A menos de veinte días de cumplirse un año de la muerte de Bartolomé Mitre, finalmente los seis herederos llegaron a un acuerdo para destrabar la complicada sucesión del ex director de La Nación. Hace unos días, abogados que representaban a las tres partes en que se dividieron estos seis deudos, éstos últimos también presentes, se reunieron varias horas en una oficina próxima al palacio de Tribunales para firmar todo el papeleo correspondiente.
Este asunto estaba previsto cerrarse en diciembre de 2020 pero a último momento, una de las partes, entendió que con las modificaciones que en un principio habían detallado en un borrador, se afectaban sus intereses hereditarios. Y si bien no se volvió a foja cero, tuvo que pasar la feria judicial y redactarse un nuevo borrador escrito con mucha cintura de los implicados para no seguir dilatando más un proceso que demoraba la vuelta en circulación de dinero líquido para todos. Incluso para el pago total de los abogados que, como dice el refrán, cuanto más se extiende el juicio, los únicos que ganan son los leguleyos.
Alguien tiene que ceder, y todos cedieron algo para ganar un poco
Para que la sangre no llegue río, como durante 2020, los seis herederos cedieron o reacomodaron pretensiones para que el jueves último, no hubiera brindis con champagne pero al menos cierto alivio. Asi todo lo que figura a nombre de Bartolomé Mitre pasa al “desguace” entre Nequi Galotti, Dolores, Rosario, Bartolomé (hijo), Esmeralda y Santos Mitre. Como marca en Argentina la ley, obviamente la viuda hereda el cincuenta por ciento. También queda sin efecto un pedido que habían “sugerido” las otras partes de la familia : poner en la sucesión la casona de Bajo Belgrano donde ella vivió durante casi dos décadas con el difunto empresario de medios. Finalmente, esa propiedad quedará en manos de ella. Una demanda similar pesaba sobre Esmeralda Mitre. En su caso, se pensaba que debía entrar en sucesión el departamento de la calle Copérnico –donde ella vive– porque habría sido comprado por su padre. Pero papeleo cruzado y exhibición de documentación, desalentaron esa demanda.
Madre e hija: de mostrar garras y colmillos, a brindar los abrazos
Además se intentó sumar una propiedad muy preciada para Esmeralda Mitre y sobre todo para su madre Blanca Isabel Alvarez de Toledo : la casona de Barrio Parque. Ese inmueble podría servir de escenario para una versión aggiornada de “El salón dorado”, de Manuel Mujica Láinez. Como en ese cuento, la casona que Bartolomé Mitre dejó cuando se separó de la madre de Esmeralda, fue subdivida por ésta en varios departamentos para alquilar. Incluso algunas temporadas de verano, el espacio principal de la casa—donde vivía Blanca– también se ofrecía para alquilar de enero a marzo. De hecho, en algunos sitios que ofertan al mercado todo Barrio Parque, muestran esa propiedad por dentro.La separación de ese matrimonio –el de Blanca y Bartolomé–, no fue lo que se dice amigable. Pero eran otros tiempos y el cotilleo de cómo fue esa disputa extendida se circunscribía a “algunos salones”. También eran épocas de un Mitre con otro peso social, y sobre todo, con otro poder. El empresario no quería ceder esa casa a su ex pero ante lo inevitable, se acordó que él retenía el 50 por ciento que le correspondía, y el otro restante sería para Esmeralda.
De las cuentas secretas en Suiza a pactar una tregua
Al fallecer Mitre, se intentó poner el porcentaje paterno en la sucesión. Ahí, madre e hija se pusieron “espalda con espalda” ante quienes potenciaron ese accionar. Y eso generó la explosión mediática de Esmeralda Mitre ante toda cámara disponible para manifestar sus sentimientos hacia sus hermanos y Nequi Galotti. Y de parte de Blanca Isabel, a sumarse en la sucesión para pedir una investigación de tres cuentas que Bartolomé Mitre tenía en Suiza –en los años ’90–, con dinero que no transparentó en el momento del divorcio. Esto es, ella quería recuperar lo que su ex marido le tendría que haber dado y ocultó. Incluso la propia Esmeralda remarcaba que esos años fueron, no sólo los del 1 a 1 menemista, sino los de los mayores dividendos que La Nación tuvo, al menos, desde el regreso de la democracia. Finalmente, esa casona no ingresa a la sucesión; y Blanca cesó con su reclamo de lo que pudiera haberle correspondido con el divorcio.
La joya de la corona: las acciones de grupo La Nación
Con los ánimos aplacados, lo que resta por dividir es el santo grial de la herencia de Bartolomé Mitre: las acciones de grupo La Nación, y unos fondos depositados ya no en Suiza sino en Nueva York. De las primeras, unas muy pocas, se repartieron el jueves último. Pero un 25 por ciento –aproximado– las detenta KMB (Kinucha Mitre Bartolomé) una sociedad que el empresario formó con una de sus hermanas después que se repartió la herencia de Luis Mitre, el hermano asesinado en 2006. Esa sociedad la maneja un albacea pero lo que se quiere demostrar que Mitre es el dueño de la totalidad de la misma. Y asi dividir en partes iguales las acciones. Entre eso y los fondos, los Mitre no ingresarán a listado alguno de Forbes; tampoco ese es un objetivo familiar.