SALUD
Hospital Posadas

Investigación Covid-19: una Terapia Intensiva de riesgo, contarla desde adentro

Es el área más sensible de la pandemia. El personal está colapsado: sobrecarga, contagios, riesgo al límite y bajos salarios. La bronca frente al negacionismo y la idea de “infectadura”. Hablan quienes ofrecen su vida para salvar las otras.

Sala Covid-19 UTI del Hospital Posadas: Los profesionales trabajan en grupo.
Sala Covid-19 UTI del Hospital Posadas: Los profesionales trabajan en grupo. | Javier Barreiro / Comunicación Institucional del Hospital Posadas.

Las paredes no dicen nada, sólo están ahí para que les pegue el sol y nada más que cielo parece haber detrás de la imponente estructura. Así, como un conjunto de moles inertes, se levanta en El Palomar, a la vera del Acceso Oeste, el Hospital Posadas, uno de los más emblemáticos centros de salud de la Argentina. Pero esas paredes están llenas de historias por dentro; de miradas torvas o vacías o ansiosas y silencios apenas rotos por el murmullo de los preocupados que, en un espacio mínimo, luchan por la vida, la de otros, la suya, cercada por el coronavirus.

UTI Covid-19 del Hospital Posadas / El lugar límite

Terapia Intensiva. Dos palabras indeseables y cruciales a la vez. Es difícil entrar, no tanto por la cantidad de personas-desde la puerta principal, los movimientos son cuidadosos y distantes-, sino por obra del miedo a lo desconocido que encierra en lo que creemos conocer, de tanto hablarlo. El miedo a exponerte a la mínima posibilidad de terminar como uno de ellos.

Sofía Putruele, Lic. en Enfermería / Al límite del cansancio.

“No te preocupes, esto es más seguro que ir al supermercado”, dice, contenedor, Juan Maestripieri, el directivo del Posadas que nos oficia de guía. El mientras tanto hasta llegar a la UTI está lleno de preguntas, prejuicios y suposiciones. Escaleras interminables contradicen su trayecto y se vuelven más pesadas por el peso extra de los nervios. Al llegar, el silencio es la primera definición de lo que pasa. Los profesionales y paramédicos apenas pueden ser identificados por las particularidades de sus ojos, en general cansados. Es tiempo del “informe de situación de las 8” de la mañana:  los médicos de turno le acercan a Constanza Arias, jefa de Terapia Intensiva, las planillas con las novedades de toda la noche.

Contanza Arias, Jefa de Terapia Intensiva del Hospital Posadas.

Desde las habitaciones, una pegada a la otra a lo largo del pasillo interminable, los pacientes miran, con cierta curiosidad, el ingreso de lo que, en otras circunstancias, percibirían como una cara nueva. Están en sus camas, algunos con respirador. Los que superaron el fatídico aparato salvador, entablan afectos con los médicos, kinesiólogos, traumatólogos y enfermeros que, ya no lo dudan, trabajan para salvarles la vida.

Celeste es licenciada en enfermería y forma parte de un grupo de tres profesionales que se encargan de cinco pacientes en una de las salas. Su vida cotidiana en el trabajo cambió. “No es como antes, ahora tenemos que vestirnos con mucho cuidado y mirarnos con nuestros compañeros para controlarnos, no tocarnos las cara”, cuenta a Perfil. La mayoría de los contagios en el personal se dan cuando llevan sus manos a los ojos, boca o nariz luego de haber tocado su ropa infectada. Pese a estar todo el tiempo cara a cara con el virus, Celeste tiene miedo por los suyos: “Siento que puedo ser el foco de transmisión del virus a mi familia”.

Celeste, Lic. en nefermería / UTI COVID-19 del Hospital Posadas.

La situación es límite y lo existencial, ineludible: “Todos los días nos planteamos si volveríamos a elegir esta profesión luego de haber pasado por el coronavirus, pese a las dudas, al final la respuesta es sí, por vocación y por amor”, plantea Celeste, mirando al techo como para salirse por un minuto de ese lugar tan real, tan útil y al mismo tiempo, tan impropio, donde siente que no hay un reconocimiento justo por su trabajo. “Todos tenemos que trabajar entre 12 y 14 horas en dos o tres lugares para llegar fin de mes”, se lamenta.

