POLITICA
habla por primera vez

“Ni Balcedo ni yo robamos nada, vivimos una pesadilla”, dice la mujer del sindicalista

Investigada por lavado, Paola Fiege cumple prisión domiciliaria en la mansión uruguaya donde fueron detenidos. “La sociedad condenó a mi familia y lo sigue haciendo”, se queja.

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Gran chaparral. Fiege vive con sus hijos en la chacra en la que incautaron dólares y un arsenal. | Cedoc Perfil

Durante los últimos seis meses, la mansión El Gran Chaparral, ubicada a nueve kilómetros de Punta del Este, se convirtió en un refugio forzado para Paola Fiege, la esposa del sindicalista argentino Marcelo Balcedo, quien está preso desde enero pasado en una cárcel uruguaya acusado de lavado de activos, contrabando y tráfico internacional de armas de fuego. La fiscalía uruguaya que investiga el caso pidió para Balcedo una pena de once años de cárcel y de diez años para Fiege.

En paralelo a la trama judicial en el país vecino, tanto Fiege como Balcedo también enfrentan acusaciones de lavado de activos y delitos económicos en la Argentina, cuya investigación encabeza el juez federal de La Plata Ernesto Kreplak. Con prisión domiciliaria en su mansión uruguaya, Fiege decidió hablar por primera vez con un medio argentino. Ante PERFIL, cargó contra el magistrado platense y se defendió de las acusaciones. “Ni Balcedo ni yo robamos nada. Estos diez meses fueron una pesadilla, jamás me lo imaginé. El ya tenía dinero de antes”, contestó.

Fiege denunció que su abogado, Jorge Monastersky, tras seis escritos y un pedido de recusación, aún no pudo acceder a la causa argentina y solo tiene conocimiento de algunos detalles por los medios. Desde la casa en la que fueron detenidos en la madrugada del 4 de enero, Fiege cuenta que solamente ve a Balcedo “durante las audiencias” y que la sociedad “condenó” a su familia y lo sigue haciendo. “Supuestamente uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario; pero en nuestro caso está invertido”, se queja.

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—¿Cómo se siente tras once meses de detención?

—Gracias al amor de mis hijos, me siento bien. Es muy dura mi situación desde el 4 de enero, la sociedad condenó a mi familia y lo sigue haciendo.

—¿Cómo lleva el día a día?

—Trato de sobrellevar la situación lo mejor que puedo. Estoy leyendo mucho, cuido a mis hijas, limpio y cocino. Llevo una vida normal. Extraño trabajar, estar al frente de los medios de comunicación, pero por sobre todo extraño mi país. Lo peor es que los trabajadores de prensa, por culpa del juez Kreplak, se quedaron sin sus puestos de trabajo. Cuando se sepa la verdad y seamos absueltos, espero que todos regresen a nuestro lado.

—¿Es cierto que demandará a María Eugenia Vidal por decir que su esposo era un “sindicalista narcotraficante”?

—No, pero me dieron mucha bronca sus palabras. Como madre, no puedo creer que la persona que pensé que tenía excelentes ideales hable de un ciudadano sin siquiera estar indagado, sin medir las consecuencias para mi familia.

—¿Por qué está presa?

—Por ser la esposa de Balcedo.

—A su esposo lo acusan de lavado y tráfico de armas.

—No es así, Marcelo Balcedo es dueño de medios desde hace casi tres décadas. Desde que lo conocí, hace quince años, siempre tuvo un pasar económico holgado. Tuvo la primera FM de la provincia de Buenos Aires, la más importante de La Plata. También es ingeniero con un máster en Estados Unidos. Su paso por el sindicalismo fue ínfimo y su patrimonio está acreditado que fue adquirido previo a sus funciones sindicales.

—¿Qué le pareció la pena que pidió la fiscalía uruguaya para usted y su esposo?

—Es como todo lo que vienen haciendo hasta ahora: circo.

—¿Y cómo mantiene el vínculo con su familia?
—Todos me visitan. Le agradezco a mi hermana por ser una gran mujer, que pese a ser joven se hizo cargo de mis tres hijos en su peor momento cuando nos detuvieron. Mi madre dejó todo para venir a ayudarme. Extraño el país y me duele estar lejos por culpa de un juez parcial y de probada animosidad hacia la familia Balcedo. No deja que mi abogado de confianza asuma mi defensa. Tampoco puedo regresar y demostrar mi inocencia.

El abogado acusa al juez Kreplak: “No es imparcial”

El cónsul adjunto en Uruguay, Javier Outumuro, fue el jueves hacia El Gran Chaparral para que Paola Fiege firmara por tercera vez la designación de Jorge Monastersky como su abogado. El juez Ernesto Kreplak nunca reconoció al abogado como tal por ciertas “dudas” en la documentación que recibió. “Es un irrespetuoso, ya presenté ayer un nuevo pedido de recusación”, dijo Monastersky a PERFIL.

—¿Por qué el juez no lo dejaría acceder el expediente?

—Perdió el norte. La imparcialidad que debe tener un juez, él no la tuvo hasta ahora. Desde mi designación que no tengo acceso al expediente. Me cuesta creer lo que dice mi clienta, que la enemistad entre ellos viene por una serie de investigaciones que realizaron los medios de Balcedo sobre el hermano de Kreplak (Nicolás, ex viceministro de Salud durante el kirchnerismo) por su vinculación en la causa Qunitas, donde está procesado.

—¿Cómo sigue la estrategia legal con la causa argentina?

—De proseguir con esta actitud, les daremos intervención a las autoridades de la Cámara Federal de La Plata, como también al Consejo de la Magistratura.

—¿Cómo ve a su defendida?
—Tiene una gran incertidumbre. La tiene detenida desde hace casi once meses sin siquiera escucharla en indagatoria.