Está por cumplir cinco lustros en la moda, pero su llegada a Buenos Aires se dio hace menos tiempo. Pero Javier Saiach aportó algo diferente y casi enseguida llegaron a su atelier las clientas y, sobre todo, varias famosas. Mientras prepara el festejo de 2026, adelantó un brindis por un año importante para quienes se dedican a la moda y por haber podido tener un gran desfile en el imponente hall del Teatro Colón.
Las marcas de lujo y el "factor China".
—¿Qué primeras imágenes se te cruzaron cuando brindaste por estas más de dos décadas de profesión?
—Vi todo. Mi mamá, tan divina, mis primeras clientas, mi taller en Corrientes, las pruebas con alfileres, los viajes con vestidos en valijas, los nervios antes de un desfile. Me vi con 23 años, entusiasmado, sin saber cuánto le esperaba al estudiante de arquitectura. Y me vi hoy, con la misma pasión intacta.

—¿Cuál era el concepto de elegancia que tenías entonces y cómo varió?
—Al principio, estaba asociada a lo clásico, a lo que no fallaba: un buen corte, una tela noble, la sobriedad. Con el tiempo entendí que la verdadera elegancia es una actitud, que tiene que ver con la autenticidad, con cómo se lleva una prenda, no al revés. Hoy me interesa una elegancia menos rígida, más personal, menos perfecta y más expresiva.
—¿A qué mujeres estás atento por su estilo o por su evolución estética?
—Admiro a Cate Blanchett, tiene una elegancia que no necesita explicación. Y por su libertad, a Tilda Swinton. Si hablamos de las argentinas, mis amigas Patricia y Rossella Della Giovampaola; a clientas anónimas que combinan piezas mías y logran algo único. Esa mezcla me interesa. A Juliana Awada también.
¿La alta costura tiene futuro? ¿Cuál?
—Hay quienes marcan tendencia, pero no necesariamente son elegantes. ¿A quiénes de ese grupo seguís en Instagram?
—Me divierte seguir a quienes juegan con la moda sin miedo, aunque no siempre lo que usan me represente. Sigo a estilistas, modelos, artistas. Me inspiran quienes encuentran belleza en lo inesperado. Y entre quienes combinan elegancia con influencia, me gustan la mujeres que no se disfrazan, que tienen presencia, estilo y coherencia.
—¿Cómo hacés para que tu moda tenga fantasía?
—Me dejo llevar por la emoción de un género, por la historia que quiero contar, los lugares que visito o personajes que admiro. Trabajo como si cada vestido fuera la escena de una película que aún no se filmó, y que debe y tiene que ser única y taquillera.
Por qué es tendencia mundial la moda circular.
—¿Qué se siente cuando alguien dice: “Es un Saiach”?
—Una emoción difícil de explicar. Porque no es solo el vestido, es saber que logré crear un lenguaje, una huella, un estilo. La primera vez que lo escuché me quedé callado y sonreí; sentí que valía la pena. Es más, un día escuché a una mujer decir: “¡No es un vestido, es un Saiach!”. Y me dije, “vamos por buen camino”.
—Tus bordados son tu sello. ¿Por qué no los reversionaste aún?
—Son totalmente artesanales en hilo de seda y se realizan a mano, pero no los reversioné aún porque no me gusta forzar la nostalgia. Creo que en 2026 van a volver los clásicos y será porque la historia lo pide.

—¿Qué pensás de la moda circular?
—Es el único camino posible si amamos lo que hacemos. Pero no debe ser solo un eslogan: debe haber respeto por el tiempo, por el oficio, por las manos. Eso también es circularidad.
—¿Qué sentiste al ver los videos de los chinos que explican cómo hacen carteras premium a precios muchísimo más económicos?
—Una mezcla de tristeza y alerta. No por ellos, que trabajan con técnica impecable, sino por la gente que compra un producto que es vendido desde lo “hecho a mano” y con tiempos de acabados de muchas horas. Lo artesanal no es una etiqueta, es una forma de vida para los que amamos la moda, y es lo más respetable y sagrado de la industria.
—¿Algo similar y a otra escala se da también en Argentina?
—Me identifico con ese tema cuando oigo a muchos colegas decir que hacen alta costura, y bordados a mano que, realmente, alguien que conoce sabe que son industriales y realizados sin las normas propias de la costura de alta gama. ¡Es terrible el engaño al público! En cuanto a los precios, la gente debe entender que el precio que uno paga en tienda jamás puede ser un “lujo accesible”.
—¿Por qué?
—Porque para “poder pertenecer”, los estándares de tiendas, marketing y demás son altísimos de mantener; en definitiva, esa pertenencia tiene su costo.