La vigencia artística de Fito Paez es incontestable. En 2021 se llevó el Grammy a mejor disco de Rock por La Conquista del Espacio. En aquella memorable noche, el rosarino citó un verso de Gustavo Cerati, parafraseando que el universo estaba conspirando a su favor. Y pareciera que ese momento de plenitud y de reconocimiento, se sigue expandiendo. Este miércoles, la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación volvió a nominarlo, esta vez en tres categorías: Mejor canción de rock con Lo mejor de nuestras vidas, Mejor álbum de pop/rock con Los años salvajes,y Mejor canción de pop/rock por Babel, junto a Carlos Vives. Y también esta semana dio por comenzada la gira El amor después del amor 30 años con los dos primeros Movistar Arena agotados y hoy domingo, repite con igual convocatoria el tercero de los ocho recitales que –hasta ahora– tiene vendidos. En total, noventa mil personas participaran en Buenos Aires de esta celebración.
Clásico renovado. No es menor que estas primeras paradas de la gira encuentren a Fito Páez en una etapa prolífica y activa. Porque, enfocado en el presente, el músico se permite mirar a un pasado que lo consagró de manera definitiva. Y esa perspectiva, abordada con una distancia más enternecida que nostálgica, le permite defender “con uñas y dientes”, según sus palabras, un disco que traspasa varias generaciones y es, además del máximo éxito de ventas de la historia de la música popular argentina, un clásico que se reformula década a década. Y en estos treinta años de existencia trae consigo una transmutación distinta: una regrabación que está casi terminada.
Ellas a escena. La puesta inicial del concierto se repitió las dos primeras noches: sale la base de la banda, Diego Olivero en el bajo, Gastón Baremberg en batería, Juan Absatz en los teclados, Emme en los coros y Juani Agüero y Carlos Vandera en las guitarras. La cadencia de El amor después del amor toma por asalto una atmósfera que ya conoce lo que se viene, pero de todas maneras la tensión aumenta porque en un segundo paso escénico, aparecen los vientos, con Alejo von der Pahlen en saxo alto y barítono, Manu Calvo en trombón y Ervin Stutz en trompeta, que marcan la primera gran explosión del concierto y la ovacionada aparición de Fito Páez, que saluda con una reverencia, se pone a bailar y mira, cómplice, a Emme, que empieza a armonizar con sus coros. A continuación, empieza el repaso del disco, canción a canción, con la aparición de Fabiana Cantilo –en la noche debut, por ahora–, la primera de las cuales se da, obviamente en Dos días en la vida; luego, hacia el final de la primera parte con su participación en Brillante sobre el mic, después en A rodar mi vida, y finalmente en Yo vengo a ofrecer mi corazón, en el marco de la seguidilla de hits para coronar un recital donde la cuarta pared no existe.
Sin duda, uno de los momentos más conmovedores de esta primera tanda de conciertos, fue en la noche inaugural del martes, cuando Páez preguntó, mirando hacia el público: “¿Está Cecilia por allí?”, y buscando entre la multitud a Cecilia Roth, la vio. Entonces relató la vez que Caetano Veloso cantó Un vestido y un amor mirando a la actriz a los ojos. “¡Y casi me muero de celos! Entonces esta vez te la voy a cantar, no sé si a los ojos porque estoy medio torcido, pero esto es totalmente para vos”, sentenció el rosarino.
A rodar, a rodar... Con esa seguidilla de ocho conciertos en el Movistar Arena, Fito se consolida como el artista récord en esa locación. A las noventa mil personas que verán el espectáculo hay que sumarle todas las que lo presenciarán a lo largo de la gira. Solamente en 2022, la gira contempla 36 fechas en seis países: Argentina, Estados Unidos, Venezuela, España, Uruguay y Chile. Y para 2023 se proyectan conciertos en trece países, más los conciertos en ciudades europeas, que se irán reconfirmando en lo que queda de este 2022. Algo que permite dimensionar la aceptación popular de un artista que se posiciona como un heredero directo y sobre todo, vigente de los padres fundacionales del rock nacional. Porque si al desembarcar de su Rosario natal para colaborar con sus ídolos y volverse una pieza fundamental de innovación y ejecución sonora el músico logró consolidarse como el potencial heredero del rock, hoy, a treinta años del lanzamiento de ese séptimo disco, Fito parece erigirse como un faro que inspira admiración y consenso.
Imbatible. Vigencia e historia se entrelazan en un presente que le permite pivotear entre las nominaciones por sus más recientes trabajos y poner a cantar a tres generaciones los temas de un disco que editó hace tres décadas y que marcó un antes y un después en su carrera, vendiendo más de 1.100.000 copias hasta la fecha.
Para el escritor italiano Italo Calvino, los clásicos son aquellos libros que nunca terminan de decir lo que tienen para decir. La extensa lista de países es sin dudas sintomática del impacto que, se deduce, tendrá la gira. El fenómeno Páez y, concretamente, el de El amor después del amor, enciende la sensación de que aún hay inéditos sentidos por descubrir. Si se creía que, por haberlas escuchado muchas veces, ya se habían agotado las lecturas y las emociones, está claro que no es así. Sin duda, el epílogo ideal de todo este proceso de revitalización del disco será cuando se edite la regrabación. “Ojalá disfrutemos este nuevo trip; la idea es transformarlo, volver a visitarlo y hacerle cosas nuevas”, le dijo a sus seguidores en Instagram hace unos meses cuando informó de la regrabación. Iniciado el viaje, resta aguardar por ese lanzamiento y por la biopic que Netflix anunció.