Cuando se estrenó, Everything Everywhere all at once (Todo a la vez en todas partes) generó una especie de revuelo mundial poco usual para una película de género. Y, antes de profundizar en esa cuestión, habría que dejar claro que el anclaje en la ciencia ficción de este filme no es el mismo que trabaja una película como Avatar, en donde la acción y la fantasía se articulan con la trama, dándole forma a una película quizá más amplia en su clasificación genérica pero menos compleja.
Durante un tiempo, entonces, la audiencia y la crítica tácitamente unieron fuerzas para hablar de esta producción de A24 dirigida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert, que parte de una situación concreta en la vida de Evelyn Quan Wang, interpretada por Michelle Yeoh. En la película, ella se enamora de Waymond Wang, interpretado por Ke Huy Quan, con quien parte a los Estados Unidos, donde abren una lavandería y tienen una hija, Joy. Años después, esa lavandería es auditada por el IRS (Servicio Interno de Impuestos) y allí, en esa situación donde podría pasar cualquier otra cosa, la película pone en escena el multiverso. Avanzar en la historia sería arruinar la experiencia de una película que realmente llama la atención que sea la más nominada de los Oscar 2023: tiene once, le siguen Sin novedad en el frente y Los espíritus de la isla, con nueve; Elvis, con ocho; y Los Fabelman, con siete.
Siempre que se acerca esta ceremonia, a la Academia de Hollywood se le suele impugnar su falta de osadía en la selección, que deriva en la coronación de películas que se alzan con los máximos premios más por los temas que tratan que por su excelencia. Esta vez, como en algunos pocos casos, la norma se invirtió: la película más original de 2022 es la que tiene más nominaciones.
Chicos sub 40. Daniel Kwan y Daniel Scheinert, ambos de 35 años, son los codirectores de Everything Everywhere all at once. Ellos responden al arquetipo del director consagrado. En una terna en la cual competirán, mañana, con mentes como Steven Spielberg, Martin McDonagh, Todd Field o Ruben Östlund (quizás el nombre menos identificable de la nómina, pero el sueco pertenece al selecto grupo de directores que ganaron dos Palmas de Oro), “los Daniels”, como se los conoce por ser una dupla que comparte nombre de pila, emergen como la gran sorpresa del año.
La sorpresa. No es el primer largometraje que dirigen juntos sino el segundo. Se conocieron estudiando cine en el Emerson College, en Boston. Allí empezaron haciendo videos musicales a grupos como Foster the People, The Shins y Tenacious D. Finalmente, llegó el momento de su primer largometraje, la comedia dramática surrealista Swiss Army Man, protagonizada por Paul Dano y Daniel Radcliffe, que les valió el premio a la Dirección en el Festival de Cine de Sundance de 2016.
Al año siguiente, anunciaron que encararían una película de ciencia ficción, producida por otra pareja exitosa: los hermanos Russo, directores de Advengers: Engame. El guion cayó en manos de la productora y distribuidora A24, responsable de The Whale, otra cinta que será nombrada mañana, sobre todo por la actuación de Brendan Fraser, candidato a llevarse la estatuilla a Mejor Actor. La empresa también produjo Moonlight, cinta que en 2017 le ganó el Oscar a La la land en aquella noche recordada por el equívoco de Faye Dunaway y Warren Beatty, a quienes increíblemente les dieron la tarjeta equivocada a la hora de anunciar la película ganadora.
Dos en uno. “Preferimos que nos llamen ‘Daniels’, antes que ‘los Daniels’ porque sería un poco arrogante querer poseer el nombre ‘Daniel’”, decía Scheinert en una entrevista reciente con Entertainment Weekly, acompañado por su colega y tocayo, y del elenco de la película. La declaración era una respuesta a una pregunta de Jamie Lee Curtis. De manera irónica, el mayor de los Daniels le repreguntó: ¿“Vos sos Jamie o la Jamie?”.Más allá de la anécdota, en esa entrevista es refrescante escuchar hablar a dos directores que parecieran hacer esfuerzos para tomar distancia del éxito y la solemnidad.
En otra entrevista, Scheinert se refería a la improbabilidad de esta situación y la asemejaba a las impredecibles variantes que pueden presentar los hipotéticos escenarios del multiverso: “A veces se siente como que estamos en nuestra propia película, que en algún momento nos van a sacar de este chiste, vamos a volver a nuestras vidas y decir: ‘¡Oh!, ¿no sería increíble eso?’”.
Pero con esta película, “los Daniels” hacen aportes considerables en términos de industria y, concretamente, de elenco. A la recuperación del talento actoral de Ke Huy Quan, quien se había alejado durante décadas de la actuación, luego de trabajar, de pequeño, en éxitos como Indiana Jones, es una reivindicación y una conquista en sí. Algo análogo sucede con Jamie Lee Curtis, actriz que jamás había sido nominada a un Oscar hasta esta película. Párrafo aparte merecería el prestigio que le está significando a Michelle Yeoh, quien es la gran favorita –junto a Cate Blanchett– a llevarse el Oscar a Mejor Actriz.
Los Daniels se posicionan, así, en un lugar especial para la audiencia. Su apuesta por la diversidad, lejos de la pose y el oportunismo, sugiere una manera de contar diferente, que pone el foco en todo aquello que puede orbitar los vínculos humanos y la identidad, y que no se permite ser pretenciosa porque se ríe de sí misma, al tiempo que construye un universo en donde absolutamente todo es posible. Ahora solamente resta ver si mañana la Academia pondera su trabajo por sobre el resto, incógnita que será develada hacia el final de la gala.