Un observador sagaz comentaba que el peronismo tal vez sea como una estrella lejana de la cual recibimos la luz, pero que está en verdad ya apagada. Yo no sé si es así, porque en tal caso el peronismo ha resistido a lo largo de siete décadas todo tipo de dificultades y ha sobrevivido.
Pero tal vez, la estrella apagada se puede aplicar a la vicepresidenta Cristina Kirchner, que acaba de recibir un golpe importante con la decisión de la Corte Suprema de suspender el traslado de los jueces que están juzgando casos que a ella le incumben.
Tal vez se pueda plantear una hipótesis contraria a lo que se suele decir en los comentarios. Esta hipótesis es que tal vez Cristina Kirchner esté entrando en un crepúsculo, en un incipiente envejecimiento político cuyas señales tenemos a la vista.
Fallo de la Corte: Alberto Fernández espera en silencio y Cristina Kirchner muestra su enojo
En primer lugar pareciera que actúa como si hubiera ganado las elecciones, como en 2011, 54 a 17, cuando integrando la fórmula como vicepresidenta apenas triunfó 48 a 41. Otro signo es como tratar las relaciones internacionales. Da la impresión que ella sigue pensando que América Latina está dirigida por líderes afines a su ideología, cuando eso ya no es así y tal vez piensa que en Estados Unidos gobierna alguien más afín a sus ideas. Nada de esto ocurre.
Por otro lado, muestra intenciones de vengarse con una enorme prepotencia de enemigos, ni siquiera del presente, sino del pasado. Y por otro lado, y tal vez lo más importante, ella tiene una agenda propia vinculada con su situación judicial, que no es la agenda de la sociedad, y esto se ha mostrado en este tiempo de pandemia y de crisis económica, donde prácticamente no hay un párrafo de ella dedicada a la contención y al reconocimiento de las dificultades de la población.
Todo es mejorar su posición, todo y llevarse por delante a los presuntos enemigos o adversarios. Por eso este límite que le puso a la Corte tal vez sea el anticipo de una situación de declinación que deberá afrontar.
