Paolo Rocca, el líder de la mayor empresa industrial argentina, no está solo en el momento más delicado de su vida empresaria: acaba de reconocer ante la sociedad que su empresa, el Grupo Techint, pagó coimas durante el kirchnerismo, pero nadie entres sus pares del establishment esboza una autocrítica ni una condena.
El cierre del cerco para respaldar al hombre nacido en Milán hace 65 años y que según Forbes tiene una fortuna de US$ 9.700 millones de dólares fue notorio el jueves en un encuentro de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) en el hotel Sheraton.
Allí, esa entidad surgida a la salida de la convertibilidad para defender a grandes empresas con deudas en dólares lo ubicó en un panel junto a Héctor Magnetto (de Grupo Clarín), Luis Pagani (Arcor), Enrique Cristofani (Santander) y Federico Braun (La Anónima) para que expusiera su versión de los hechos. Dijo que en un contexto de una expropiación violenta, su mano derecha, Luis Betnaza “accedió a la exigencia” de la anterior gestión de dar “apoyo para el Ministerio que llevaba adelante las negociaciones” por el cobro de la indemnización por Sidor en Venezuela. “Actuamos para proteger a nuestra gente”, terminó de reconocer el pago indebido que en un primer momento pareció únicamente atribuirle a su gerente. Luego detalló que “Techint no participó del club de la obra pública” que se denuncia en la causa de los cuadernos que mantiene en vilo al mundo de los negocios.
Paolo Rocca: "Techint no participó del club de la corrupción"
Silencio. Aunque todo esto ocurrió minutos después de que el propio presidente Mauricio Macri dijera que “no va a hipotecar su gobierno para defender a nadie” y que resaltara la importancia de la ley del arrepentido, que es la que ha permitido conocer los ilícitos como los que admitió Techint, PERFIL no logró que ninguno de los presentes condenara los hechos que reconoció el propio Rocca. “Nosotros hablamos de negocios, no de otra cosa”, dijo Cristofani. “Está trabajando la Justicia”, solo dijo Pagani. En el resto de la jornada participaron además Marcos Galperín (Mercado Libre), Alejandro Bulgheroni (PAE), David Lacroze (Grupo Lacroze) y Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó), entre otros.
“Esto no fue en respaldo a Rocca”, aseguró en tanto Jaime Campos, presidente de AEA al término del encuentro que se realizó en un salón lleno ubicado a menos de 50 metros de la cochera del edificio de Techint, donde según los cuadernos del chofer del número dos de Julio De Vido se realizaban los pagos por parte de la empresa. Según Campos el encuentro había sido craneado entre marzo y abril, y si bien se debatió si convenía mantenerlo, entendieron que era peor la imagen si lo levantaban. Y terminaron de convencerse con la confirmación de Macri. “Esto sí fue en respaldo de Ro-cca, si bien estaba convocado, se decidió que fuera el ámbito para que hablara”, dijo otro miembro de AEA a este diario que pidió no revelar su nombre.
Mancha. Con el nombre “La mirada empresaria. Desarrollo e inversiones”, el encuentro llegó en un momento delicado no solo para el accionista de Techint, quien aún no ha ido a los tribunales –como otros dueños de empresas– a hacerse cargo de lo que hicieron sus empleados. Otros tres vicepresidentes de la entidad están involucrados en los escándalos por los cuadernos: Aldo Roggio, de Benito Roggio e Hijos, que no estuvo en el Sheraton ya que el miércoles reconoció el pago de coimas por el 5% de los subsidios que recibió hasta 2011; Enrique Pescarmona, de Impsa, que estaba de viaje y aún tiene a su mano derecha, Rubén Valenti, detenido; y José Cartellone, mencionado por el ex titular de la Cámara de la Construcción, Carlos Wagner, como uno de los integrantes del club de la obra pública corrupta, que sí se sentó en la misma mesa que Rocca durante el discurso de Macri. Sin embargo, a diferencia de los otros, él ha sido el único que desmintió haber pagado coimas (ver página 12).
Un día histórico
Es extraño que, si aún marcan lo relevante en términos históricos, las tapas de los diarios no hayan reflejado ayer lo que sucedió el jueves. La figura más preponderante que tiene el establishment empresario en la Argentina, Paolo Rocca, reconoció el haber pagado coimas con su empresa durante un gobierno reciente. Una novedad de la magnitud de los reconocimientos que hizo en los últimos años Marcelo Odebrecht en la Justicia brasileña. De hecho, las coberturas en nuestro país varias veces usaron el “Ro-cca brasileño” para explicar la influencia del magnate emblema del Lava Jato.
Habituados a ser quienes piden seguridad jurídica, transparencia y reglas claras, los hombres de negocios están desnudos y en el barro. Como nunca, se suceden gigantes a reconocer procedimientos ilegales, con distintas excusas, pero que difícilmente los justifican. Hay un amague de punto de inflexión.n