POLITICA
Resistencia cultural

Para la libertad

La voz de Nino Bravo convirtió a “Libre” en un himno universal, pero también en un reflejo de las tensiones políticas y culturales de los años setenta. Algunas marcas de la censura franquista, los exilios y el anhelo de emancipación persisten en su canto, que aún despierta preguntas sobre el verdadero sentido.

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Nino Bravo. | X @NinoBravoNet

Comenzaba la década del setenta y nos sentábamos en familia (es un decir: lo más probable es que estuviéramos en la cama, o desparramados como podíamos en cualquier parte) a ver Sábados circulares de Pipo Mancera. Los domingos los dedicábamos a ir al cine, los sábados a mirar televisión. Es muy probable que yo estuviera leyendo al mismo tiempo algún libro, porque durante mi infancia y mi adolescencia me gustaba más leer, pero necesitaba mirar televisión para poder comunicarme con el mundo.

Sábados circulares era un programa ómnibus de seis horas de duración, con presencia de visitas estelares del exterior y muchos, muchos debutantes. En 1971 apareció un chico de diez años que hacía malabares con una pelota. Su sueño era jugar un mundial de fútbol, se llamaba Diego Armando Maradona.

Un año antes, viniendo de participar del Festival de Viña del Mar se presentó un muchacho catalán (nacido en 1943) que tenía las medias rotas (eso nos dio bastante pena).

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Pipo Masera
Pipo Mancera, conductor y periodista argentino, reconocido por su innovador programa "Sábados Circulares"
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El conductor presentó a Diego Maradona en televisión por primera vez en 1971, cuando el astro del fútbol tenía 10 años

Era bastante frecuente, por entonces, que lxs cantantes españolxs viajaran a Buenos Aires para poder desarrollar sus repertorios sin la férrea censura a la que el siniestro dictador Franco les tenía acostumbrados. Incluso, grababan en Buenos Aires discos con versiones diferentes (no expurgadas) de sus canciones.

Algunos años después era ya una estrella de la canción, y uno de sus himnos llevaba letra de Miguel Hernández, el malogrado poeta: “Para la libertad”. A partir de 1980, esa canción abriría todas sus presentaciones.

El gesto repetía el de un valenciano, que dedicó casi íntegramente su carrera a la musicalización de poemas de autores españoles e hispanoamericanos desde su exilio parisino (su padre era un militante anarcosindicalista de la CNT).

Pero no es de ellos que nos corresponde hablar, sino de otro valenciano: Luis Manuel Ferri Llopis (1944-1973) había empezado a cantar en 1962 en el trío Los hispánicos, muy popular en Sagunto. Disuelto ese trío al año siguiente, se integró al grupo Los Superson. En 1966, cumplió el servicio militar obligatorio y comenzó su carrera solista al terminarlo. La última formación de este lo acompañó durante toda su malograda carrera, antes y después de llamarse Nino Bravo.

El éxito llegó en 1969 de la mano de una canción compuesta para la película dirigida por Daniel Tinayre, Kuma Ching . La canción había sido versionada previamente, y sin éxito, por Lola Flores, Carmen Sevilla y Raphael. Sólo Nino Bravo consiguió llevarla al éxito. En 1972 lanzó su himno “Libre”, incluida en su cuarto álbum, Mi tierra.

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Algunos exégetas quisieron imponer la idea de que “Libre” (compuesta por José Luis Armenteros especialmente para Nino Bravo) está inspirada en la muerte de Peter Fechter (1944-1962), una de las primeras víctimas fatales del muro de Berlin (que huyendo desde la RDA, murió desangrado en el corredor de la muerte”, sin recibir ayuda de ninguno de los dos ejércitos). La hipótesis choca con la sospecha de que por la cabeza de Nino Bravo, a diferencia de los otros, no había pasado nunca jamás alguna idea política (pero nunca sabremos la verdad).

En 1971 se había presentado junto con Argentino Ledesma en un especial de canal 9 que lo lanzó a la fama hispanoamericana, casi al mismo tiempo que su colega catalán. El 15 de marzo de 1973 se presentó por última vez en Valencia, en el contexto de las Fallas de ese año, y cantó por única vez el Himno de la Comunidad Valenciana.

La mañana del lunes 16 de abril de 1973, Nino Bravo no se despertó de una noche de sueño intranquilo, porque probablemente no había dormido. Junto con su guitarrista y el Dúo Humo (al que representaba) se subió al BMW 2800 (matrícula GC-66192) y tomó la que en la década siguiente se conocería como ruta del Bakalao o ruta Destroy4 , rumbo a Madrid, donde tenía compromisos que atender. Pensaba volver el martes 17 por la noche.

