Mientras en Argentina el Congreso aprobaba la Ley Ómnibus que él mismo concibió, al menos en su versión original, Federico Sturzenegger, emparejaba en Miami a empresarios y sindicalistas al hablar de una "república corporativa" donde "el robo está institucionalizado"
En el campus de la UM de Coral Gables, lleno de argentinos, el economista arrancó con una historia que hizo reir a los presentes: "Hace un par de años se retiró el chef de la residencia presidencial de Olivos. Le hicieron una entrevista para que contara qué había visto en sus 30 años allí: 'Bueno, lo primero que diría es que acá los presidentes cambiaban todo el tiempo, pero los que venían a cenar eran siempre los mismos'".
Eligió esa definición del chef porque según él, explica "la estrategia subyacente al programa de desregulación” del presidente Milei.
Avanzó con la idea: "En la superficie, Argentina parece un lugar muy inestable. Lo que nosotros diríamos un quilombo. Inflación, cambios abruptos: un día se hace una cosa, el otro día se hace otra. Sin embargo, yo creo que eso es un engaño".
Defendió esa afirmación: "Argentina es un país extraordinariamente estable en su estructura organizativa. Si hoy les sacáramos una foto a todos los sindicalistas argentinos y la comparásemos con una foto de los de hace 30 años, veríamos que son las mismas personas. Y si después hacemos una con los empresarios argentinos más importantes y la vemos junto una foto de los de hace 30 años, encontraríamos que son las mismas personas".
Dijo que eso es lo que Milei llama "la casta" pero que también resiste la denominación más clásica: el "establishment". Sturzenegger piensa que quizá hay una tercera pata, un "recién llegado a la fiesta": las organizaciones sociales "que han armado una estructura de poder".
Pero reforzó la idea del "modelo empobrecedor" que solo da bienestar a esos empresarios y a esos sindicalistas.
La megaley abrió la interna entre el ala política y los ‘técnicos’ del Gobierno
Y marcó que esa "república corporativa" con los años "se ha hecho carne en la ley" y en su visión "el robo está institucionalizado".
Entonces el programa de Milei "más que apuntar al crecimiento económico tiene un fin más político: desarmar los recursos que financian a este statu quo y le permiten perdurar en el tiempo”.
Sin abandonar el punto, resaltó que el crecimiento económico "por supuesto es un objetivo" pero por delante, insistió, está el objetivo político:
"A este programa de desregulación subyace una una estrategia para desarmar la estructura corporativa de Argentina. Sacar los nichos de privilegios, sacar los monopolios instalados por el Estado, sacar los peajes que la ley impone para que ciertos actores cobren".
"Si se desarma eso, quizás hay una oportunidad”, se ilusionó.
Valoró que "hay un presidente con mucho apoyo, pero sin grandes grandes números en el Parlamento" porque "eso obliga al ejercicio de la democracia, a consensuar".
"Se dan discusiones que nunca se habían dado: cayó un muro de silencio sobre un montón de temas que nadie se animaba a tocar”, sostuvo. Sobre la ley que se acababa de aprobar en Argentina aceptó que “han quedado cosas en el camino, pero también muchísimas cosas se mejoraron. Es parte del juego de la democracia”.
LT
