Durante la última dictadura militar, el genocida Jorge Rafael Videla libró una feroz interna con el jefe de la Marina y su aliado en el golpe Eduardo Emilio Massera.
Una de las víctimas fue Elena Holmberg, una diplomática de carrera antiperonista que apoyaba a Videla y que un día apareció flotando en el río Luján. "Yo en el libro trabajé mucho sobre las muecas y las casualidades del destino", dice Andrea Basconi, autora del libro Elena Holmberg, la mujer que sabía demasiado (Sudamericana, 2012). "Y esta es otra mueca más en lo que fue la interna. La interna persigue a Videla hasta en su propia muerte".
Para Basconi, "todo lo que digamos todos en este momento serán lugares comunes. Lo más importante es que (Videla) murió preso. En plena democracia llegaron a fotografiarlo, teniendo prisión domiciliaria, en una misa. Esta vez se murió en una cárcel común en Marcos Paz, fue juzgado y condenado, pero igual que Massera se llevó miles de secretos sobre las personas detenidas-desaparecidas que ellos mataron", señala la periodista.
"Me parece que todavía falta un poquito de Justicia. Hubiera estado bueno que se arrepintiera y que dijera lo que sabía, y no que se considera un perseguido político" como en las últimas entrevistas que concedió.
Durante el trabajo de investigación para su libro, Basconi intentó entrevistarlo: "Fue en 2009. Nunca me contestó las preguntas, dejé cartas personalmente". La escritora recordó las dudas que todavía persisten sobre la muerte de Holmberg: "Massera estaba determinado a matarla y ella se cruza en su proyecto político. Lo que no podemos olvidar es que Videla era el presidente, es difícil que pasaran cosas sin que él estuviera al tanto. Elena estuvo con Videla el 19 de diciembre del ‘78, un día antes que la asesinaran".