Horacio Rodríguez Larreta decidió reforzar su sustentabilidad política incorporando a sus aliados y, paralelamente, recurriendo a históricos del PRO para que lo ayuden a pensar soluciones a la pandemia.
El lunes pasado, en la sede gubernamental de la calle Uspallata, en Parque Patricios, el senador Martín Lousteau, junto al diputado Emiliano Yacobitti, ambos referentes de la UCR, se acercaron a una cumbre con Larreta. También estaban los dos referentes de Elisa Carrió, los diputados Maximiliano Ferraro y Paula Oliveto. El motivo: comenzaron a analizar, en conjunto, las medidas que se anunciaron el viernes por la noche. Allí se decidió, por caso, que abrir la construcción privada de manera total era arriesgado.
Se trata de la mesa política que armó Larreta con la que abrió su espectro para tomar las decisiones más complejas en la pandemia. Las interconsultas son permanentes: el jefe de Gobierno habló, en las últimas cuatro semanas, con Mauricio Macri, aunque el último Zoom del PRO no terminó bien el 12 de abril pasado. El eje siempre fue el mismo: la radicalización que plantean algunos sectores del PRO con respecto a las críticas al gobierno nacional. A pesar de ello, como es su estilo, recompuso su vínculo con Macri rápidamente. También lo hizo con Patricia Bullrich, la presidenta del partido, con quien estuvo dialogando largo tiempo hace unos días, y hasta recibió al diputado Waldo Wolff, uno de los más duros.
Larreta tiene en María Eugenia Vidal y en Carolina Stanley (con más bajo perfil aun que la ex gobernadora) una mirada del área social.
De ellas surgió el rearmado de las políticas públicas en los asentamientos luego del fracaso del aislamiento social que brindó el Ministerio de Desarrollo Humano y, en especial, el encargado de la Villa 31, Diego Fernández, donde el pico de contagios sigue creciendo. “Fue un crimen lo que se hizo ahí”, alcanzó a decir, exagerado, Juan Grabois esta semana en el canal A24.
Sin embargo, entre los históricos, Edgardo Cenzón, ex ministro de Espacio Público de Macri, sigue recorriendo despachos oficiales. Tras su reunión a solas con Larreta tiene en mente un plan para reordenar el Gobierno y su gabinete orientado al gasto y a la ejecución presupuestaria.
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Por su lado, el ministro de Salud, Fernán Quirós, es un hombre medido pero no pudo evitar bufar por la falta de políticas en los barrios vulnerables. Con todo, sigue esperando un crecimiento exponencial de casos para fines de este mes. Mientras tanto, se apoya en su amigo, el flamante subsecretario de Administración, Roberto Gigante, otro histórico del PRO que ahora se ocupa de las compras de insumos sanitarios. El desorden fue, al menos, un punto que se resolverá con el ex ministro de Vidal ahora a cargo.