Una calle discreta y un frente a la calle por demás sobrio. No tiene, por supuesto, un muro tan alto como el de la residencia de Olivos ni mucho menos mismas dimensiones. Igualmente, el paredón y el portón de acceso, sin estridencia alguna, aportan incluso más privacidad. Y todavía más, la tupida ligustrina que una vez atravesado el portón separa el espacio de estacionamiento –con capacidad para cuatro automóviles– de la casa propiamente dicha.
Así se ingresa a la propiedad que Mauricio Macri alquiló finalmente en Acassuso cuando después de diciembre dejó la Casa de Gobierno, la residencia presidencial de Olivos, y decidió no volver a vivir en el cuarto piso frente a Plaza Alemania que durante los últimos cuatro años le alquiló a su amigo y socio Gustavo Arribas. Piso racionalista que incluso ya tiene nuevos dueños.
Hasta mudarse a esta propiedad de dos plantas, el político hizo una escala previa de un par de meses en Los Abrojos, la famosa quinta familiar que montó su padre Franco Macri en Malvinas Argentinas y que durante su presidencia, incluso, tuvo mucho uso los fines de semana.
Al sol y al río. Piedra París, construcción de estilo francés y con solamente ocho años de antigüedad. Única y espectacular. Así se publicitaba en diciembre último en el clasificado inmobiliario correspondiente a esta propiedad de zona norte. Asimismo a fin de 2019 figuraba un alquiler mensual: 10 mil dólares. Del aviso al contrato siempre puede haber modificaciones. A la discreción de su ubicación se le suman sus dimensiones y comodidades. Y sobre todo el atractivo que da el terreno, dado que por su ubicación elevada permite una vista al Río de la Plata sin obstáculos, sobre todo desde la planta alta.
Juliana Awada mostró uno de los rincones que más le gustan de su nueva mansión
En sus 1.200 metros cuadrados de terreno, el espacio cubierto es de 620 metros cuadrados. Una zona de acceso amplia, parquizada y con pequeña fuente incluida, y ya en la casona, un hall de entrada con pisos de mármol Travertino con detalles –o tozetos– de mármol Portoro. A eso le sigue un living amplio con vista a un también amplio jardín y a la distancia, el río. También en esa planta se distribuyen un escritorio con chimenea y boiserie, comedor, y pisos de roble de Eslavonia en los tres ambientes mencionados. La cocina, ubicada también en esa planta, da a un patio interno. Y luego viene la “antesala” a ese espacioso jardín trasero, una galería minimalista adornada con cuatro columnas.
En el hall de distribución está la escalera –también en piedra París y hierro forjado– que conduce a la zona de los dormitorios, todos en suite. Obviamente el principal tiene amplio vestidor, una sala de baño con diseño especial a los otros cuartos, y sobre todo salida a un amplio balcón aterrazado con la mejor vista de todas al jardín, piscina y el río. Sobre esta planta se ubica un enorme y luminoso playroom, con chimenea y también vista al río. Y como detalle, un dormitorio adicional en suite para huéspedes.
Con sello propio. Bajo toda esta estructura, es decir, en el sótano, están la despensa, amplio lavadero, dos dependencias en suite, y una cava. Pero si el interior de la propiedad es de por sí confortable, la extensión del jardín aterrazado aporta aún mayor confortabilidad. Arbolado y natural escenario para disponer allí de una piscina climatizada de formato rectangular y decorada con venecitas. Por la ubicación de la misma respecto de la casa, se dispuso un vestuario revestido –o disimulado– con cañas.
Se descuenta que la ambientación de los interiores corrió por cuenta de Juliana Awada. Las imágenes que dejó ver en redes parecen dar cuenta de ello. Blanco, marfil, negro, gris, madera y algún toque de color rojo, son su sello. Y la huerta, por supuesto. Si Los Abrojos tiene el estilo heredado del pater familie, esta casona tiene el suyo.
