Después debía llevar al el enigmático empresario venezolano-estadounidense hasta el porteño hotel Sofitel. Esa fue la orden que recibió de su jefe: Claudio Uberti, el ex funcionario kirchnerista que es investigado en la causa conocida como Valijagate por el supuesto delito de lavado de dinero.
Mañana se cumple un año de aquella madrugada. Al valijero se lo tragó la tierra. La Justicia venezolana pidió su captura internacional por no declarar el dinero que sacó del país, y la Argentina lo acusa de haber intentado una maniobra de lavado de dinero. Se cree que sigue bajo el sol de Miami y que el FBI lo arropa por las noches.
Ricci, el principal chofer que tuvo Uberti durante su paso como director del Órgano de Control de Concesiones Viales (Occovi), había llegado al aeropuerto porteño Jorge Newbery entes de las 2.30 de la madrugada del 4 de agosto de 2007.El chofer nunca se imaginó que iba a esperar tanto. “El Gordo” Antonini había sido descubierto por un supuesto acto de azar de María Luján Pelpuk, una joven integrante de la PSA.
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