Todos nos sentimos listos para volver a la "normalidad" tras el paso letal de la pandemia del coronavirus. Para algunos podría significar simplemente regresar a la oficina o volver a ver a los amigos. Para otros, será un camino más largo: algunas empresas reabrirán, otras cerrarán para siempre. Algunas personas nunca volverán de terapia intensiva y otra muchas seguirán para llenar sus heladeras o pagar el alquiler. Previsiblemente, algunos políticos harán promesas gloriosas sobre el acceso público a la salud. Pero Covid-19 llegó para cambiarlo todo.
A la vida en este mundo post pandemia la llaman “nueva normalidad” y la imaginamos tan lejana y extraña como cuando nuestros abuelos imaginaban el año 2000 con autos voladores y guerra nuclear. Por que aunque es tentador preguntarse cuándo volverán las cosas a la "normalidad", el hecho es que no lo harán. ¿Cómo será esa nueva normalidad a la que la Humanidad tendrá que acostumbrarse si quiere evitar ser víctima de una nueva (y posiblemente más letal) pandemia en la próxima década?
1. ¿Cómo serán las ciudades post pandemia?
Muchos países, si no todos los que fueron afectados por el SARS-Cov2, deberán acostumbrarse a a evitar los grandes amontonamientos de gente y respetando la distancia básica de al menos 1 metro entre persona y persona. Esto nos afecta de diversas formas: en la fila de la caja del supermercado, en la entrada del banco, en consultorios médicos, en los trenes, subtes y colectivos, en los restaurantes, los bares, los teatros y cines, los recitales, las iglesias, los estadios deportivos, las manifestaciones populares y sociales, los actos electorales.
En el mundo post pandemia, el miedo a la densidad, y en particular a los trenes subterráneos y trenes, sumado al deseo de un entorno más seguro y privado podría atraer a muchas personas hacia los suburbios y las zonas rurales. Las familias con niños, en particular, podrían abandonar las ciudades por una casa cerca de la naturaleza, aunque otras fuerzas empujarán a la gente hacia los grandes centros urbanos. Los ancianos y los inmunodeprimidos podrían tratar de evitar los espacios urbanos por un tiempo, produciendo una población del centro temporalmente más joven, en forma y más tolerante al riesgo.
Alrededor del 95 por ciento de las personas con Covid-19 viven en áreas urbanas, con lo que la pandemia aceleró cambios más profundas a largo plazo que afectan especialmente a las ciudades, como la digitalización del comercio minorista, el cambio a una economía sin efectivo, la instalación del home office, la entrega virtual de servicios, y la peatonalización de las calles.
El transporte público, en la nueva normalidad, tendrá dificultades para retener a los pasajeros si no establece medidas de distanciamiento y los autos sin conductor y las bicicletas podrían volverse cada vez más vitales. Las ciudades perderán parte de su atractivo social y mucha gente transformará sus casas en cines. Los gimnasios y peluquerías no estarán en demanda durante bastante tiempo, a menos que se mantengan las buenas prácticas de distanciamiento social e higiene.
2. Distancia en el trabajo y trabajo a distancia
Las fábricas, compañías y empresas con un gran caudal de empleados deberán empezar a establecer reglas y nuevas infraestructuras que permitan que los empleados mantengan la distancia personal. Por ello, como los grandes imperios comerciales del mundo ya planifican, el trabajo a distancia -también llamado home office o trabajo remoto- para todos los que puedan y las videoconferencias deberían convertirse en parte de la nueva normalidad humana.
La ausencia de personas viajando al trabajo ayudaría a evitar las grandes concentraciones humanas en horas pico en transportes y centros de transbordo, puntos que fueron clave para la expansión del nuevo virus en Wuhan, Lombardía, Nueva York y Sao Paulo, epicentros de la pandemia. La calidad de las conexiones de Internet y el acceso masivo a dispositivos electrónicos, hasta en los sitios más remotos de cada país, es uno de los desafíos a los que se enfrenta el mundo.
“Me imagino que la pandemia acelerará el desarrollo de la infraestructura necesaria para apoyar nuestro trabajo online”, dice Susan Schneider, directora del Grupo de IA, Mente y Sociedad de la Universidad de Connecticut.
Sin embargo, a esta experta le preocupa que las empresas y corporaciones pierdan el ‘toque humano’. “Me preocupa que en un mundo posterior a la pandemia, las corporaciones puedan hacer menos uso del trabajo humano, reemplazando a los trabajadores humanos con automatización e inteligencia artificial. Las computadoras y los robots no se enferman”, dice Schneider. “Debemos imaginar un camino que permita que los humanos prosperen al preguntar: ¿cómo podemos proteger a las personas financieramente, si el desempleo tecnológico generalizado se produce incluso antes de lo previsto?”
