POLITICA
Obtuvo el 27,3 % de los votos

Vientos de tristeza y resignación en el bunker peronista de Leandro Santoro

El candidato subió al escenario acompañado por sus más estrechos colaboradores. Su rostro era elocuente. Agradeció el esfuerzo de la militancia y felicitó a los ganadores . Pero no pudo ocultar su desazón. El clima contrastaba con el de la fiesta libertaria en Parque Lezama.

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No alcanzó. El peronismo porteño no pudo con el vendaval libertario, aunque no hizo una lección más deslucida que su promedio histórico en la ciudad. | Pablo Cuarterolo

La noche del 18 de mayo de 2025 quedará grabada en la memoria del peronismo porteño como una jornada de amarga desilusión. El búnker de "Es Ahora Buenos Aires", instalado en el microestadio Héctor Etchart, del Club Ferro Carril Oeste, en el barrio de Caballito, fue testigo de un clima que transitó de la esperanza al desencanto a medida que avanzaba el escrutinio.

Desde temprano, la sede mostraba una inusual calma. La ausencia de dirigentes partidarios era notoria, y el espacio destinado para la militancia lucía semivacío. El color verde, distintivo de la campaña de Leandro Santoro, decoraba un ambiente que, lejos de la efervescencia habitual, se impregnaba de una tensa expectativa.

“Sabíamos que iba a ser difícil, pero no esperábamos quedar tan atrás”, confesó Mariana, una militante del barrio de Almagro, con la voz quebrada. A su lado, un compañero la abrazaba en silencio, mientras la pantalla gigante proyectaba los resultados oficiales: 30,14% para Manuel Adorni (LLA), 27,34% para Santoro. El PRO, históricamente dominante en la Ciudad, quedaba relegado, pero el batacazo no fue capitalizado por el peronismo.

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A las 19:52, Santoro subió al escenario acompañado por sus más estrechos colaboradores. Su rostro era elocuente. Agradeció el esfuerzo de la militancia, felicitó a los ganadores y lanzó un mensaje con tono ético: “Si la crueldad se puso de moda, que no cuenten con nosotros”. La frase fue recibida con un aplauso tibio, casi melancólico. Muchos ya comenzaban a abandonar el estadio, mientras otros se quedaban en silencio, mirando al vacío.

Menos de media hora después, el búnker comenzaba a desmantelarse. La escena contrastaba con la fiesta libertaria en Parque Lezama. Allí, globos, gritos y música tronaban celebrando el ascenso de Adorni, mientras en Ferro solo se escuchaba el murmullo apagado de analistas y periodistas recogiendo testimonios.

“Este resultado muestra una desconexión profunda”, analizó una fuente del PJ porteño que pidió anonimato. “Nos cuesta encontrar un lenguaje que convoque en la Ciudad. Santoro hizo una campaña sólida, pero no alcanzó. Hay algo más estructural: la clase media porteña ya no nos percibe como opción”.

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Varios dirigentes reconocían lo que nadie decía en voz alta durante la campaña: la posibilidad de que el voto anti-Kirchnerista se haya redirigido hacia Adorni con una naturalidad que sorprendió incluso a los propios libertarios.

“Creímos que el desgaste del PRO nos abría una puerta, pero lo que se abrió fue una compuerta para la derecha dura”, admitió un legislador saliente del Frente de Todos.

A pesar del sabor amargo, Santoro destacó la obtención de dos nuevas bancas en la Legislatura. “Vamos a ser una oposición firme, coherente, con valores. Y no vamos a abandonar la calle ni la convicción”, sostuvo en rueda de prensa.

Sin embargo, la sonrisa forzada y los abrazos protocolarios no alcanzaban para cubrir la sensación de derrota. La campaña se pensó como una bisagra, como una oportunidad de posicionarse como alternativa real. Pero el electorado decidió lo contrario, como quedó expuesto.

Fuera del estadio, algunos militantes seguían compartiendo un mate, resistiéndose a volver a casa. “Esto no termina acá, la ciudad está viva, y algún día nos va a escuchar”, dijo Marcelo, docente y referente barrial. Pero incluso en su esperanza se colaba una sombra de duda.

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El panorama para el peronismo en la Ciudad queda ahora bajo una incógnita mayor: ¿qué proyecto político puede interpelar a un electorado que migró del conservadurismo macrista al experimento libertario?

La pregunta resuena con fuerza entre las bases. El sociólogo Eduardo Fidanza analizó en redes: “Lo que se desmorona no es solo un proyecto, sino una forma de leer la realidad urbana desde la política tradicional. Los partidos históricos necesitan un nuevo relato o serán testimoniales en la Ciudad”.

La jornada del 18 de mayo dejó más que una derrota electoral: dejó un espejo frente al peronismo porteño. Un reflejo incómodo de falta de arraigo, de carencia discursiva y de necesidad urgente de reinventarse. Y mientras las luces del búnker se apagaban, la militancia se retiraba sin cánticos ni banderas.

Sólo el murmullo de una ciudad que parece girar cada vez más lejos de su histórica oposición.