Este 21 se septiembre se celebró el Día Mundial del Alzheimer. La fecha, dispuesta con el objetivo de concientizar y trabajar sobre la a prevención y la eliminación del estigma que pesa sobre las personas que padecen la enfermedad que, a nivel mundial, superan los 45 millones y que según estimaciones, esa cifra ascenderá a 74 millones para el año 2030. Se trata de uno de los trastornos más temidos por las consecuencias de gran deterioro que produce en aquel que lo padece y especialmente, en su memoria.
Alzheimer
- Es una enfermedad gradual, crónica y progresiva que se caracteriza por una afectación de las funciones mentales superiores o funciones cognitivas
- Se caracteriza por la afectación de la memoria episódica reciente
- Provoca dificultades en el lenguaje (por ejemplo dificultades para poder denominar objetos)
- Aproximadamente el 70 % de las demencias son Alzheimer
- Hasta ahora, no ha sido identificado un único factor como la causa de la enfermedad
- No existe un test diagnóstico para confirmar con total certeza que una persona lo padece
- La edad es el principal factor de riesgo para padecerlo
- Los factores ambientales y hábitos de vida son los que se pueden modificar para disminuir el riesgo de desarrollarla
- Existen dos modalidades fundamentales de tratamiento: el farmacológico y el no farmacológico.
- Es la causa más frecuente de demencia y cada 3 segundos se realiza un diagnóstico de demencia en el mundo
- Se estima que en 2030 cerca de 74 millones de personas tendrán la enfermedad
El doctor Julián Bustin, Jefe de la Clínica de Memoria del departamento de Neuropsiquiatría del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y Jefe de la Clínica de Gerontopsiquiatría del departamento de Psiquiatría, explicó en diálogo con PERFIL de qué trata esta enfermedad, qué dispone a una persona a padecerla; cuáles son los síntomas que presenta y cómo puede acompañar la familia en todo el proceso.
—¿Qué es el Alzheimer?
—El Alzheimer es una enfermedad gradual, crónica y progresiva que se caracteriza por una afectación de las funciones mentales superiores o funciones cognitivas (memoria, lenguaje, atención, visuoespacial, etc) como consecuencia de una muerte neuronal acelerada (neurodegeneración) y que lleva de manera progresiva a la pérdida de la capacidad de la persona para desenvolverse de forma independiente en sus actividades habituales. La hipótesis más aceptada de por qué se produce se relaciona con la acumulación de sustancias anómalas de forma tóxica en el cerebro (proteína B-amiloide y proteína TAU), las cuales desencadenan procesos de alteración en la conectividad neuronal, muerte neuronal y consiguiente involución cortical (o atrofia) cerebral.
—¿Cuáles son los síntomas?
—Los síntomas tienen que ver con cambios en el funcionamiento cognitivo de la persona, que pueden estar acompañados también de cambios en su conducta o su carácter. La forma típica de la enfermedad (la más frecuente) se caracteriza por una afectación inicialmente en la memoria episódica reciente (memoria de eventos recientes) lo que hace que el paciente presente dificultad para recordar información recién aprendida y, por ejemplo, comience a olvidar conversaciones y estar más repetitivo o incluso haya olvido de eventos o situaciones vividas; dificultades para orientarse en tiempo (día, mes, año, etc) o espacialmente en lugares previamente conocidos; dificultades en el lenguaje como por ejemplo dificultades para poder denominar objetos (anomias)así como dificultades en la resolución de problemas. También pueden aparecer otros: dificultades para realizar actividades motoras aprendidas previamente (apraxias); síntomas denominados “psicológicos y conductuales”, que van desde los cambios anímicos, hasta la presencia de síntomas psicóticos (delirios o alucinaciones) o incluso agitación o agresividad. El conductual más frecuente es la aparición de apatía o pérdida de la iniciativa para realizar actividades. Lo importante de todos ellos es que tienen que representar un cambio con respecto al funcionamiento previo de la persona los cuales suelen preocupar más a los familiares o al entorno que al propio paciente y esto sucede en general por otro síntoma bastante frecuente en la enfermedad de Alzheimer qué es la anosognosia, que refiere al desconocimiento de los síntomas de la enfermedad.
