Virginia María García acaba de ser designada por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), al frente de la Dirección Regional Río Gallegos. Como tal, será la responsable máxima de todas las inspecciones y posibles investigaciones por evasión tributaria en el lugar geográfico donde el oficialismo concentra su poder económico.
Según informó La Nación, García tendrá bajo su jurisdicción altas esferas del poder: desde Néstor, Cristina y Máximo Kirchner hasta al ministro Julio De Vido. Además de los políticos, también están bajo esa jurisdicción algunos de los empresarios más polémicos de los últimos años, como Rudy Ulloa y Lázaro Báez. Además deberá controlar a socios de los Kirchner, como el empresario inmobiliario Osvaldo San Felice.
Virginia es hermana de María Rocío García, novia del hijo del matrimonio presidencial , y asumirá como jefa regional de Río Gallegos con apenas 32 años y sólo 4 meses dentro de la AFIP. Dentro de la familia, su padre Héctor Marcelino "Chicho" García, fue gobernador interino de Santa Cruz en los agitados días de 1991. García asumió hasta entregarle el mando a Néstor Kirchner en diciembre de ese año.
García es licenciada en periodismo, abogada reciente y hasta hace poco trabajó en Buenos Aires. El matutino intentó contactarla, pero nunca contestó los llamados ni los correos electrónicos.
En Buenos Aires, y antes de su traslado, García trabajó en otra oficina pública, la Casa de Santa Cruz. Sin embargo, su nombre también aparece en el decreto 473 del año 2004. Allí se la designó para "cumplir funciones como licenciada en Periodismo en la Dirección Provincial de Prensa del Ministerio de la Secretaría General de Gobernación", según consta en el Boletín Oficial santacruceño del 15 de abril de ese año.
Según el libro El ultimo peronista , de Walter Curia, el padre de Virginia fue quien en 1991 firmó un preacuerdo con el entonces presidente Carlos Menem. Canjearon el reconocimiento de las deudas por regalías a cambio del apoyo de los legisladores santacruceños a la privatización de YPF. Esas regalías se convertirían después en los misteriosos "fondos de Santa Cruz" que Kirchner giró al exterior.