Beatriz Flamini, es el nombre de la ciudadana española de 50 años protagonista de una insólita hazaña, pasar 500 días aislada en una cueva sin contacto directo con el exterior ni luz natural.
El viernes pasado finalizó la prueba luego de pasar un año y medio sin hablar con nadie, y tampoco tener contacto. Aunque pasó momentos difíciles, también hubo otros muy buenos, pero aseguró que el desafío fue "insuperable" y que nunca se le cruzó por la cabeza abandonar.
Los expertos han buscado investigar con este experimento el impacto del aislamiento social y la desorientación extrema en la percepción del tiempo.
Cómo fue la experiencia
"Comer, leer, tejer, escribir mucho, proyectar, elaborar nuevos proyectos", son algunas de las actividades que realizaba Flamini en soledad.
Tenía libros, luz artificial y cámaras para grabar su experiencia.
Un equipo técnico le dejaba comida en un lugar de la cueva. A setenta metros bajo el suelo, no contaba con instrumentos para controlar el tiempo.
En sus primeros 300 días, la deportista debió salir de la cueva por una falla en su conexión de wifi, que le permitía pedir ayuda en caso de emergencia.
En la iniciativa participaron equipos de psicología experimental y fisiología del comportamiento de la Universidad de Granada y especialistas en neuropsicología clínica de la Universidad de Almería y de Kronohealth.
El equipo que acompaña a Flamini aseguró que la atleta batió el récord mundial de mayor permanencia en una cueva.