Desde el inicio, su incursión en la política estuvo cruzada por los escándalos. El actual intendente de Mercedes (Corrientes), Víctor Cemborain, recibió una condena por agresiones físicas contra un funcionario, el Concejo Deliberante quiso bloquear su asunción, casi le pega a la cantante Fabiana Cantilo y fue señalado como sostén económico de una secta satánica que años atrás secuestró, violó, torturó y decapitó a un nene de 11 años.
En 2013, Cemborain, como candidato del Frente para la Victoria, había quebrado la hegemonía radical en Mercedes al vencer a la alianza radical Encuentro por Corrientes, liderada el gobernador Ricardo Colombi. Sin embargo, todo se le hizo cuesta arriba.
Una condena en su contra de ocho meses de prisión en suspenso por golpear al exjefe comunal, Jorge Molina, dio pie para que los concejales radicales rechazaran su pliego como intendente electo. Pero a Cemborain nada lo frenó: ingresó al Municipio y tomó juramento, sin la presencia de concejales opositores, y se atrincheró durante tres días.
“Pasé la noche acá, vamos a hacer el aguante para defender lo que el pueblo votó porque no podemos permitir que seis trasnochados, antidemocráticos y golpistas radicales, como son estos seis concejales, no me permitan asumir, no hay nada que me impida ejercer el derecho que me dio el pueblo soberano”, había dicho enfervorizado Cemborain en 2013.
Tras recibir el aval del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Corrientes, los ánimos se calmaron en la ciudad. Pero, en 2014, Cemborain volvió a ser noticia por un cruce con la cantante Fabiana Cantilo, quien, en un festival, lanzó a viva voz que “todos los políticos son corruptos”.
Según consignó Corrientes al día, el intendente se subió a entregarle un presente a Cantilo, pero no hizo más que reprocharle sus referencias y hasta aventuró que la cantante preferiría “vivir en un gobierno de dictadura”.
La monja Martha Pelloni lo hizo regresar al centro de la escena pública al acusarlo de financiar a la secta satánica que en el año 2006 drogó, violó y asesinó a Ramón González, en lo que se convirtió en uno de los más cruentos episodios policiales de los últimos años: el caso Ramoncito.
