arrastrados por él, mudanzas todo el tiempo, sin lazos, sin amigos, sin pertenencias. Una realidad cercenada. Nos cagó la vida. Pero nos pudimos reconstruir".
Consultada sobre cuándo fue la primera vez que escuchó sobre los delitos que cometió su padre, aseguró que vivían "en una burbuja", sometidos y desinformados. "Aparentábamos lo que no éramos. Las personas que nos rodeaban decían 'qué capo es tu viejo'. No había quienes nos dijeran 'mirá este hijo de puta lo que hizo'. Una vez que escuché un testimonio en un juicio ya no me hizo falta nada más. Hasta hoy me da aberración", contó.
Por último, la joven dijo que teme que aún "sigue sosteniendo poder" desde la cárcel. "No es un ningún viejito enfermo, lo simula todo. Todavía hay gente que piensa que fue alguien íntegro porque “nunca robó nada”. Como si eso lo exculpara de los crímenes aberrantes que cometió", detalló.