Un fantasma de psicosis colectiva recorrió no sólo Europa sino gran parte de los mercados globales ante el poco sorpresivo anuncio del denominado "cierre de Gobierno" por parte de los Estados Unidos. Hay quienes advierten sobre los efectos pseudo catastróficos de que la Administración de Barack Obama se declare en default si no logra subir el techo de la deuda. Pero al dejar de lado esta preocupación, nos embarga otro dilema. Muchos argentinos (tal vez no tantos) reposaron sus cabezas anoche sobre la almohada con la siguiente pregunta: "¿Y qué pasaría acá en Argentina si cerrara la administración pública nacional?".
Quien comenzó con este problema en Estados Unidos fue el expresidente demócrata Jimmy Carter, de quien Obama seguramente se acordó mucho en las últimas horas tras la no aprobación del Presupuesto 2014. Fue en 1980 cuando el rigorista de las leyes Carter le pidió al procurador general Benjamin Civiletti que revisara el contenido de la Anti-Deficiency Act de 1884. El propósito de esta norma era condenar a los empleados federales que gastaran dinero no aprobado legalmente por el Congreso, con penalidades que incluían hasta la cárcel. Carter hizo entonces una libre interpretación de esa premisa que luego sería aplicada como el ahora mencionado "Government Shutdown".
Este cierre parcial de la administración federal en los Estados Unidos, como consecuencia de no lograr un acuerdo sobre el presupuesto, derivó en la suspensión de 800.000 empleados públicos y el cierre de oficinas públicas y otras instituciones que dependen del Gobierno federal. El gobierno federal no puede pagar sus cuentas y se ve en consecuencia paralizado.
En el caso de Argentina, hubo quienes creyeron que algo así podía suceder. Un diario de marcada tendencia oficialista tituló el 14 de noviembre de 2010 en portada "Sin el presupuesto, peligran 380 mil puestos de trabajo". Y explicaron: "Más de 7 mil obras públicas podrían quedar desfinanciadas si el Congreso no sanciona la ley de leyes", en referencia al Presupuesto. Incluso el redactor de la nota, ahora devenido en el primer entrevistador de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, detalló que "la construcción de hospitales y viviendas, la asignación por hijo, la movilidad jubilatoria, los aumentos a docentes y policías, y hasta el plan nuclear" se encontraban "en riesgo por el cerrojo opositor".
En una Argentina sin presupuesto, el ciudadano se hubiera encontrado con la paradójica imagen de un piquete en pleno centro realizado por los propios miembros de la Policía Federal. En esta especie de caos anárquico no hubiera sido extraño entonces encontrar a una hinchada barrabrava, contratada como milicia privada, como un grupo rompehuelgas.
Los docentes serían quienes se animarían a tomar las escuelas en lugar de los estudiantes. En consonancia con los Estados Unidos, en donde se suspendieron el envío de pensiones e indemnizaciones para veteranos de guerra, en Argentina los veteranos y excombatientes, sean del teatro de operaciones que fuese, hubieran no sólo continuado el campamento en Plaza de Mayo, sino además hubieran acompañado a los asambleístas de Gualeguaychú en defensa de los intereses nacionales.
El argentino es vivo, pícaro. O al menos lo era el que inventó esa idea. En el caso de que los museos, monumentos y parques nacionales cerraran como en Estados Unidos, es probable que los guías boicotearan el trabajo brindando explicaciones con datos incorrectos a los ingenuos visitantes. "El Obelisco fue donado por el mismo Napoleón Bonaparte en persona a Cornelio Saavedra, tras una breve vacación-saqueo en Egipto", gritaría tal vez por el megáfono un empleado municipal combativo.
Los cientos de miles de empleados públicos no soportarían la presión de no ir a trabajar y los psicólogos argentinos serían instados a cobrar una "tarifa social" para ayudar a los cesanteados.
En EE.UU. la "Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives" no está entregando los permisos y habilitaciones para portar armas, lo que provocaría más de una crisis nerviosa en los fanáticos socios de la Asociación Nacional del Rifle. En Argentina, por elcontrario, el RENAR estrenaría el "happy hour" y el "2x1".
Esta ficción inesperada por el lector se permite dado que este escenario es absolutamente imposible. De no aprobarse un presupuesto en Argentina, el Ejecutivo acude a la "Ley de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del Sector Público Nacional" (Nº 24.156) y con esto reutiliza el presupuesto vigente hasta el año de tratamiento. Como el viejo presupuesto no incluye la nueva inflación del año en curso, la presidenta o presidente argentino podría apelar a decretos de necesidad y urgencia para adicionar nuevos fondos. Podemos dormir tranquilos.