El colapso, siempre latente.

Hace dos semanas, el Hospital Posadas presentaba un 98% de ocupación. Hoy parece haber un respiro. Las consultas externas por Covid bajaron de 450 a 250. Sin embargo, algo inesperado sucedió en un par de horas. En la mañana la ocupación de camas UTI era del 94%. “Estamos por levantar la carpa blanca que íbamos a usar en caso de colapso”, se entusiasmaba el director del hospital, Alberto Maceira, pero al mediodía, mientras conversábamos la jefa de Terapia Intensiva, alguien golpeó la puerta y los ojos azulados de ella se fueron hacia la entrada intempestiva de un colega. Volvió a la charla con este cronista. “Estamos de nuevo al 98%, esto es así, cambia a cada instante, no hay que relajarse, las bajas de ocupación son aparentes, esto es impredecible”, se resigna la doctora Arias, que arranca todos los días a las 5 para entrar en funciones a las 7.

Hoy parece haber un respiro en la ocupación de las terapias

La única diferencia algo auspiciosa con los meses anteriores es que, entonces, el 98% estaba con respirador y hoy buena parte de esos pacientes sólo están asistidos con una máscara de oxígeno. Tampoco hay en guardia externa, en el momento de esta nota, ningún intubado esperando por una cama. Algo de alivio ante tanto estrés.  

Sala UTI Covid-19 del Hospital Posadas / El temor al colapso

“Lo que ayudó mucho son los cuatro hospitales ambulatorios zonales que inauguró el Gobierno”, asevera Maceira. “Eso permitió el traslado de más de 300 pacientes de coronavirus de mediana gravedad. Si no hemos colapsado aún se lo debemos a la cuarentena, nos dio el tiempo necesario para equiparnos”, confía el director.

Terapia Intensiva Pediátrica, parte de la solución.

En la pandemia, el Hospital Posadas pasó de 28 camas de Terapia Intensiva a casi 90 y, aun así, la ocupación oscila entre un 94% y un 98%, sin bajar. La mitad de esas camas están ocupadas por pacientes con coronavirus. Hay dos salas, una de 18 y otra de 9, pero, para prevenir el colapso, las autoridades tuvieron que echar mano a Terapia Pediátrica, donde hay 24 camas divididas en dos sectores de 12 camas: uno de ellos se destinó a pacientes Covid-19. Esas 12 camas se dividen, a su vez, en dos módulos donde se atienden por separado niños y adultos infectados. Desde que comenzó la pandemia, 10 niños pasaron por terapia.

Daniel Ricardo Capra, pediatra intensivista / 36 años en el Posadas.

El pediatra intensivista Daniel Ricardo Capra, trabaja en el Posadas hace 36 años y está a cargo del área. En su solapa cuelga bien grande la foto de su cara completa, con su nombre y unos emoticones de alegría. “Es para que los niños sepan quién los atiende, porque así, todo tapado, es imposible generar confianza en ellos”, comenta con una sonrisa cómplice. “Los niños sí que se contagian y pueden terminar en terapia”, desmitifica cambiando el gesto amable por el ceño fruncido. “Los cuadros de inflamación en los chicos es lo que más nos sorprende, niños de segunda infancia son los más vulnerables en familias con coronavirus”, explica. Sólo una niña murió por problemas de comorbilidad, es decir, por enfermedades preexistentes.

Sala UTI Covid-19 del Hospital Posadas /

Pero el trabajo de Capra y su equipo no termina en los niños. Todos los días hacen “el pase”, que es una charla con cada uno de los pacientes a cargo de los intensivistas y nefrólogos de adultos. En la pared de una de las salas hay una pizarra que divide a los pacientes en dos columnas, por colores: en rojo están los nombres de los niños y en azul, los de los adultos. Más abajo, aparte y en negro, figuran los nombres de los niños con otras patologías. “Una de las peores cosas, para mí, es dar informes telefónicos severos a los familiares, porque hablo con personas a las que no puedo ver, ni sus gestos, ni sus miradas”, se lamenta Capra. Se están haciendo gestiones para que esas personas puedan ver a sus familiares con coronavirus, al menos una vez por semana.

