Ayer se detectaron dos nuevos casos de tuberculosis en adolescentes de tercer y quinto grado de un secundario del barrio porteño de Monserrat y ya desde mediados de año que aparecen situaciones aisladas. La denuncia de este tipo de episodios es obligatoria pero no todos los casos son reportados, por lo que no se conocen las cifras exactas de incidencia. La estimación de los profesionales es 24 cada 100 mil habitantes.
La tuberculosis es una enfermedad infecciosa muy contagiosa provocada por un microbio (Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch) que se transmite a través del aire. Puede causar la agresión de distintos órganos, aunque lo más común es la vía respiratoria, es decir, que ataca al pulmón. Otras zonas del cuerpo afectadas pueden ser los huesos, el sistema gastrointestinal o diseminada por el organismo.
“El microbio ingresa al organismo habitualmente por la vía aérea y el paciente que es infectado lo transmite al toser. El mismo ingresa a otro paciente, quien puede tener múltiples reacciones. Su organismo puede frenarlo y que no se produzca ninguna afección al generar anticuerpos y defenderse; presentar una enfermedad primaria o sufrir complicaciones”, explicó a PERFIL Ricardo Tejeiro, infectólogo del Hospital Pirovano e integrante de la Sociedad Argentina de Infectología (MN: 58065).
Alerta por casos de tuberculosis en una escuela de Berazategui
Una de las características más destacables del microbio que provoca la enfermedad es que actúa lento. “Pueden pasar años para que se den cuenta que tenés tuberculosis y durante todo ese tiempo ir contagiando a otras personas. Como está latente pero no presenta síntomas es difícil diagnosticarla si no se busca específicamente”, alertó Tejeiro.
Como el tipo más frecuente es el que afecta a las vías respiratorias, los síntomas más habituales son:
- Tos seca.
- Decaimiento.
- Malestar general.
- Sudoración nocturna.
- Pérdida de peso.
- Expectoraciones sanguinolentas.
Muchos de estos son comunes a otras patologías, lo que hace complicado sospechar que se padece y por ende detectarla. Por ello, ante cualquier duda lo aconsejable es consultar con un profesional. Se tienen más posibilidades de contraerla si uno se encuentra inmunosuprimido (HIV, diabetes mal controlada, pacientes en quimioterapia, etc.), si se está en los extremos de la vida (neonatos y ancianos), quien viven situaciones de hacinamiento y aquel que sufre desnutrición.
Asimismo, hay riesgo epidemiológico cuando se tiene contacto con alguien que la sufrió, se haya estado en una zona de riesgo o que no se cuente con la vacuna.
Cuando los síntomas de la tuberculosis ya son muy evidentes es porque pasó un tiempo prolongado desde la contracción de la enfermedad y hay muchas chances de que ya se haya contagiado a otras personas. Por eso, cuando se detecta, las normas de salud pública determinan que todos los familiares y contactos íntimos deben ser chequeados para frenar una mayor transmisión.
La tuberculosis crece a la par de la pobreza
Una vez diagnosticada existe un tratamiento eficaz para curarla, lo que sucede es que es de larga duración, de entre tres y seis meses, y hay que tomar la medicación de forma adecuada y sin interrupciones, para que sea eficaz, algo que no siempre se cumple.
“El paciente cuando se empieza a sentir mejor deja el tratamiento y el mayor riesgo de todo es que el microbio se hace resistente a la mediación porque no terminó de tomarla”, advirtió el infectólogo. Y agregó: “Existe una vacuna que se da en el recién nacido que se llama BCG que evita las complicaciones derivadas de esta afección”.
