"No puede haber un gobierno peronista con peronistas presos": la frase pronunciada por el exministro de Planificación del kirchnerismo, Julio De Vido, no es casual. Pasaron 46 años desde que la consigna "Ni un solo día de gobierno peronista con presos políticos" cobró vida de la mano del movimiento Tendencia Peronista, que exigió a Héctor J. Cámpora (1909-1980) la liberación de todos los militantes del PJ que habían sido condenados a prisión por el gobierno militar.
Apenas Cámpora, delfín del exiliado Juan Domingo Perón, ganó estruendosamente las elecciones presidenciales el 11 de marzo de 1973 (venció al radical Ricardo Balbín con el 49,56% de los votos), nació en el peronismo la idea de que el próximo mandatario debía adoptar una actitud implacable acerca del destino de los presos políticos de la dictadura. La propuesta surgió de la mano de una corriente llamada Tendencia Revolucionaria Peronista, que estaba nucleada alrededor de las organizaciones guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), Montoneros y Juventud Peronista.
Con hasta 700 mil personas en la Plaza de Mayo, Cámpora asumió la presidencia el 25 de mayo de 1973, 18 años después de que Perón hubiera sido derrocado. Una vez terminada la ceremonia, unos 50 mil militantes marcharon hasta la cárcel de Devoto, que era la prisión que más presos políticos albergaba en el país – seguida por la Unidad 9 de La Plata, la cárcel de Rawson (Chubut), la de Residencia (Chaco) y otras en la provincia de Córdoba – para esperar que Cámpora abriera las celdas. La multitud, liderada por el ERP había tomado en forma literal la promesa de Cámpora ("Ni un solo día de gobierno popular con presos políticos") y no tenía mucha paciencia.
Los presos eran miles, imputados por la Cámara Federal Penal Nacional (solo unos pocos casos condenados) por haber realizado “actividades subversivas”: acciones armadas, difusión de propaganda política, movilizaciones callejeras y huelgas durante una dictadura militar que prohibía la actividad política. Según los registros, solo el primer año de dictadura la Cámara Federal había encarcelado a 1.452 militantes, muchos de los cuales fueron encerrados bajo régimen de "máxima peligrosidad", en celdas individuales y diminutas, con una hora de aire libre por día y visitas restringidas.
"El ERP presionaba a un gobierno que acababa de asumir. Querían aparecer arrancándole el indulto al nuevo gobierno”, contó mucho tiempo después Esteban Righi, ministro del Interior de Cámpora, en un reportaje del periodista Marcelo Larraquy. “Había un conflicto de intereses claro entre un gobierno que quería ser protagonista de una etapa, que querían hacernos parecer un gobierno burgués, y que la libertad la conseguían ellos. Querían marcar esa diferencia. Montoneros fue arrastrado por el ERP. Era un híbrido. Mi preocupación era que no hubiera episodios de violencia”, relató Righi.
Hubo balazos, corridas, golpes, intentos de derribar las puertas de la cárcel de Devoto cuando la multitud perdió la paciencia. En el interior, los presos comenzaron a incendiar colchones. "Le conté [a Cámpora] lo que pasaba y le dije que las alternativas eran todas malas. Reprimir, cosa que no se podía hacer. O dejar que tomaran la cárcel, que tampoco se podía hacer. Veníamos precedidos de una larga discusión entre los partidarios del indulto y los de la amnistía. Yo estaba en este último grupo. Habíamos logrado una fórmula que permitía la liberación en un par de días. No había razones para presionar y obtener el indulto. Cámpora entendió que no había más remedio que dar el indulto y le dije que había que anunciarlo para descomprimir. Me dijo que preparara todo”.
“No había discusión en cuanto a los presos”, dijo Righi en un reportaje con el periodista Eduardo Anguita; “Tenían que salir: inmediatamente después de asumido el gobierno popular, el mecanismo que a mí me parecía el adecuado era la amnistía. ¿Por qué? Porque es un acto del Parlamento en el cual, yo estaba seguro que iban a votar favorablemente. De hecho, la ley salió por unanimidad. De modo que la fuerza política era mucho mayor que un indulto, el indulto era lo que reclamaban desde la oposición, porque aparecía como un acto de soledad y era posible presentarlo como producto de las luchas populares y arrancar a un gobierno que no estaba dispuesto a darlo”.
Debieron esperar un poco más hasta que, a las 21 horas del 25 de marzo, llegó una improvisada orden de amnistía, redactada velozmente por una comisión de diputados. Tres horas después, ordenados en filas de a veinticinco, los cientos de presos políticos comenzaron a salir del penal de Devoto y de las demás cárceles del país. El sábado 26 de mayo, con todos los presos en libertad, Cámpora firmó el indulto presidencial para ellos, y al día siguiente el Congreso Nacional aprobó, con el voto unánime de todos los partidos políticos, la Ley de Amnistía. “Hubo que hacer el indulto porque la alternativa era: o reprimíamos a los manifestantes, cosa que no sé si hubiéramos podido hacer porque acabábamos de llegar al gobierno, o cedíamos por el indulto”, explicó Righi.