POLITICA
Santiago Maldonado

Santiago Maldonado | En qué casos debe el Gobierno responder por la ubicación de una persona

Existen dos casos muy diferenciados: uno donde se desconoce el paradero de una persona y se le solicita al Estado su auxilio y otro donde la persona desaparece por acción u omisión del Estado.

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ADN. Esperan los resultados. | Cedoc Perfil

Todos queremos saber qué pasó con Santiago Maldonado. Lo cierto es que hasta el momento los hechos que se pudieron comprobar no alcanzan para saber qué pasó, si estuvo o no junto a los mapuches o si fue o no reprimido.Sabemos muy poco sobre el tema y la cuestión central es cómo administramos esa ignorancia. 

La primera pregunta que debemos hacernos es si el Gobierno debe dar cuenta en todo momento acerca de dónde se encuentra un ciudadano. Es decir, si es responsable acerca de la ubicación de cada uno de nosotros en todo momento. La negativa nos llevaría a considerar entonces que el Gobierno carga excepcionalmente con esto. En cambio, la positiva nos llevaría a considerar que estamos en condiciones de demandar al Estado por cada persona acerca de la cual desconocemos el paradero pidiéndole un resarcimiento por su ausencia en cualquier caso. En el Derecho vigente, prima la opción negativa que favorece a la privacidad por sobre el “Gran Hermano” como regla general. 

Entonces, ¿en qué casos debe el Gobierno responder por la ubicación de una persona? Siempre que se desconozca su paradero. Sin embargo existen dos casos muy diferenciados: uno donde se desconoce el paradero de una persona y se le solicita al Estado su auxilio y otro donde la persona desaparece por acción del Estado. Si no fue por obra del Estado, entonces el Gobierno debe responder y es responsable por realizar una búsqueda diligente haciendo todo lo razonable y posible por encontrarlo. Si, en cambio, tuvo que ver con la causa que motivó la desaparición debe buscarlo y además responder por su ausencia. 

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Ahora bien, ¿qué sabemos? poco. Especialmente siendo que se ha instituido el secreto de sumario en el expediente. A la fecha no sabemos a ciencia cierta si estuvo o no en Cushamen al momento del enfrentamiento con Gendarmería. Y, si estuvo, si Gendarmería tuvo algo que ver con su posterior ausencia. Los únicos dos “testigos” que afirman el vínculo entre las fuerzas de seguridad y Maldonado fueron dos personas encapuchadas, sin DNI, grabadas, pertenecientes a RAM. Dichos testimonios no forman parte del expediente como prueba.. O sea, el único elemento que permite ligar la responsabilidad de la ausencia de Santiago Maldonado al Gobierno son dichos cuya veracidad es imposible de verificar, quienes lo produjeron no responderán si es falso y que no sirve para alterar el orden de la causa. No hay nada más hasta el momento. 

No sabemos si Gendarmería tuvo o no algo que ver. Pero hasta ahora no hay evidencia que permita afirmar que sí. Esto nos posiciona dentro del marco a partir del cual el Gobierno Nacional se encuentra obligado a arbitrar diligentemente todos los medios disponibles y razonables para encontrarlo.En ese marco, no procede hacer la pregunta: “¿Dónde está Santiago Maldonado?” en tanto no es responsabilidad del Gobierno sino “¿Qué se está haciendo para saber dónde está Santiago Maldonado?”. Diferencia que pueden parecer sutiles, pero no lo son y se basan en la duda razonable. 

En base a la información disponible no podemos afirmar que el Gobierno sea responsable. Si queremos llegar a esa afirmación necesariamente debemos llenar los vacíos con ideología, creencias o convicciones. Sostener, por ejemplo, que “se lo llevó Gendarmería” es por lo que se sabe una creencia. No hay ningún elemento que permita sostenerlo. Al igual que pensar que “fue acuchillado por el sereno” o cualquier otra conjetura de las que se leen, son todas teorías. No sabemos que es lo que sucedió y eso requiere prudencia. La duda razonable debe guiarnos a estudiar toda posibilidad con esmero y compromiso pero sin caer en la tentación de llenar los baches existentes con cosas no probadas y anticipar conclusiones. 

Es más fácil y más cómodo vivir con creencias que con dudas. Las dudas nos generan ansiedad, miedo y desgastan. Pero después de más de 30 años de Democracia, después de un largo recorrido de fortalecimiento institucional, debemos ser capaces de llamar a las cosas por su nombre y de evitar el prejuzgamiento. Y debemos darle las garantías constitucionales tanto al que piensa como uno como aquel que no. No tengo dudas de que todos los argentinos vamos a estar del mismo lado pidiendo Justicia y que todos queremos saber qué pasó. Pero militar la duda, la falta de certezas atribuyendo responsabilidades que no están probadas es una forma de erosionar instituciones democráticas y prejuzgar con fines políticos mezquinos y miserables. Es administrar justicia por mano propia, a pesar de lo que diga o haga el Poder Judicial. 

Espero que Santiago Maldonado aparezca pronto. Pero también espero que hasta que se sepa la verdad tengamos la decencia y la madurez cívica de no adelantar juicios. Es un tema sensible, que remite a épocas oscuras de nuestra historia. El Gobierno está haciendo hasta el momento todo lo razonable, y aquello a lo que la legislación nacional e internacional, lo obliga para determinar qué pasó. 

Excedernos en las calificaciones, prejuzgar, omitir las pruebas para formular juicios son todas formas de empobrecer el debate y genera una fractura innecesaria en un tema que estoy profundamente convencido de que nos une: la búsqueda de la Verdad y el compromiso común de que Nunca Más pase que alguien sea muerto, dañado o desaparecido por un Gobierno. Nada permite por el momento decir que este sea el caso salvo la intención de dañar un Gobierno a pesar de lo que ignoramos.