Cerca de las 10 de la mañana, el vehículo conducido se salió de la ruta y dio varias vueltas de campana. No tenía puesto el cinturón de seguridad y murió antes de llegar al hospital. Había grabado sesenta canciones. Es una de esas sobre las que, misteriosamente, este programa de trabajo ya se había detenido. Recuerden la fantasía asesina de Geoffrey Braithwaite: Francia es, de todos los países que conozco, el único en el cual se avisa a los conductores de la presencia de remolachas sobre el asfalto: una vez vi, en un triángulo rojo de precaución, la palabra BETTERAVES, con la imagen de un coche dando un patinazo. (…) Esta lista, firmada por Roland Barthes, continúa, como suele ocurrir con todas las listas. A veces nos parece bien una de las cosas citadas, pero la siguiente nos provoca una tremenda irritación. Después del «vino de Médoc» y de «llevar suelto», Barthes dice que le gusta «Bouvard et Pecuchet». Bien; magnífico; seguiremos leyendo. ¿Y qué viene a continuación? «Caminar calzado con sandalias por las carreteras del sudoeste de Francia.» Me parece suficiente como para tomar el coche, irme hasta el sudoeste de Francia, y dejar las carreteras sembradas de remolacha.

Milei protagonizó un show musical para presentar su nuevo libro "La construcción del milagro"

Más cerca en el tiempo, el neonazi Jörg Haider murió en 2018 en un accidente de tránsito (manejaba borracho), y más cerca en el espacio, el sábado 24 de junio de 2000, volviendo después de una actuación en La Plata, Rodrigo Bueno (a quien no escuchamos por mera distracción, o por falta de tiempo: correspondía hacerlo) rozó una camioneta, perdió el control del Ford Explorer SUV que manejaba, se estrelló contra la barrera de contención, volcó y, como no llevaba puesto cinturón de seguridad, salió expulsado del vehículo y murió (el mismo día en que había muerto Charles Gardez).

Si se comparan las libertades del catalán y del valenciano se comprende casi todo.

El primero (a partir de Miguel Hernández) dice:

Para la libertad, sangro, lucho, pervivo

Para la libertad, mis ojos y mis manos Como un árbol carnal, generoso y cautivo

Doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones

Que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas

Y entro en los hospitales, y entro en los algodones

Como en las azucenas.

Porque donde unas cuencas vacías

Amanezcan

Ella pondrá dos piedras de futura mirada

Y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan

En la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño

Reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida

Porque soy como el árbol talado que retoño.

Y aún tengo la vida.

El otro, el valenciano, canta:

Tiene casi veinte años y ya está

Cansado de soñar,

Pero tras la frontera está su hogar,

Su mundo, su ciudad.

Piensa que la alambrada sólo es

Un trozo de metal,

Algo que nunca puede detener

Sus ansias de volar.

Libre,

Como el sol cuando amanece,

Yo soy libre como el mar Libre,

Como el ave que escapó de su prisión

Y puede, al fin, volar Libre,

Como el viento que recoge mi lamento

Y mi pesar,

Camino sin cesar

Detrás de la verdad

Y sabré lo que es al fin, la libertad.

Con su amor por banderas se marchó

Cantando una canción,

Marchaba tan feliz que no escuchó

La voz que le llamó,

Y tendido en el suelo se quedó

Sonriendo y sin hablar,

Sobre su pecho flores carmesí,

Brotaban sin cesar

Libre,

Como el sol cuando amanece,

Yo soy libre como el mar

Libre,

Como el ave que escapó de su prisión

Y puede, al fin, volar

Libre,

Como el viento que recoge mi lamento

Y mi pesar,

Camino sin cesar

Detrás de la verdad

Y sabré lo que es al fin, la libertad.

En la primera composición se coloca, en primera persona, respecto de un anhelo, “la libertad”, en relación con el cual se enumera lo que se hace. En nombre de la libertad (ausente, no vivida, anhelada) se sangra, se lucha, se sobrevive y, sobre todo, se muere. No importa, porque la libertad hará nacer de la “carne talada” (pobre Miguelito, qué feas imágenes supo legarnos) nuevos brazos y nuevas piernas. Es una canción no del militante, sino del combatiente (MH lo fue) que sabe que va a morir o a sobrevivir muerto-vivo al fascismo, pero que de todos modos está dispuesto a dar batalla porque lo que queda, un resto de vida, una chispa de vida, no sólo alcanza para alimentar el anhelo de libertad, sino que es precisamente el fundamento mismo de la emancipación: la vida se ha vuelto el más allá de la subjetividad, lo que viene a exceder los límites del sujeto individual, a arrancarlo del campo de la experiencia, a dislocar el campo de su conciencia, a vaciar su interioridad, a reorganizar sus políticas, a reconfigurar sus modos de producción. La vida como exceso.

