El análisis obvio los sitúa como adversarios políticos, irreconciliables, pero hay temas puntuales que tienen a Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner en la misma vereda: ambos se oponen a la despenalización del aborto. Ocurre que tanto Macri, cuando era jefe de Gobierno porteño, como CFK durante sus dos mandatos, se encargaron lejos de micrófonos y discursos de mantener el tema aborto en discreto segundo plano. Macri, que hoy aparece como el mentor del debate parlamentario, no vaciló en vetar la ley que la Legislatura porteña había votado en 2012 reglamentado los casos de aborto no punible. Aunque luego intentó explicar los fundamentos de esa decisión, aquel veto quedó en las antípodas de su discurso actual, mandando el tema al Congreso. La ley porteña regulaba los abortos no punibles si estaba en peligro la vida de la mujer, también si había de por medio una violación, y también avanzaba en progresismo bajando el consentimiento de las menores para el aborto a los 14 años. No fijaba plazos de gestación y el debate fue durísimo, con 30 votos a favor y 29 en contra. Había derivado del caso "F.A.L", donde la Corte Suprema ratificó que las mujeres tenían el derecho a realizar un aborto en los casos antes citados, recalcando expresamente que no debían producirse impedimentos médicos, burocráticos e incluso judiciales en el deseo de la involucrada en realizarse el aborto. Macri consideró que la Ley 4.318 de la Legislatura excedía lo dispuesto por la Corte, vetando la norma una semana después a través del decreto 504/2012, procedimiento en el que lo acompañaron varios ministros porteños y su jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta.
En sintonía con lo actuado por Macri en Capital, los 8 años de Cristina Fernández de Kirchner en Casa Rosada también mantuvieron al aborto en el plano de "ya llegara el momento" de debatirlo. Fueron muchas las voces de mujeres del propio Frente para la Victoria que intentaron en el ámbito parlamentario conseguir el apoyo del Bloque para tentar un avance en la despenalización, pero siempre chocaron con la "obediencia debida" que imponía la propia Cristina, cuya oposición al asunto fue siempre conocida. Diana Conti y Juliana Di Tullio, ambas ultracristinistas, se distinguieron entre las propulsoras de la despenalización, mientras desde el macrismo el que se oponía era Esteban Bullrich, motivando que en plena campaña electoral el aborto ganara lugar en los medios. Hasta esta nueva instancia abierta por Macri, señalando que el tema debe tratarse de una vez, y dejando a cada legislador en "libertad de conciencia". Lo concreto es que en la década de poder que marcaron CFK y Macri, el aborto siguió siendo un factor tan clandestino como mortal.
Y tampoco pudo avanzar en el tema la mujer que sigue a Macri y Cristina en el podio del poder político: la gobernadora María Eugenia Vidal. La mandataria bonaerense ha mostrado dureza en incontables aspectos de su gestión, pero respecto al aborto debió "recalcular". Se anunció en 2016 que la provincia de Buenos Aires iba adherir al ya citado "Protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal del embarazo" , derivado del fallo de la Corte en 2012, que cumplen (o dicen cumplir) Chaco, Chubut, Jujuy, La Rioja, Misiones, Santa Cruz, Santa Fe y Tierra del Fuego. Sin embargo, la postura progresista de la ministra de Salud Zulma Díaz, impulsando en 2016 la adhesión bonaerense al ILE, tardó poco en chocar con otros sectores de poder, apoyados por la Iglesia y también en el propio Gabinete de Vidal. Conclusión: el Protocolo ILE en territorio provincial fue al freezer.