Salman Rushdie continuaba hospitalizado en estado grave tras haber sido apuñalado el viernes último en una conferencia literaria que se aprestaba a dar en Chautauqua Institution, en el estado de Nueva York.
El escritor de origen indio fue operado de emergencia y hasta el cierre de esta edición –según los cables internacionales– permanecía asistido con un respirador artificial. Andrew Wylie, agente literario de Rushdie, dijo que los nervios de uno de los brazos del escritor fueron severamente lesionados, que tenía afectado el hígado debido a uno de los cuchillazos, y que hay alta probabilidad de que pierda uno de sus ojos por completo.
En el escenario de la Chautauqua Institution estaba también Henry Reese, con quien Rushdie iba a compartir dicha charla en la que términos como “refugio” y “persecución” tenían un hilo conductor entre ambos. Reese, según explicaron los organizadores de la conferencia, es cofundador y presidente de City of Asylum, creado en Pittsburgh (Estados Unidos) en 2004 para dar refugio a escritores exiliados bajo amenaza de persecución. Reese, de 73 años, sufrió una herida cortante en el rostro, pero ya fue dado de alta del hospital.
Aun quienes nunca hayan leído algún texto de Rushdie, no hay búsqueda de Google que lo primero que mencione sobre él sean el título de su libro Versos satánicos, y la consecuencia que su publicación le generó a partir de 1989: el ayatolá Ruhollah Jomeini emitió una fatwa –o edicto– pidiendo su muerte por considerar que ese libro –prohibido en Irán– es un texto blasfemo y una ofensa para los musulmanes. En ese libro aparecen ciertos detalles que los religiosos más radicales condenaron: el hecho de que, por ejemplo, se usara el nombre Ayesha –que fue la esposa más joven de Mahoma– a una prostituta, que se menciona como “bastardo” a Abraham y que se ridiculice la historia de Salman Farsi, compañero de Mahoma. A ese decreto le siguió tiempo después la comunicación del precio que se ponía a la vida de Rushdie: tres millones de dólares para quien acabe con él. En 2012, una fundación religiosa iraní aumentó ese monto de 2,8 a 3,3 millones de dólares, y cuatro años después, a 3,9 millones de dólares. En su momento, Rushdie, al menos públicamente, restó importancia a dicha amenaza con el argumento de que no había “prueba alguna” de que hubiera gente interesada en la recompensa.
Sigilo. En el presente, el gobierno de Irán tomó distancia del mencionado decreto de 1989 emitido por Jomeini, pero eso no quita que entre fundamentalistas religiosos el sentimiento anti-Rushdie siga latente. Tampoco hubo una anulación oficial del decreto de parte los sucesores del líder religioso que lo emitió. Hasta el cierre de esta edición, el ataque que sufrió el escritor no fue reivindicado por ninguna agrupación extremista de Oriente Medio. Del agresor Hadi Matar se sabe que tiene 24 años, que es residente de Fairfield (en Nueva Jersey, estado de Nueva York), y fue formalmente acusado de intento de homicidio. Pero de manera oficial no hay más detalles de su persona ni de las razones que motivaron su ataque. Un periodista de la agencia francesa AFP que recorrió los alrededores de la casa de Matar dijo que los lugareños afirmaron que los padres de Matar están divorciados y que su padre, un pastor, aún vive en esa zona. También dicha agencia publicó en uno de sus comunicados que Hadi Matar “nació y creció en Estados Unidos”, según le informó a su periodista una autoridad de la municipalidad local. En otro medio se menciona que la familia de Matar es originaria de Yaroun, una ciudad del sur de Líbano, pero todavía todo lo relacionado con el joven es una gran incógnita. Incluso se desactivó su cuenta de Facebook. Por el momento, seguirá bajo arresto y sin la posibilidad de tener una libertad bajo fianza.
Poca seguridad. Testigos presentes en el auditorio de la Chautauqua Institution contaron que Salman Rushdie estaba ubicado en el escenario y se preparaba para hablar cuando Hadi Matar surgió de entre el público, se lanzó hacia el escritor y le asestó varias puñaladas, hasta que el joven fue derribado por personal de seguridad y espectadores. Carl LeVan, profesor de ciencias políticas que presenció el ataque, relató por teléfono a AFP que el joven se lanzó sobre el escenario mientras Rushdie estaba sentado, “lo apuñaló violentamente varias veces” y, sin dudas, “trató de matarlo”. Mientras Matar estaba retenido por seguridad y algunos espectadores, un doctor le administró primeros auxilios al escritor antes de que llegaran los servicios de emergencia. La seguridad no era particularmente fuerte en el evento del viernes en la institución mencionada.
Incógnitas. Esta agresión, que pudo haber sido mortal para Rushdie, se produce en un momento delicado en lo diplomático para Irán, que está analizando una oferta de varias potencias para resucitar el acuerdo de 2015 sobre su programa nuclear, algo que de darse aliviaría las sanciones que pesan sobre la economía iraní. Si en la investigación de este incidente se encontrara algún tipo de nexo con Irán, es muy probable que pueda ocasionar un impacto negativo en las negociaciones, dado que los occidentales podrían considerarlo como una acción terrorista. Por supuesto, en Estados Unidos ya hay medios que buscan unir este accionar de Hadi Matar con algún partido iraní, pero otros, por ahora, están manejando con cautela la poca información disponible.
Las autoridades iraníes no hicieron comentarios oficiales hasta el momento. Mohammad Marandi, asesor del equipo negociador del programa nuclear, escribió en Twitter que si bien “no derramará lágrimas” por Rushdie, lo ocurrido es “extraño” en tiempos decisivos para la crisis en torno al programa nuclear iraní. “Independientemente de que el intento de asesinato haya sido o no ordenado directamente por Teherán, lo que sí es casi seguro es que esto es resultado de treinta años de incitación por parte del régimen a la violencia contra este autor (Rushdie)”, escribieron en un comunicado integrantes de la Unión Nacional para la Democracia en Irán, grupo opositor que tiene sede en Washington.
Las acciones de Irán están bajo la lupa de Estados Unidos, que en las últimas semanas acusó a Teherán de urdir un plan para asesinar al exconsejero de Seguridad Nacional John Bolton y a la disidente iraní Masih Alinejad, residente en Estados Unidos. Eso se combina con la preocupación de ese país por este frente, que se suma a otros que siguen poniendo en una situación comprometida su sitial como potencia hegemónica.