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Eso es un himno de los años setenta (las canciones que todes cantábamos con convicción). Y en todo el mundo la palabra “libertad” sonaba con el mismo temblor en gargantas: en Joan Baez, en Lucio Battisti (“Il mio canto libero”), en Nino Bravo.

De todos modos, lo que se canta es el anhelo de libertad (porque uno se sabe preso de la cárcel de hierro de la sociedad, de la guerra, de las miserias del capitalismo y sus filosofías del contentamiento): “Para la libertad”, en nombre de la libertad (en falta), que es como cantar para romper las cadenas del Hábito.

Nino Bravo también canta un himno, pero lo hace desde una posición exterior. Divide las estrofas y va alternando el relato de la situación del que se cree libre y su canto mismo (el del otro, no el suyo).

En tercera persona: tiene casi veinte años, está cansado de soñar, piensa que la alambrada sólo es un trozo de metal, se marchó cantando una canción (¿cuál? Probablemente “Para la libertad”) y no escuchó la voz que le llamó... Le cagaron a tiros. Quedó tirado en el suelo con el pecho ensangrentado.

En primera persona: el canto del liberado. ¿Desde dónde surge ese canto? ¿De un más allá de la vida? ¿Es el canto de aquel que se siente liberado por la muerte de las cadenas de la vida? En todo caso: “Yo soy libre” (como el sol, como el mar, como el ave, como el viento). “Yo soy librecuando he dejado de ser. No cuando mi ser se funde (para la libertad) en un pueblo que falta. No cuando declino los rigores de la sujeción y la subjetividad y devengo uno con lo viviente, sino cuando el ser directamente cesa.

A la inmanencia de “Para la libertad” (el agenciamiento con los árboles, aún talados, los retoños, las savias y las espumas), la trascendencia de “Libre”: sólo el Más Allá nos libera. Nino Bravo le recuerda al joven de casi veinte años que mejor no salga a dar batalla porque van a cagarlo a tiros, pero como sabe que de todos modos va a hacerlo, porque no depende de su voluntad sino de la hostilidad de los Tiempos, inmediatamente revela que, una vez muerto, será como... (el uso de la comparación bloquea el devenir: las unidades comparadas permanecen distantes: lo mismo sucedía en el poema de MH: como el árbol cautivo, como el árbol talado, salvo que allí los unía una corriente de vida, savia, espuma).

Nino Bravo cantó un himno cadavérico. Naturalmente, también cantamos ese himno durante los setenta. Pero para disimular su putrefacción, las estrofas narrativas se perdían, nadie las recordaba. El acento puesto en el “Yo soy libre”.

Después crecimos y supimos que el mar no era libre, sino que estaba atado a las determinaciones de la luna. Y supimos que el sol tampoco era libre, porque estaba subyugado por la lógica astronómica. Y del pájaro supimos, cuando leímos a los más sabios comentadores de Rilke, que el animal estaba preso de su propio aturdimiento, que no podía liberarse de la cárcel de su instinto (ese mismo al que nosotros habíamos renunciado para construir civilizaciones). De modo que de las comparaciones de Nino Bravo no nos quedaba sino la amargura de que ni muertos habríamos de ser libres.

Por fortuna, el cantante catalán nos regalaba la hipótesis de que no importa tanto el ser libres sino el trabajopara la libertad”, el anhelo utópico, el principio esperanza (nos había enseñado Bloch: hic Rhodus, hic salta!).

Pero, entonces, ¿que quiso decir en su momento el judío de Praga cuando le contestó a su amigo Max Brod: “Por supuesto que hay esperanza en el mundo, hay mucha esperanza. Pero no para nosotros”. ¿Debemos vivir en la desesperanza? En uno de sus más célebres relatos, “Bericht für eine Akademie”, el judío de Praga le hace decir a un mono que recuerda su anterior vida simiesca y sus padecimientos cuando lo enjaularon y su conversión: “Hasta entonces había tenido tantas salidas, y ahora no me quedaba ninguna. (...) No tenía salida, pero tenía que conseguir una: sin ella no podía vivir”. Inmediatamente aclara a los académicos que lo escuchan:

Temo que no se entienda bien lo que para mi significa "salida". Empleo la palabra en su sentido más preciso y más común. Intencionadamente no digo libertad. No hablo de esa gran sensación de libertad hacia todos los ámbitos. Cuando mono posiblemente la viví y he conocido hombres que la añoran. En lo que a mí atañe, ni entonces ni ahora pedí libertad. Con la libertad -y esto lo digo al margen- uno se engaña demasiado entre los hombres, ya que si el sentimiento de libertad es uno de los más sublimes, así de sublimes son también los correspondientes engaños.