La pandemia reveló, además, cuánto dependen las sociedades de sus trabajadores esenciales, y cuánto dependen los trabajadores esenciales de los trenes y colectivos para llegar a sus empleos en hospitales, comisarías, estaciones de bomberos, supermercados y otros enlaces en la cadena de suministro. Por eso, otro gran desafío del futuro será establecer nuevos protocolos de seguridad para reducir la sobreocupación del transporte y mantener seguros a esos pasajeros, y en invertir en amplias expansiones de servicios para hacer que la próxima crisis sea más fácil de manejar.
3. Las medidas de higiene llegaron para quedarse
Algunos epidemiólogos piensan que el uso de tapaboca o barbijos, lo que nos parecía rarísimo y curioso en China y Japón, debería pasar a ser parte de la nueva vida de los seres humanos.
De hecho, numerosos países asiáticos y europeos establecieron su uso obligatorio al eliminar las restricciones de circulación -es decir, al final de sus cuarentenas- porque son clave para evitar el contagio de Covid-19 y de la mayoría de las enfermedades infecciosas. Esta nueva normalidad debería llevar a la creación de más fábricas y talleres de confecciones de tapabocas, barbijos o máscaras, y muchos visionarios de las finanzas ya están poniendo sus fichas en este rubro.
La desinfección minuciosa y regular, en el trabajo y en la casa, es una práctica básica que deberá intensificarse en el mundo post pandemia. Desde el inicio del brote, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda, más que cualquier otra medida de prevención, lavarse las manos y evitar el contacto con ojos, nariz y boca, y recurrir a la desinfección en todo momento y lugar.
La nueva normalidad, en este sentido, cobra una importancia vital en la prevención de nuevas enfermedades y los gobiernos del mundo deberán adoptar decisiones importantes que permitan que el agua potable llega a todos los rincones habitados y los productos de limpieza sean económicamente accesibles.
Cuando en 1918 el mundo se enfrentó a la pandemia de la Gripe Española, que mató a 50 millones, el mundo carecía de la tecnología necesaria que les permitiera estudiar el virus que lo causaba. Sin embargo, muchos gobiernos fomentaron campañas educativas y medidas de control masivos sobre la población. Mediante folletos y propaganda en los diarios, las autoridades sanitarias de América y Europa comenzaron por educar a la población sobre cómo evitar y tratar la enfermedad y los hábitos básicos de higiene, como bañarse, lavarse las manos y cubrirse la boca al toser y estornudar.
Muchas comunidades aprobaron leyes que prohibían a los ciudadanos escupir en la calle, la ventilación de los tranvías y la imposición de horarios escalonados en fábricas y comercios para evitar las grandes concentraciones de personas.
Covid-19: el mundo solo está surfeando la primera ola de la pandemia
4. La humanidad deberá acostumbrarse a una nueva forma de viajar
A partir del paso letal de Covid-19 por más de 180 países muchas personas comenzarán a evitar, en la medida de lo posible, el uso del transporte público urbano y darán prioridad a los vehículos individuales o las bicicletas. Los viajes a otros países o los de larga distancia podrían pasar a ser una excepción, aunque las grandes aerolíneas y compañías de cruceros ya imaginan el futuro post pandemia con nuevos comportamientos, hasta ahora impensables.
"Viajar requerirá más previsión. En lugar de la famosa cuarentena, los cuarenta días que los comerciantes venecianos mantenían los barcos anclados antes de permitirles atracar, podemos acostumbrarnos a llevar pruebas de inmunidad o pasar catorce días aislados antes de ingresar a un nuevo país", escribe Tom Frieden, presidente y CEO de Resolve to Save Lives.
En el mundo post pandemia, las personas que viajan desde áreas de alta prevalencia tendrán que ponerse en cuarentena. Las personas médicamente vulnerables necesitarán estar protegidas aún más.
De cara al período post pandemia, y para tranquilizar a los gobiernos, las aerolíneas podrían tener que incorporar una declaración jurada sobre el estado de salud de cada pasajero en el aeropuerto, controles de temperatura en entradas y salidas tanto de terminales aéreas como de aviones, el uso obligatorio de tapaboca durante los vuelos, servir comida preenvasada para evitar los contactos directos.
Muchas otras piensan en agregar un nuevo sistema de filtración del aire de alto rendimiento en los aviones para crear una red anti Covid-19. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) apoya el uso de máscaras, tanto por parte de los pasajeros como de la tripulación, pero no está de acuerdo con las medidas de distanciamiento físico que imponen, por ejemplo, dejar el asiento central vacío en una hilera de tres.
Según un informe de Bloomberg, las empresas de cruceros piensan en incorporar rondas de higiene por hora y la disponibilidad de equipo de protección personal completo, incluidos protectores faciales y guantes, para todos los pasajeros y la tripulación.
Los restaurantes y cines de los cruceros serán los principales focos de cambios: las cenas atendidas podrían reemplazar los bufets, y las producciones de espectáculos pueden agregar matinés para permitir el distanciamiento social en los teatros a bordo. Para lidiar con la posibilidad de una segunda ola de infecciones, además, podrían tener que establecer algún tipo de escuadrón médico volador que pueda ser transportado por avión al barco.