Se están haciendo gestiones para que las personas puedan ver a sus familiares

Este sector, como los demás, siente la merma de compañeros profesionales que se contagian y deben aislarse. Terapia Intensiva Piedátrica está trabajando con la mitad del personal.  

UTI Covid-19 del Hospital Posadas / La revisión pulmonar de los pacientes es permanente

La agenda diaria.

La primera actividad en Terapia es a las 7. Arias revisa las camas libres, los nuevos ingresos, qué cambió desde el día anterior, habla con los médicos de guardia y comunica vía WhatsApp en la Red Sanitaria qué camas de Emergencia y Unidad Coronaria quedaron libres en toda la región. Luego, a las 8, es el pase de guardia donde los médicos salientes comentan las novedades durante la noche. A las 9 se dividen los equipos y se disponen a atender las necesidades de cada uno de los pacientes. A las 11 se reúne cada uno de los equipos nuevamente para ver qué modificaciones terapéuticas hay que hacer en lo que llaman “pase terapéutico”. En esta instancia, se informa sobre los pacientes que llegan de Clínica Médica, de Quirófano y de la Guardia Externa para ingresar a Terapia y se deriva a los pacientes que ya están en condiciones de salir. Ahí se reponen los cables, los sueros y todo lo necesario para recibir a un nuevo paciente. Desde las 14 quedan las guardias médicas y los residentes, que son 21 en total en Terapia Intensiva.

Sala UTI Covid-19 del Hospital Posadas / La pronación ayuda a los pacientes a respirar.

La situación nacional

Según la presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), Rosa Reina, “la mayoría de las UTI están por arriba del 80%, aunque hay algunas que están al ciento por ciento”. Con estos números la situación es crítica y manifiesta una contracara dramática a lo que proponen las calles colmadas de personas trotando, comiendo, tomando o marchando. El personal se redujo y es el más colapsado ya, que se vio afectado en un 25% por contagio de coronavirus. Además, se suma falta de intensivistas, porque es una especialidad que no existe como materia en la carrera de Medicina, como sí existen otras disciplinas de las 36 que conforman esa carrera universitaria.

UTI Covid-19 Hospital Posadas / Todas las discplinas médicas para salvar vidas.

Tampoco es elegida por el estrés que genera la carga horaria con guardias de hasta 24 horas. “Hace años venimos planteando que las guardias sean de 12 horas, al menos”, asegura Reina. Los bajos salarios empujan a los intensivistas a trabajar en dos lugares por lo que la guardia de 24 horas se duplica en la semana. En nuestro país hay 1.900 intensivistas de adultos, 400 intensivistas pediátricos, 500 enfermeras especializadas en cuidados intensivos y 400 kinesiólogos. “Es muy poco. Necesitamos el doble de médicos, cuatro veces más enfermeras y al menos el triple de kinesiólogos”, cuenta la doctora Reina. La SATI es una institución científica y académica que se dedica a la formación de profesionales con talleres gratuitos y de divulgación. También es consultada en forma permanente por parte del Gobierno. 

Sala UTI Covid-19 del Hospital Posadas / Los médicos se cuidan en grupo para no contagiarse.

De barbijos quemados, marchas y dolores.

Las marchas pidiendo que la cuarentena se termine, la quema de barbijos, la “infectadura” como término violento por parte de un sector de la sociedad y la política, no queda afuera de Terapia Intensiva. “De la muerte no se vuelve”, dice el doctor Capra. “Estamos en medio de una pandemia y creo que los que marchan subestiman al coronavirus y decir que esto es una ‘infectadura’ es una falta de respeto a los ‘profesores’ de la salud”, cuestiona. Por su parte, Maceira comparte que “la quema de barbijos, los banderazos y las marchas son una falta de respeto a los trabajadores de la salud”.

UTI Covid-19 del Hospital Posadas / Intensivistas reclaman por un mayor reconocimiento.

“¡Siento indignación, son manejos políticos!”, se suma, contundente, la doctora Arias. “Hablar en contra de un barbijo es como hablar en contra de un tomógrafo y no creer en el coronavirus es como no creer en el cáncer de pulmón”, agrega. Los ojos se le llenan de lágrimas y su voz, que hasta ahí era firme, se quiebra: “En el sanatorio privado donde también trabajo, falleció un enfermero, se puso un pasacalles que decía ‘La guardia terminó’, y eso es terrible”.