—¿Qué ocurre a medida que evoluciona la enfermedad?
—El deterioro cognitivo y conductual se profundiza e impacta cada vez más en la capacidad de la persona de desenvolverse en forma independiente. En las etapas avanzadas de la enfermedad, los pacientes necesitan asistencia incluso para las actividades básicas de la vida diaria como comer, vestirse o higienizarse.
—Se suele relacionar a la demencia con el Alzheimer¿Qué las diferencia?
—La confusión deriva de que la Enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de Demencia. Aproximadamente el 70 % de las demencias son Alzheimer. El término demencia hace referencia a un síndrome (conjunto de sígnos y síntomas) en el cual se produce una afectación adquirida de las funciones mentales superiores o funciones cognitivas (memoria, lenguaje, atención, visuoespacial, etc) lo suficientemente importante como para impactar en el funcionamiento habitual de la persona que lo padece. Existen distintos tipos de demencia, y una forma de clasificarlas es de acuerdo a su presentación clínica (síntomas, edad de comienzo, progresión de la enfermedad, etc) y su etiología o causa. En esta clasificación de las demencias podemos encontrar otras demencias que no sean el Alzheimer, como por ejemplo la Demencia Vascular, la Demencia con Cuerpo de Lewy o la Demencia Frontotemporal, entre otras.
—¿Qué provoca que una persona tenga Alzheimer?
—El paradigma más influyente para explicar su desarrollo es la denominada “hipótesis amiloide”, que sugiere que la proteína así llamada cambia su forma de habitual a otra anormal y desencadena una serie de procesos desembocan en alteración de la conectividad neuronal, muerte neuronal y consiguiente involución cortical (o atrofia) cerebral. Hoy existe evidencia de que se trata de un panorama complejo y multidimensional. Una persona puede tener altos niveles de esta proteína amiloide y esto no significa que inevitablemente va a desarrollar los síntomas de la enfermedad durante su vida. Hasta ahora, no ha sido identificado un único factor como la causa de la enfermedad de Alzheimer; es probable que sean responsables una combinación de factores, es decir que sea una enfermedad multifactorial. Entre estos factores se encuentran la edad, factores genéticos, los factores ambientales y los distintos hábitos de vida (nutricionales, de sueño, de control de factores de riesgo cardiovascular, de ejercicio físico y de actividad cognitiva y social). La edad es el principal factor de riesgo para padecer Alzheimer, duplicándose su prevalencia (número de personas con demencias en una población en un momento determinado) cada 5 años a partir de los 65 años. Si bien existen diferentes genes implicados en mayor o menor vulnerabilidad a desarrollar la enfermedad, los factores ambientales y hábitos de vida son los que podemos modificar para disminuir el riesgo de desarrollar la enfermedad.
—¿Es una enfermedad hereditaria?
— Solamente entre el 1 y el 5% de los casos son de origen exclusivamente hereditario. El resto corresponde a casos de Alzheimer esporádico, en donde influyen todos los factores que mencionamos previamente y los genes son uno más de esos factores.
—¿Cuáles son los tratamientos que existen en la actualidad para la enfermedad?
—Existen dos modalidades fundamentales: el farmacológico y el no farmacológico. Hasta la fecha no existen tratamientos curativos o capaces de modificar el curso progresivo de la enfermedad, sino que el objetivo de los tratamientos disponibles es enlentecer lo máximo posible la progresión y mejorar la calidad de vida tanto del paciente como de su familia. En cuanto a la medicación, hay cuatro fármacos actualmente aprobadas para esta enfermedad: tres son fármacos denominados inhibidores de la acetilcolinesterasa (donepecilo, galantamina y rivastigmina) que aumentan temporalmente los niveles de un neurotransmisor (acetilcolina) implicado en las alteraciones cognitivas en la enfermedad de Alzheimer; y el otro es la memantina, que posee un mecanismo de acción diferente a los anteriores, y actuaría regulando la actividad del glutamato, un mensajero químico que en valores elevados patológicamente puede ocasionar una disfunción neuronal. Es fundamental como parte del tratamiento el abordaje de la familia, ya que tanto el Alzheimer como otras enfermedades crónicas generan en el entorno un cuadro conocido como “estrés o sobrecarga del cuidador”, por lo que el acompañamiento y poder educar a la familia acerca de la enfermedad es sumamente necesario.