5. La vida digital llegará a todos los ámbitos
La vida post pandemia provocará un cambio trascendental en el comercio online y de los servicios de entrega a domicilio sin contacto entre quien entrega y quien recibe. Las plataformas de ventas por Internet y las aplicaciones de pedido de comida, que florecieron en los últimos años, deberán multiplicar sus capacidades en la “nueva normalidad” pero, a la par, los comerciantes deberán ajustarse a las nuevas reglas de consumo que imponga la sociedad si no quieren quedar en el pasado.
“En el mejor de los casos, el trauma de la pandemia obligará a la sociedad a aceptar restricciones en la cultura de consumo masivo como un precio razonable a pagar para defendernos de futuros contagios y desastres climáticos por igual”, dice la autora estadounidense Sonia Shah, quien recuerda que el mundo necesita “reducir nuestra huella industrial y conservar el hábitat de la vida silvestre, para que los microbios animales permanezcan en los cuerpos de los animales”.
“Durante décadas, hemos saciado nuestros apetitos descomunales al invadir una franja del planeta en constante expansión con nuestras actividades industriales, obligando a las especies silvestres a amontonarse en fragmentos de hábitat restantes en una proximidad más cercana a la nuestra. Eso es lo que ha permitido que los microbios animales como el SARS-COV2, sin mencionar a cientos de otros, desde el Ébola hasta el Zika, pasen a los cuerpos humanos, causando epidemias”.
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6. El desafío de llevar la escuela al hogar
Con el brote del coronavirus y la imposición de reglas de confinamiento a nivel mundial, este año alrededor de 370 millones de niños de 180 países dejaron de ir a la escuela. En los países avanzados y ciudades con mayor nivel de vida, la mayoría pudo continuar con sus clases desde sus casas, a través de sus teléfonos y computadoras.
Pero otro buen número de alumnos perdieron la oportunidad de seguir aprendiendo por la carencia de dispositivos tecnológicos o la precariedad (o ausencia) de conexión a Internet en barrios pobres y zonas remotas. En la nueva normalidad, muchas escuelas podrían continuar con la enseñanza online, sobre todo ante la amenaza de un rebrote de Covid-19, con el riesgo de marginar a la población sin acceso a la tecnologia.
Varios países de América Latina imponen modalidades de enseñanza a distancia, incluyendo cursos a través de plataformas digitales. Pero “estos sistemas no están garantizados en toda la región, ni todas las familias pueden tener acceso a ellos, especialmente las más vulnerables”, denunció UNICEF, que cree que es “prioritario” impulsar contenidos accesibles en radio y televisión para los niños y niñas de bajos recursos, en riesgo de exclusión, sin acceso a internet, con discapacidad, migrantes y de comunidades indígenas.
El cierre de miles de escuelas, por otra parte, implicó la interrupción del acceso a otros importantes servicios básicos, como la alimentación escolar, los programas de recreación, las actividades extracurriculares y el apoyo pedagógico, y los servicios escolares de salud y de agua e higiene se vieron afectados.
7. Perderemos lo que nos hace humanos
El contacto físico, parte del mecanismo que utilizamos para establecer nuestras relaciones, amistades y lazos familiares, podría convertirse en cosa del pasado, o de la vieja normalidad. Después de tantos meses practicando el distanciamiento social, manteniéndonos al menos a dos metros de distancia de otras personas, evitando tocar las superficies comunes y aguantando los estornudos cuando salimos a comprar, los seres humanos nos dimos cuenta de cuán difícil es anular las costumbres adquiridas durante toda una vida para mostrar amor, cortesía o afecto. En muchas sociedades, al menos durante un largo tiempo, tendremos que aprender a evitar los besos con personas que acabamos de conocer y los abrazos con quienes necesitan consuelo.
“El tacto o el susurro en el oído entre personas probablemente desaparecerá por un tiempo”, dice Cary Cooper, profesor de psicología organizacional y salud en la Manchester Business School. “Las comunicaciones serán un poco más complicadas y menos matizadas como consecuencia. La gente puede malinterpretar las cosas, ya que usted no existirán las señales que normalmente había”. Por ahora, muchas personas parecen haber aceptado aceptado el desafío y tratan de mantener las conexiones sociales de manera creativa, sin que ello signifique que será fácil adaptarse a las nuevas formas de vida social.
El contacto humano en general podría dejar de ser bien visto, y con ello, todo lo que aprendimos desde niños podría cambiar en la futura “normalidad”, posiblemente estas restricciones físicas desaparezcan con el paso del tiempo. Lo importante es que, aunque es posible que debamos ser cautelosos con el contacto físico durante un buen tiempo, estar físicamente distantes no signifique que no podamos sentirnos cerca del otro.