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COLUMNA

La valentía de los moderados

El periodista Gustavo González analiza el escenario político y se cuestiona si la moderación es un buen negocio. Mirá la columna.

Me pregunto si es un buen negocio la moderación. Digo un negocio en términos de construcción política y mediática, pero también en función de saber si ser moderados trae beneficios para construir una sociedad mejor entendido la moderación, como la necesidad de escuchar al otro, de comprenderlo y de hacer el esfuerzo por buscar puntos de unión, creyendo simplemente que si se los encuentra será mejor.

El problema es que la moderación da mucho mucho más trabajo que la confrontación, porque para confrontar lo único que se necesita es ser unidireccional y expeditivo, no se necesitan largas negociaciones, ni aprender a ceder ni a consensuar. La moderación, en cambio, conlleva peligros. Es el riesgo de exponer dudas, preconceptos, de enfrentar con razón los gritos, de los que no son tan amigos de la razón. En fin, la moderación es el riesgo de aceptar que la vida es mucho más compleja y apasionante que el cuento infantil de los buenos contra los malos. Por eso la pregunta inicial que les hacía de si era buen negocio la moderación; porque la confrontación tiene tantos beneficios que hace dudar de por qué un líder político o social, un periodista, puede arriesgarse a la mesura.

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El que confronta es efectista y seductor. Su visión de la vida en blanco y negro seguro que va a contar con la adhesión inmediata de los usos. Y entonces Cristina inevitablemente, siempre será una santa o una corrupta, igual que Macri. Los extremistas no tratan de defender contra cualquier evidencia posible a Cristina o a Macri o a Fernández, a Rodríguez Larreta, se tratan de defender ellos del terrible virus de la duda. A ver si todavía ponen en peligro todas sus certezas.

Confrontar es fácil y convencer es cualquier cosa, menos fácil.  Hoy, después de la crisis de la coparticipación entre el presidente y el jefe de Gobierno porteño, cuando se les pregunta a sus colaboradores más estrechos cómo sigue su relación, todos dicen que tanto Alberto Fernández como Rodríguez Larreta privilegiarán la relación institucional entre ellos, porque justamente sus miradas políticas son moderadas. Moderadas dicen y no extremas, como las de los sectores más duros del cristinismo y del macrismo. Sabemos que a veces nuestros líderes no son lo que quisiéramos que fueran, sino lo que son o los que las circunstancias le permiten ser. En cualquier caso, más temprano que tarde, los moderados, si realmente lo son, deberán demostrarlo. Claro, para eso se necesita ser muy valientes, porque para cobardes están los que solo tienen el coraje de seguir peleando.