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Política

Cristina es mucho más inteligente y calculadora que "generala"

Ser parte del Frente de Todos y mantener excelentes relaciones con el actual presidente despeja su camino y el de sus familiares acusados y procesados.

Cristina Fernández de Kirchner
Cristina Fernández de Kirchner. | NA (archivo)

El 21 de enero último, tras el reciente viaje del presidente Alberto Fernández a Jerusalén para asistir a la conmemoración del Día Internacional de Recordación del Holocausto y la Lucha contra el Antisemitismo, se especulaba con que Cristina Fernández de Kirchner (CFK) durante los cuatros días que “ocuparía” la presidencia de la Nación, casi se apoderaría de la Casa Rosada para convencernos que “Cámpora” viajó al Medio Oriente y “Perón” iba a ocupar el lugar que le correspondía. Pero esto no pasó, y seguramente no pase a partir de la nueva gira del presidente por diversos países europeos, que comenzó hoy con su escala en Roma, y continuará visitando Berlín, Madrid y París.

Y si Cristina se ubica en su lugar y no pretende absoluto protagonismo monopolizando poder, aprovechando los viajes al exterior del Presidente Alberto Fernández ¿es porque cambió, como dice el presidente, o es porque es mucho más inteligente y calculadora, que “generala”, como la calificó Alberto Fernández en marzo de 2014?

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Apenas Cristina anunció la fórmula presidencial del nuevo Frente de Todos, colocando en la presidencia a Alberto Fernández y a ella misma como vicepresidenta, el candidato a presidente se cansó de repetir en varios medios “Ni Cristina es Perón ni yo soy Cámpora”.

Sin duda, deberíamos creerle al presidente de los argentinos. Héctor José Cámpora, se presentó como candidato bajo la coalición Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), y fue el candidato más votado un domingo de marzo de 1973 obteniendo un 49,56% de los sufragios. Y esta designación sin duda respondió a un impedimento concreto para que Juan Domingo Perón vuelva a presentarse inmediatamente en elecciones, debido a que el plazo que se imponía para los candidatos, establecía que la residencia en Argentina tenía que responder a un mínimo de seis meses, y en marzo, Perón aún estaba en España y no pudo presentarse, y Cámpora ganó las elecciones. Hasta aquí un detalle de los acontecimientos coyunturales o/y oportunistas; desde ahora destacar como Alberto tendrá dificultades si trasmuta en Cámpora, y que Cristina claramente no es Perón, ya que Perón volvió, estableció su domicilio en Argentina, pudo entonces presentarse en elecciones el 23 de septiembre del mismo año y triunfó en las urnas con el 61,85% de los votos.

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Cristina no contaba con el 61,85% de apoyo preelectoral, sino Alberto Fernández probablemente seguiría asistiendo a programas periodísticos para remarcar las “maldades” de Cristina, y seguramente seguiría asesorando a Sergio Massa para que organice un “peronismo paralelo” y en algún momento pueda disputarle el poder a quien cuestionó sin piedad, hasta poco tiempo antes de haber sido “el elegido” para el nuevo frente peronista.

De cara a las últimas elecciones, celebradas finalmente el 10 de diciembre último, los indicadores en intención de voto a través de varias encuestadoras de opinión arrojaban tendencias respecto a los resultados electorales: Ricardo Rouvier anunciaba que CFK obtendría un 31,9% del apoyo electoral contra un 28,1% de Mauricio Macri; Aragón y Asociados ubicaban a CFK con un 30% de intención de voto y a Macri con un 29%; Opina Argentina proclamaba que Cristina obtendría un 34% contra Macri con un 30%; Consultora de Imagen y Gestión Política otorgaba un 34,6% de intención de voto a Cristina contra un 32,1% a Macri; Synopsis le otorgaba ventaja a Macri con una intención de voto de 31,9% frente al 30,8% de Cristina; Opinaia  también le otorgaba ventaja a Macri marcando un 28% contra un 27,3% a Cristina; Gustavo Córdoba y Asociados, el más optimista respecto a un resultado alentador para Unidad Ciudadana marcaba un porcentaje de votos para Cristina de 38,2 %frente aun 34,6% para el jefe del PRO.

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Sacando un promedio de las diferentes encuestas y los pronósticos que circulaban por aquellos meses de campaña, podríamos calcular que para las elecciones generales CFK podía obtener poco más de un 30% de los votos y Macri poco menos.

Poco más de un 30% de los votos no alcanzaba para ganar una elección, y el 61,85% de los votos que obtuvo Perón sobraba. Cristina no es Perón, sin duda, y Alberto difícilmente pueda mutar en Héctor José Cámpora, porque si así pasara, aproximadamente un 70% de la población, opositora de Cristina, se manifestaría molesta, y la buena convivencia anhelada por el presidente con la oposición “a la cual abrazar” se desestabilizaría. Por su parte, ese 18% “más peronista” que sumó a la candidatura de Alberto Fernández para lograr triunfar en las urnas, probablemente también se molestaría si en el heterogéneo Frente de Todos, Cristina finalmente se transforma en la líder suprema que no pudo ser.

Por otro lado, para Cristina, ser parte del Frente de Todos, y mantener excelentes relaciones con el actual presidente, respetando su investidura, estaría despejando su camino y el de sus familiares acusados y procesados por varios ilícitos, debido a que luego de compartir fórmula con la “Cristina que cambió”, Alberto Fernández dejó de considerar que debe rendir cuentas frente a la Justicia por varias irregularidades que “no le cerraban”, y pasó a ser “inocente de culpa y cargo en todas las causas” que la comprometen, y una amiga.

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El dilema de Alberto Fernández parece ser desde la génesis de la nueva coalición, si frente a numerosas denuncias de corrupción que salpican a su vicepresidenta y familia, mantendrá absoluta neutralidad, o si intentará ayudar a salir ilesa a su compañera de fórmula.

¿Deberá el presidente optar entre morder la mano o morderse la boca? Si muerde la mano, puede perder el apoyo del cristinismo incondicional, que lo convocó para ser el nuevo presidente, pero si se muerde la boca, puede perder el apoyo de propios y ajenos que votaron al nuevo frente o que lo aceptan amigablemente, porque no gobernaría más “la coronela”y se cortarían los vicios, artilugios y deshonestidades del kircherismoduro.

El interrogante queda en manos del presidente: definir si el Frente de Todos existe o si el kirchnerismo sigue gobernando desde las sombras.

Por último, me permito un consejo personal para los lectores, no enojarse tanto con la prensa que informa, que cita, que detalla sus fuentes y que pone de relieve incongruencias o falsedades nocivas para la república; “matar al cartero” es más fácil que aceptar la triste y retorcida realidad, pero solo aceptando la triste y retorcida realidad se puede modificar lo que tanto daño nos hace, y se puede exigir a nuestros gobernantes que gobiernen como corresponde y anunciaron, y no como les conviene. Quedan varios años de un gobierno del Frente de Todos, que por supuesto debe seguir conduciendo a la Argentina, y que lo haga con responsabilidad y honestidad es un imperativo, o debería serlo.