Tras su visita a Israel, el presidente Alberto Fernández se reunirá, por primera vez como presidente, con el papa Francisco en el Vaticano. El encuentro llega luego de muchos gestos de buena sintonía entre el Gobierno y la Iglesia, además del exitoso viaje de la primera dama, Fabiola Yáñez, a la Santa Sede, en la que le entregó el cáliz de la misa que compartió su pareja con el saliente presidente Mauricio Macri y particpó de una actividad de Scholas Ocurrentes. Sin embargo, también ocurre luego del primer dolor de cabeza del nuevo gobierno con la intrincada diplomacia del Vaticano, por el rechazo informal que sufrió la candidatura del diplomático Luis Bellando como nuevo embajador ante la ciudad estado.
Según pudo reconstruir este medio, la propuesta fue impulsada por el influyente secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, quien promovió la candidatura sin respetar el tradicional sistema de consultas que permite evitar este tipo de inconvenientes. La idea de llevar al Vaticano al actual embajador en Angola habría llegado a Beliz por intermedio de su cuñado, Francisco Meritello, secretario de Medios Públicos y amigo de Bellando. En Cancillería, la propuesta causó algunos rechazos, porque el diplomático era visto como un hombre muy cercano al ex canciller Jorge Faurie.
En términos formales, la candidatura sigue pendiente de respuesta. El placet está aún en la Nunciatura, la representación diplomática del Vaticano en la Argentina. Además, ayer, ante la consulta de medios internacionales, el vocero de la Santa Sede aseguró que no hubo aún una respuesta a la propuesta argentina. Diversas fuentes oficiales y de la Iglesia, sin embargo, confirmaron que la presentación ya se dio por rechazada y el Gobierno definirá, ahora con más prudencia y consulta previa, un nuevo candidato.
En el Gobierno, creen que el entredicho diplomático es un tema menor, frente a los signos de buena sintonía que se lograron en el primer mes de gestión y la excelente relación que forjó el jefe de Estado con algunos miembros de la Iglesia muy cercanos a Francisco, como el obispo villero Gustavo Carrara o el jefe del Episcopado, Oscar Ojea.
El vínculo está cimentado en una fuerte coincidencia en políticas sociales y la búsqueda de sintonía con el pensamiento del Papa que buscó mostrar Alberto, quien leyó sus principales obras como Papa y consultó a especialistas. También se basa en un acuerdo tácito para evitar roces en temas espinosos, como el aborto.