—Hasta ahora es una enfermedad que no tiene cura, entonces es importante su diagnóstico. ¿Cuáles son los estudios que deben hacerse para saber si se padece Alzheimer?
— El diagnóstico es fundamental, y mientras más temprano mejor. Lamentablemente existe el concepto erróneo o prejuicio de que el envejecimiento se asocia inherentemente al deterioro cognitivo y esto no es así. Cuando existe un deterioro cognitivo patológico hay que hacer un adecuado diagnóstico para instaurar un tratamiento temprano para intentar enlentecer la progresión de la enfermedad, pero fundamentalmente mejorar la calidad de vida tanto del paciente como de la familia. El diagnóstico es a través de la evaluación clínica y neuropsiquiátrica del paciente y la entrevista con éste y un familiar. No existe un test diagnóstico para confirmar con total certeza la enfermedad de Alzheimer ante la ausencia de síntomas. Los métodos clínicos actuales utilizados son la evaluación médica realizada por un especialista en trastornos cognitivos. También hay estudios de mayor complejidad que en casos dudosos pueden ser de gran utilidad para incrementar la certeza diagnóstica, sin embargo no se utilizan de rutina.
—¿Cómo debe acompañar la familia a una persona que padece Alzheimer?
—El impacto de la enfermedad alcanza a todos los miembros de la familia. Por un lado la dependencia progresiva del paciente hacia un cuidador genera sobrecarga en este último, y por otro la aparición de síntomas conductuales en general suele empeorar esta sobrecarga, generando síntomas de tensión, ansiedad y depresión. Esto lleva a un cuadro de “sobrecarga o estrés” del cuidador. Es frecuente que el familiar a cargo, a medida que progresa la enfermedad experimente diferentes emociones como la negación, rabia, ansiedad, miedo, culpa, agotamiento, enojo. Es por esto que el abordaje familiar es importante para que quienes cuidan al paciente con Alzheimer no se conviertan en “los otros enfermos”. Algunos consejos que se le suele brindar a la familia son: ampliar la red de quienes cuidan al paciente con el fin de distribuir tareas para que no recaiga todo en una sola persona; pedir ayuda cuando sea necesario; tener tiempo para ellos mismos y sostener actividades que les resulten gratificantes; yen caso de necesitarlo asistan a charlas o a grupos de familiares.
—¿Existen estadísticas de cuantas personas padecen esta enfermedad a nivel mundial y en Argentina?
—El Alzheimer es la causa más frecuente de demencia y cada 3 segundos se realiza un diagnóstico de demencia en el mundo. Actualmente hay en el mundo alrededor de 46,8 millones de personas afectadas y se estima que esto se incremente, llegando a más de 74 millones en el año 2030 y a más de 130 millones en el año 2050. En la Argentina, hay más de medio millón de personas que padecen la enfermedad y se calcula que por el aumento en la expectativa de vida el número de personas ascenderá a más de un millón de personas en 25 años.
—En general se lo relaciona con una enfermedad que afecta a personas mayores ¿Es así?
—Es así en su gran mayoría. La edad es el principal factor de riesgo para padecer la enfermedad, a partir de los 65 años la prevalencia se duplica cada 5 años. Sin embargo, existen casos de inicio en adultos más jóvenes (casos de origen hereditario, Alzheimer esporádico de comienzo temprano) pero corresponden a una minoría.
—Una vez que se realiza el diagnóstico ¿cuánto tiempo puede llegar a tener de sobrevida?
—La sobrevida estimada en general es de un promedio de 8 a 10 años, pero esto puede variar muchísimo entre cada persona dependiendo la evolución de múltiples factores.
FDS/FeL