El presidente Mauricio Macri espera su salida de la Casa Rosada con una esperanza: una Plaza de Mayo llena de dirigentes y militantes de Juntos por el Cambio con banderas argentinas que sean el respaldo territorial para transformarse en el líder de la oposición. Por ello, motorizado de manera explícita por el Gobierno –a diferencia de la movilización del 24 de agosto que no estuvo en los planes de nadie del oficialismo–, la concentración será el último hito antes de la entrega del poder.
En este marco, en las próximas dos semanas habrá una movida particular en redes sociales para incentivar la concurrencia: funcionarios de todo tipo llamarán a concurrir y también se prevé que participe el gabinete nacional. A diferencia del 24 de agosto, también se calcula que Macri hable (habrá equipos de sonido y pantallas en la plaza) y un fuerte operativo de seguridad también.
Banderas argentinas y consignas vinculadas a la defensa de la República y pedidos de Justicia se mezclarán con personalidades de la cultura y la política que dieron el visto bueno para concurrir.
El equipo de comunicación del Presidente pretende usar el material que se genera en Plaza de Mayo, pero también en Casa Rosada como un elemento político y, a la vez, una demostración de poder hacia el nuevo gobierno.
Las redes sociales volverán a ser claves. La comunicación en vivo que tuvo el jefe de Estado y su mujer, Juliana Awada, vía Instagram live serán parte de lo que se vendrá para un Macri opositor.
De todos modos, el 7D servirá como una continuación de la épica que creció entre la PASO y la elección general con las marchas del “Sí se puede” que llevaron a Macri por treinta ciudades y fueron decisivas para una remontada que lo dejó en poco más del 40%.
El PRO. El viernes por la tarde, en Olivos, la cúpula del PRO, con Macri a la cabeza, habló de la nueva estructura partidaria y hubo consenso sobre la figura de Patricia Bullrich para que presida el partido. Aunque no se habló de la marcha, sí se dialogó sobre tener un partido dinámico que permita plantear ejes de discusión como cara de la oposición, mantener la unidad y generar un ámbito para discutir espacios de poder con los socios de la UCR y la Coalición Cívica. Ambos partidos aliados se comprometieron a participar de la movilización a Plaza de Mayo.
En esa cumbre, formal y hasta aburrida (según varios de los que participaron), no participó por primera vez el jefe de Gabinete, Marcos Peña, pero el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, alentó a seguir unidos y mantener un partido cercano. El pondrá al secretario general del PRO: Eduardo Macchiavelli, quien fuera su jefe de campaña y uno de sus ministros de mayor confianza (tendrá Ambiente desde el 10 de diciembre). Por su lado, la gobernadora María Eugenia Vidal apenas dijo unas palabras sobre la importancia de mantener contacto con el electorado. Además, se estableció que en febrero haya internas en cada provincia para definir autoridades locales y, seguramente, a nivel nacional haya una lista de unidad.
Con todo, el 7D será, además, una de las últimas participaciones del secretario de Voluntariado del PRO, Federico Morales, un consultor que estuvo muy activo en la campaña y que será reemplazado por el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich (o un hombre de su riñón), en el manejo de los voluntarios.