Debido a que las clases no son presenciales, los chicos debieron conectarse de manera virtual a través de la plataforma Zoom, lo que derivó en la “Zoomfobia”. Si bien acortó distancias y solucionó ciertos problemas, también generó otros, el estar muchas horas en la plataforma le genera a los chicos cierto malestar y resistencia.
La psicopedagoga Liliana González explicó que al principio de la pandemia se abusó del zoom dándole uso demasiadas horas. “Equivocadamente también los padres pedían que los chicos estén una mayor cantidad de horas y ya el estar dos horas sentado frente a un zoom es muchísimo”, expuso.
También comentó: “Los tiempos de atención de los chicos son muy cortos, apagan la pantalla, no quieren conectarse, y esas son diferentes formas de resistencia hacia la plataforma”.
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Otro conflicto surge cuando se utiliza esta herramienta para socializar, desde cumpleaños hasta reuniones virtuales con familiares. “Es malo el exceso de pantalla, los chicos están hartos y quieren hacer otro tipo de cosas como explorar la naturaleza, cocinar, leer un libro o cuento, construir algo”, indicó González.
La sugerencia de la profesional es que los padres puedan encontrar un equilibrio para sus hijos, entre el uso de las herramientas virtuales y el contacto con el mundo virtual.