Quizá esta versión más apasionada es lo más punk que un integrante de la corona británica puede ofrecer. Pero en un mundo donde las monarquías se observan desde algunas geografías como ejemplares de dinousarios que resisten con fuerza y poder el tiempo, que un personaje como el príncipe Harry tenga declaraciones públicas como las que tendría un “ciudadano común” no deja de ser atractivo. Y para la monarquía de Inglaterra quizá sea un alivio la decisión que él tomó de radicarse en Estados Unidos con la familia que formó con Meghan Markle.
Off potrocolo. Cada regreso a Londres del príncipe Harry es seguido con un interés mediático superior al que tienen su padre rey y su hermano Guillermo. Y eso sucedió hace unos días cuando tuvo que participar de una nueva audiencia por el juicio que le sigue al Daily Mirror. Si bien Harry no llegó a la primera audiencia, su ingreso y egreso a la segunda requirió de un vallado para contener a medios y público como si se tratase de una premiere teatral.
El motivo del juicio contra el diario británico se basa en que para Harry, entre 1996 y 2010, se publicaron ciento cuarenta artículos que contenían información obtenida mediante métodos ilegales, entre ellos el hackeo telefónico. Para él Harry hay cierta prensa británica que no exhibió “voluntad alguna de cambio” y él quiere que ese –por ahora presunto– comportamiento ilegal quede expuesto, y “no quiero que nadie más pase por lo mismo que yo pasé a nivel personal (...) También, en este momento, el mundo entero juzga a nuestro país por el estado de nuestra prensa y de nuestro gobierno, los cuales creo que están tocando fondo”.
Y fue la filtración de este tramo de declaración del príncipe Harry la que marcó una novedad. Por más que este integrante de la corona británica quedó fuera de muchas obligaciones al decidir su alejamiento, el protocolo define que no puede opinarse sobre ciertas situaciones públicas; y la política es la número uno.