Florencia Peña inició su programa La Pu… ama, respondiendo a sus detractores. Mirándola por la pantalla estaba la gente que la sigue, y seguramente también muchos de sus críticos: ella eligió a los últimos para hablarles en la apertura. Les recomendó que se fueran, que tenían mil canales con opciones más interesantes que su programa. Se la vio enojada e irónica. Los espectadores quedaron absortos.
La respuesta hecha programa fue a todas voces lo que en psicología de llama “Acting”. Puso en acción lo que en su interior le molesta. Y lo que le molesta es la crítica constante en redes. La expectativa creada respecto del contenido del programa que se demoraba en salir a la luz quedó develada. Juntar gente talentosa no asegura un éxito.
Nadie cuestiona a Florencia como actriz, es posiblemente la mejor cómica de la Argentina. Pero su sinceramiento ideológico la ha perjudicado: los haters la atacan y no deja de recibir críticas. Y aunque Florencia no trabaja "a costa" del Estado y es exitosa desde su adolescencia, la grieta no perdona.
Florencia Peña y Diego Ramos hablaron de las críticas al nuevo programa
"Florencia es kirchnerista", "Florencia es feminista", "pero Florencia tiene una página hot" y "Florencia volverá con Casados con hijos, la serie mas machista". Todo es motivo de reclamo.
Florencia se ubicó a un lado de la grieta y los "gorilas” no se lo perdonan. En el medio dejó expuesta su vida privada. A esta altura de la soireé, su día a día en redes es un negocio enorme de canjes, viajes y maquinitas para la celulitis.
Florencia siguió respondiéndole a sus detractores desde “La pura ama” como renombró al programa. En el segundo día al aire la conductora ostenta una permeabilidad absoluta a las críticas. Y Florencia que quería "ser ella, y decir groserías", continúa con su "acting" que es la puesta en escena de un conflicto interno, no un programa de televisión.
Alfredo Casero, Luis Majul y el chiste del gato hidráulico
Lo que pasó entre Alfredo Casero y Luis Majul excede a la problemática verbalizada. El actor cómico, en su “acting out” llevó a la pantalla su hartazgo.
Y más allá de lo verbalizado respecto de los periodistas, el golpe sobre la mesa fue leído por los espectadores como el gesto de dignidad. En el "acting" considera esa charla estéril y pasa a la acción. Cuando la angustia nos invade, el inconsciente busca aflora.
La situación se parece a la del chiste del hombre que pincha la rueda en el medio del campo y camina hacia una casa para pedir ayuda. “Le voy a pedir el gato a esa gente para cambiar la rueda”, sigue caminando y piensa que “la gente se va a asustar al verme aparecer de la nada, pensarán que soy un vagabundo”, sigue su paso y piensa “o un ladrón. Pueden pensar que soy ladrón”, cuando llega al umbral de la casa sale un hombre sonriente y le pregunta “¿Qué necesita buen hombre?”. El protagonista le grita “Metete el gato en el culo”.
Así posiblemente fue el viaje de Alfredo Casero. Desde Exaltación de la Cruz, donde vive, hasta la ciudad de Buenos Aires por la autopista Panamericana, para llegar a la cita en La Nación +. Masticando bronca sobre la situación política y económica en la que vivimos, y pensando en la participación de los periodistas como presentadores y relatores de una decadencia que no viven.
La diferencia entre el cuento y Casero es que el hombre del chiste fue amable y Majul no.
cp
