“Populismo” e “inversiones” puede que sean las dos palabras más repetidas por el presidente Mauricio Macri esta semana en los tres países que formaron parte de su gira internacional, Rusia, Suiza y Francia. Una y otra van atadas a la misma intención de exorcizar el fantasma de la imprevisibilidad ante la platea empresarial internacional para que traigan fondos frescos a la Argentina, aunque de momento sean más promesas que realidad. En tal sentido, no extraña que el tercer concepto más escuchado por la comitiva, que hoy emprende el regreso al país, haya sido “inflación”, de menor agrado para sus oídos.
“Esta es la primera vez en la historia que hemos salido de un ciclo populista, sin crisis económica, dentro de las instituciones democráticas y con el apoyo de la gente”, les aseguró Macri a los empresarios del Movimiento de Empresarios de Francia (Medef). Luego repetiría la fórmula ante el poderoso Grupo Rothschild, y sus invitados, a la hora del almuerzo. “Los argentinos han madurado, aprendido de los errores”, añadió el mandatario ante algunos de los principales nombres del PBI francés.
Un día antes, en Davos, Macri había ensayado el mismo discurso durante su segunda participación en el Foro Económico Mundial: “La Argentina dejó atrás su experimento populista y logró un consenso político en torno a una agenda de reformas”. Hablaba no solo como jefe de Estado sino como el máximo responsable político del G20. Macri les aseguró que el país había ingresado ya en “una nueva fase”. Y se lo repitió también a cada uno de los que pasaron por la Casa Argentina, convertida en una Rosadita alpina.
También en Rusia había recalcado la misma definición, En un desayuno en el Hotel Ritz-Carlton con los rusos, Macri no disimuló su intención de “convencerlos” de que “es el mejor momento” para invertir. “Ustedes saben que la Argentina emprendió un cambio político profundo hace dos años. Nos fuimos alejando de un régimen populista que nos habría llevado al borde de otra crisis económica y ahora podemos decir que hemos ordenado la economía”, enfatizó.
Uno de los testigos de cada cita presidencial de esta semana lo resumió en una frase: “Estamos entusiasmados con el interés que hay por nuestro país y nuestro potencial”. Reconoció, sin embargo, que la mayor duda sigue siendo la inflación y la dificultad para cumplir con las metas. De hecho, no hubo convite donde el tema no saliera a la luz.
Anticipando estos planteos, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, fue redirigido de urgencia a París. El llamado llegó cuando se preparaba para embarcar a Buenos Aires el jueves, vía Frankfurt, por lo que debió cambiar pasaje para sumarse a los encuentros con empresarios en Francia a fin de cumplir el mismo rol que en Davos: el de garante presidencial.
Durante el almuerzo de ayer con empresarios, no faltaron promesas de inversiones. Pero las condicionaron, en parte, a la marcha de la inflación. Según el FMI, “la reducción del déficit fiscal primario debería contribuir a contener las presiones de apreciación del peso y el deterioro de la cuenta corriente” pero las presiones salariales no jugarán un rol menor y deberían moderarse para avanzar en el proceso de desinflación. En eso coincidió Dujovne, entrevistado por el diario La Nación. “Si pudiéramos ir quitándonos de encima la cláusula gatillo, sería más fácil”, sostuvo.
Como en Rusia y Suiza, Macri dejó en manos de Dujovne la defensa del modelo. Y se concentró en ponderar las reformas alcanzadas con apoyo de la oposición. Todos saben que resta una que el empresariado extranjero atiende con mayor atención, en particular luego de las medidas impulsadas en Brasil para modificar su régimen laboral. Eso sumado a las paritarias podrán determinar, en gran medida, los denominados “costos” de invertir en el país, a la par de la inflación. Y las ansiadas inversiones podrían demorar aún más si estos mismos empresarios que agasajaron a Macri la última semana a lo largo de tres países no se contentan solo con la promesa del “fin del populismo” en la Argentina.
Sin acuerdo aún para la UE-Mercosur
Del desayuno de negocios a la cena con Macron y Brigitte
Fueron más las expectativas sobre un anuncio respecto al acuerdo Unión Europea – Mercosur que los resultados concretos, aunque en la comitiva argentina siempre lo supieron. En la conferencia conjunta tras su encuentro en el Palacio Elíseo, los presidentes de Argentina y Francia, Mauricio Macri y Emmanuel Macron, coincidieron en que seguirán las conversaciones a la espera de destrabar el acuerdo de librecomercio entre ambos bloques. Una parte importante de su parálisis deriva de la reticencia del campo francés, con aval de París. “No podemos desperdiciar esta oportunidad. Tenemos que darle un salto a la integración”, insistió el presidente argentino, a la vez que recalcó en la necesidad de transformar el vínculo bilateral en “oportunidades concretas de desarrollo en el comercio”. La próxima ronda negociadora ya estaba programada para el martes de la semana próxima, en Bruselas. Hacia allí partirá el domingo el secretario de Comercio, Miguel Braun, para sumarse al ministro de Producción, Francisco Cabrera, que no retornó desde Suiza. Ambos podrán comprobar la voluntad gala.
La agenda empresarial volvió a ocupar un lugar central en París, última estación de la gira de esta semana del presidente Mauricio Macri. Desayuno, almuerzo, una excursión a una de las incubadoras de startups más grandes del mundo y hasta la cita con el hijo de uno de los apellidos ilustres de la política gala. Por ahora, poco más que sonrisas y promesas de inversiones.
El día arrancó temprano para el Presidente, a las 9, en el Cercle de L’Union Interalliée, donde desayunó con miembros del Movimiento de Empresarios de Francia (Medef). Lo acompañó el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. “Agradezco al mundo por habernos recibido, porque nos hemos reunido con todos y eso nos permite ser parte de este mundo globalizado”, celebró Macri ante representantes de los sectores de infraestructura, transporte, energía, alimentación, tecnología, turismo, bancos y fondos de inversión. El presidente de la organización, Frédéric Sanchez, felicitó al mandatario “por los cambios realizados y las metas puestas en reducir la pobreza y bajar la inflación”. Le anticipó que viajará en septiembre con una delegación interesada en el país. “Hay 250 empresas francesas y emplean unas 50 mil personas. Nuestras inversiones representan el 5 por ciento del total en el extranjero”, le comentó.
Ese fue el primero de los encuentros con hombres de negocios. El siguiente sería con Henri Giscard d’Estaing, hijo del ex presidente francés Válery Giscard d’Estaing y presidente del Club Med. Se citaron en el Hotel George V, a donde también acudió el embajador argentino ante la Unesco, Rodolfo Terragno, para su propia bilateral con el jefe de Estado.
A la hora del almuerzo, Macri concurrió a una de las zonas más elegantes de París junto con Dujovne, el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, el canciller Jorge Faurie y el titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi. En la sede del Grupo Rothschild, los aguardaban Alexandre Bompard (Carrefour), Simón Barceló (Grupo Barceló), Sven Boinet (Accor), Jean-Louis Chaussade (Suez), Laurent Freixe (Nestlé) y Jean Paul Agon (L’Oréal), entre otros. Las consultas giraron, en particular, en torno al PPP, el esquema de asociación público-privado promovido por el Gobierno.
Al finalizar y antes de encarar hacia el Elíseo, la comitiva hizo un alto en las instalaciones de Station F, una vieja estación de trenes reciclada como incubadora de más de 3 mil emprendedores, un modelo que el Gobierno sueña con impulsar. Solo a la noche llegó el momento de distender en la cena su par francés, Emmnauel Macron y su esposa Brigitte.