Si bien no es una enfermedad infecciosa, la diabetes avanza en todo el mundo a pasos agigantados. Tal es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la considera una grave amenaza para la salud mundial, y la ubica en el mismo rango que otros padecimientos como el VIH/SIDA.
En Argentina, si bien la cantidad de enfermos no ha variado el último año -se calcula que hay dos millones y medio de enfermos- la mitad de ellos no sabe que la padece, y del resto sólo el 30 por ciento se trata, pese a que existe una ley que garantiza el acceso gratuito a la medicación y que tanto las prepagas como los hospitales públicos y las obras sociales deben respetar.
El diagnóstico, un paso fundamental. Existen dos tipos de diabetes: la de tipo 1 y la de tipo 2. La primera, se da en general en chicos y en menores de cuarenta años como consecuencia de la falta de producción de insulina del páncreas. La segunda es producto de un mal aprovechamiento por parte del cuerpo de la insulina que se genera. Este último grupo de enfermos, el noventa por ciento de los casos, es el que en general se diagnostica tarde.
Según explica el doctor Gustavo Frechtel, presidente de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD), aquel paciente que no sabe que es diabético es el que padece de diabetes de tipo 2. “ Muchas veces el diagnóstico lo hace otro especialista, un cardiólogo o un oftalmólogo, porque en general el mal control de la enfermedad produce problemas cardiovasculares donde se ven afectados órganos como el corazón, los riñones o los ojos”, aclara el especialista. “Una persona mal controlada, después de siete años comienza con estos inconvenientes”, completa.
Lo importante, entonces, es realizar exámenes rutinarios de manera periódica ya que, al tener la diabetes de tipo dos pocos síntomas, los enfermos no se enteran que padecen la enfermedad.
El acceso a la medicación, una ley de conocimiento esencial. Para poder acceder a la medicación de manera gratuita, resulta básico que los enfermos conozcan la reglamentación que estipula la provisión gratuita de los medicamentos correspondientes.
Según la Ley Nacional Nro. 23.753/89 y el Decreto Reglamentario 1271/98 , el Estado debe proveer los medicamentos e insumos para el control y el tratamiento del paciente con diabetes mellitus. La misma reglamentación pesa para las obras sociales y sistemas de medicina privada cuando el paciente que adquiere esos servicios padece de esta enfermedad.
De esta manera, la insulina, las jeringas de vidrio, las descartables, las agujas para las inyecciones y la jeringa lapicera deben ser cubiertas en un ciento por ciento. Las tiras reactivas –en cualquiera de sus formas- las pastillas hipoglucémicas o el reflectómetro para la lectura de la determinación de la glucosa en sangre con tiras reactivas tienen una cobertura que siempre parte del 70 por ciento.
El problema, explica el doctor Fretchel, no se da con la insulina, sino que en ocasiones aparece en la cobertura de tiras para el control, ya que se da un número limitado. “No hay una cobertura de provisión adecuada. La ley tiene una falencia, y es que no obliga en este caso una cobertura universal. Ahí viene el juego del tire y afloje”, analiza el especialista.
(*) Redactora de Perfil.com