El periodista Jacobo Timerman recibió hoy el Premio Perfil 2025 a la Trayectoria Periodística Ejemplar por su compromiso sostenido con la defensa de la libertad de prensa y los derechos humanos durante la dictadura argentina, así como por su labor investigativa y su aporte al periodismo independiente. A pesar de los años transcurridos y los desafíos que enfrentó, su legado sigue vigente y continúa inspirando a nuevas generaciones de periodistas.
Su hijo, Javier Timerman, participó del homenaje a través de un emotivo mensaje donde reflexionó sobre la identidad profesional de su padre y la vigencia de sus valores. A pesar del tiempo transcurrido, la figura del fundador de La Opinión fue reivindicada no solo como un símbolo de resistencia, sino como un ejemplo de periodismo profesional.
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A lo largo de su intervención, Javier recordó que su padre siempre se definía bajo una etiqueta específica: "Él siempre se consideró un periodista profesional. Me llamaba la atención cómo repetía eso". Para Jacobo, el periodismo no era una herramienta de militancia ni de intereses corporativos, sino un servicio esencial para la sociedad.
Uno de los momentos más conmovedores del discurso fue el relato de la atmósfera de asedio que vivió la familia a mediados de los 70: "Recuerdo haber estado en mi casa entre el año 75 y 76, cuando nos amenazaba de muerte la izquierda, nos amenazaba la Triple A y después nos amenazaban los militares... mi padre siempre decía: 'No estamos solos, tenemos a nuestros lectores'". Esa conexión con el público fue, según Javier, lo que sostuvo a su padre.
Discurso de Fernando Ruiz:
Es un honor enorme hablar sobre la hora cero del periodismo actual.No hay —especialmente hoy, en la comunidad de periodistas— una referencia institucional más antigua y más inspiradora que la que se creó en 1971. Aquí, a mi derecha, tengo a uno de sus creadores.
La Opinión fue, como todos los medios, una gran comunidad de intelectuales. Y tan intelectuales que Abraxas, que era contador, era también uno de los que mejor escribía: uno de los grandes narradores. Quizás la mejor historia que existe sobre el día de La Opinión está escrita por Abraxas.
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Y lo interesante —y creo que el sentido principal de esta decisión editorial de entregar este premio— es que, como decía recién Esteban y como decía también Pasolini, la libertad no es abstracta: es concreta.La libertad necesita de la inteligencia para ver cómo se logran, en cada momento histórico, los márgenes de autonomía necesarios para poder hacer lo que hay que hacer.
Al diario La Opinión le tocó la década del 70, que —podríamos hacer una encuesta— fue una de las décadas más tumultuosas de la Argentina del siglo XX, y hubo varias La Opinión. Tres, cuatro —Abraxas lo sabe mejor que yo—, que fueron cambiando en distintos momentos para encontrar cómo buscar centímetros de autonomía, centímetros de libertad, para poder hacer lo que había que hacer.Eso es lo que hoy todos reconocemos y lo que sigue inspirándonos, a más de 50 años de la creación del diario La Opinión".
Discurso de Abrasha Rotenberg:
“La creación de La Opinión fue, posiblemente, una de las aventuras más intensas y profundas de mi vida. Y además fue la creación de una mente lúcida, difícil, complicada, contradictoria y brillante: la de Jacobo Timerman.
Quienes no conocieron al verdadero Jacobo Timerman —aquel con el que los domingos nos sentábamos a hablar, yo a escucharlo y a veces él a escucharme— no saben hasta qué punto intentábamos entender juntos en qué mundo vivíamos.
El gran aporte de Jacobo Timerman en La Opinión fue permitir la presencia de los periodistas con su nombre propio. No seres anónimos. Fue la primera vez que aparecieron los responsables de cada artículo firmando. Dejaron de ser anónimos y pasaron a ser profesionales que se distinguieron enormemente.
¿Qué puedo decirles sobre Timerman? Haría falta un seminario. Podría hablar doce semanas seguidas sobre quién era. Un hombre intenso, contradictorio, brillante, caprichoso, pero sobre todo talentoso. Y eso es fundamental.Un hombre que creía en la libertad, que creía en la democracia, que creía en el derecho de cada persona a expresarse y a ser lo que quiera ser.
Esto lo tenemos que cuidar, porque hay —para decirlo con una frase común de la literatura hablada— nubarrones en el horizonte. Hay que tener los ojos bien abiertos. Si Jacobo viviera hoy, se escucharían sus gritos. Pero lo peor que puede pasar es quedarnos en silencio. Para mí es un honor recibir este premio en nombre de Jacobo. Fue un amigo que conocí cuando yo tenía diez años y él trece. Hoy yo tengo un poco más, y él —contradicciones de la vida— era mayor que yo entonces, y ahora el destino quiso que yo sea mucho mayor que él. Muchas gracias a todos".
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Quién fue Jacobo Timerman y cómo revolucionó el periodismo en América Latina
El periodista Jacobo Timerman fue un fenómeno sísmico en la historia intelectual y política del siglo XX. Su vida, marcada por el brillo de la innovación editorial y la oscuridad de los sótanos de la tortura, representa la paradoja del intelectual frente al poder absoluto. A partir de su llegada a la Argentina como un niño inmigrante ucraniano hasta su consolidación como una voz ética global, Timerman redefinió lo que significa informar en tiempos de barbarie.
Siendo reconocido antes como el símbolo internacional de los derechos humanos, Timerman fue el gran modernizador de la prensa argentina. Con la fundación de la revista Primera Plana en la década de 1960 y, más tarde, del diario La Opinión en 1971, introdujo un estilo que mezclaba el rigor del análisis político con la sofisticación cultural europea.
Ahora, la relación de Timerman con el poder fue siempre compleja. Pese a que inicialmente algunos sectores de la prensa —incluido el suyo— subestimaron el peligro del golpe militar de 1976, Timerman pronto se convirtió en un objetivo prioritario para la junta liderada por Jorge Rafael Videla. En abril de 1977, fue secuestrado por fuerzas parapoliciales.


Esa desaparición y su posterior blanqueo como detenido pusieron de manifiesto claramente el carácter antisemita de ciertos sectores de la represión argentina. Timerman no solo era interrogado por sus supuestos vínculos con el 'Caso Graiver', sino torturado con extrema saña y crueldad por su condición de judío y sionista: 'La tortura es un lenguaje que busca silenciar la identidad del hombre antes que arrancarle una verdad'.
Siendo liberado por la presión internacional (incluida la administración de Jimmy Carter) y despojado de su ciudadanía argentina, Timerman se exilió en Israel. Allí escribió su obra cumbre: "Preso sin nombre, celda sin número". Al publicarlo, obligó al mundo a mirar de frente las atrocidades en Argentina, rompiendo el cerco de silencio que la diplomacia internacional solía mantener. Su testimonio fue fundamental para entender la violación de derechos humanos.
Con el retorno de la democracia en 1983, Timerman recuperó su nacionalidad y regresó a su país. Aunque no volvió a ocupar el centro del imperio mediático que una vez construyó, su presencia siguió siendo una brújula incómoda.
MV / ds