La libertad, se nos advierte, es todavía demasiado humana, supone unos umbrales de individualización y de subjetivación todavía muy trascendentales, sublimes (“soy libre”), planos que nunca sabremos si nos atreveremos a cruzar. Una salida, en cambio, está al alcance de cualquiera. Una salida nos permite conectar con cualquier otre y, en hipótesis, hacer pueblo.

En estas épocas de enunciados terminantes sobre el cuerpo, conviene recordar que la libertad es un valor y un principio del paleo o del neoliberalismo. No se trata pues, tanto de la libertad (sobre el propio cuerpo) sino de una soberanía (sobre la propia vida).

*

Un himno, entonces, para algo que nunca alcanzaremos (y que tal vez no nos interese alcanzar), es casi como una elegía. El fin último de la palabra es la celebración, cuya forma poética específica es el himno. El término griego hymnos deriva de la aclamación ritual que se gritaba durante el matrimonio: himen. Pero desde los más antiguos registros, en los así llamados himnos homéricos, se refiere sobre todo al canto en honor a los dioses.

Después, una vez que se constató o se decidió la muerte de los dioses, el himno se confundió y se contaminó con la elegía: en la esfera de la celebración puede darse el lamento pero, sobre todo en el caso de “Para la libertad”, la esfera del planto y la endecha admite la celebración de lo que, por milagro, vive apenas pero vive todavía. Imaginamos con nostalgia (después de todo, es el signo de los tiempos): ¿qué habría pasado si la potencia vocal de Nino Bravo se hubiera encontrado con la sensibilidad política del catalán o con el rigor archivístico del otro valenciano, el que rechazaba los honores de Francia (“A galopar, a galopar / hasta enterrarlos en el mar”)? Ninguno de los otros dos tuvo nunca propiamente “voz” y el que tuvo la voz, no tuvo idea. Ya se sabe: que sin ética del trabajo y sin archivo, no se llega más que a callejones sin salida.

*

Bentivegna, comentando la muerte de Rodrigo Bueno y también la de Nino Bravo dijo: son muertes neoliberales. En efecto: drogas, autos de alta gama, autopistas. Nada que ver con los martirologios de los rockers del setenta. Son muertes sistémicas, completamente amargas, de quien ni buscó ni encontró una salida. Patinaron en la remolacha o en el bacalao del camino de la vida. Quiera Dios que no se estén pudriendo en el infierno.


1.- En 1965 el joven catalán (hijo de anarquista) se había presentado en el programa Radioscope en Radio Barcelona, donde interpretó sus primeras canciones. Fue uno de los pioneros de la Nova Cançó. Ese mismo año editó el LP Una guitarra, con canciones en catalán, seguido casi de inmediato por otros dos con las mismas características. En 1968, el año de su primera presentación en TVE, publicó sus primeras canciones en castellano, recogidas en La paloma en 1969. Ese mismo año participó en el IV Festival de la Canción Popular de Río de Janeiro, con la canción “Penélope”. De allí pasó a Buenos Aires, donde se presentó en la televisión, y de ahí a América latina. En 1971 editó Mediterráneo, con algunas de sus composiciones más características (“Aquellas pequeñas cosas”). Actúa gratis en Viña del Mar, en solidaridad con el gobierno de Salvador Allende. En 1972 editó el álbum Miguel Hernández, con canciones que ya integraban su repertorio. Un año después, el disco con canciones a partir de poemas de Antonio Machado fue un suceso de ventas, a pesar de la censura en su contra. Aunque siguió cantando y componiendo en catalán, tanto sus grabaciones en castellano como su participación en el cine español le valió la condena de los más recalcitrantes sectores catalanistas. Ha sido reconocido con nueve doctorados Honoris Causa por su contribución a la música y literatura española.

2.- Durante la ocupación alemana, el padre fue arrestado e internado en un campo de trabajo para republicanos españoles. La madre se “repatrió” a San Sebastián con los cuatro hijos, donde vivieron hasta 1948, cuando vuelven a París. En 1956, la foto de una mujer andaluza vestida de negro le inspiró al cantante su primera canción sobre el poema "La más bella niña" de Luis de Góngora. En 1964, realizó su primera grabación con poemas de Góngora y de García Lorca. El segundo disco de la colección "España de hoy y de siempre" aparece en 1967: incluye poemas de Alberti, Góngora, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Miguel Hernández y Quevedo. En febrero de 1968 ofrece su primer concierto en España. Canta en TVE "Andaluces de Jaén". Se instala en Barcelona, donde entabla amistad con José Agustín Goytisolo. El 12 de mayo de 1969 canta en la Sorbona para conmemorar el primer aniversario de la toma. Saca su tercer disco de poetas españoles musicalizados. En 1971 es incorporado al índice franquista que prohibe su actuación en territorio español. Tras la muerte de Franco, en 1975, se niega a volver a España, aunque colabora en actos anarco-sindicalistas. En 1982 cierra la campaña del PSOE. En 1982 Mitterrand le otorga la médaille de l'Ordre des Arts et des Lettres, que rechaza. En 1987, Jack Lang intenta nuevamente, y nuevamente la rechaza. A principios de los noventa se instala en España (Madrid, primero: luego Barcelona). El 18 de marzo de 2011, en mis segundos esponsales, su tema “Hermana marica” fue usado como vals.

3.- Kuma Ching tenía guión de Dalmiro Sáenz y Carlos A. Petit y está protagonzada por Luis Sandrini, Lola Flores, Narciso Ibáñez Menta y Juan Verdaguer. Un importante científico español interpretado por Narciso Ibáñez Menta es secuestrado por dictadores de China con la intención de que desarrolle armas para conquistar el mundo. Las fuerzas internacionales deciden rescatar al científico español para lo cual buscan a un espía internacional que vive en Buenos Aires a quien piensan insertarle un chip de rastreo e introducirlo en China comunista para rescatarlo. Por otro lado, la hija del científico, interpretada por Lola Flores, se contacta con la resistencia de China y por sus medios trata de rescatar a su padre. Mientras tanto en Buenos Aires y de manera accidental los agentes internacionales comandados por Juan Verdaguer insertan por error el chip en la persona de un porteño común que de manera accidental ocupa el taxi equivocado. Al darse cuenta de su error el agente Juan Verdaguer decide llevar adelante el plan de todos modos e introducir en China al porteño Luis Sandrini dentro de un ataúd. Aquí comienzan una serie de desventuras para el personaje desempeñado por Sandrini que después de muchos contratiempos es introducido en China dentro de un ataúd y toma contacto con la hija del científico español y ambos procuran liberar a Narciso Ibáñez Menta.

4.- La movida valenciana de los ochenta introdujo la cultura clubbing en España y atraía a jóvenes de toda España que, drogados, iban a pasar el fin de semana en la carretera del Saler, infestada de discotecas. El fenómeno duró hasta mediados de la década del noventa. El regreso de los "ruteros" podía demorarse en ocasiones hasta el lunes por la noche; del mismo modo que las salidas podían adelantarse al jueves. En muchos casos, la gente que salía "de ruta" ni siquiera contrataba alojamiento en Valencia, si es que venía de fuera, sino que literalmente pasaban las 72 horas del fin de semana "de fiesta" en los locales, salvo pequeñas pausas para dormir o comer algo, muchas veces en el mismo coche o en los estacionamientos. precaución, la palabra BETTERAVES, con la imagen de un coche dando un patinazo. (…) Esta lista, firmada por Roland Barthes, continúa, como suele ocurrir con todas las listas. A veces nos parece bien una de las cosas citadas, pero la siguiente nos provoca una tremenda irritación. Después del «vino de Médoc» y de «llevar suelto», Barthes dice que le gusta «Bouvard et Pecuchet». Bien; magnífico; seguiremos leyendo. ¿Y qué viene a continuación? «Caminar calzado con sandalias por las carreteras del sudoeste de Francia.» Me parece suficiente como para tomar el coche, irme hasta el sudoeste de Francia, y dejar las carreteras sembradas de remolacha.

5.- No comparo las canciones musicalmente, porque ninguna de ellas presenta nada interesante, salvo el sustrato “zíngaro” del tema de Nino Bravo, que sólo puede señalarse, sin otro comentario. “Fútura mirada”, en la canción del catalán, sigue siendo un ripio intolerable.

6.- Después de esta estrofa hay una que la canción omite: “Para la libertad me desprendo a balazos / de los que han revolcado su estatua por el lodo. / Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, / de mi casa, de todo.