Un hombre acusado de robar una horma de queso de casi un kilo el 5 de julio de 2004 quedó absuelto. Si bien confeso el delito, luego del juicio oral y público el juez entendió, por un lado. que el objetivo del hurto fue alimentar a sus hijas y además resaltó que el valor de lo robado era insignificante en relación a la megaempresa damnificada.
En un principio, el fiscal que estudió las pruebas del caso pidió que el ladrón fuera condenado a cinco meses de prisión efectiva por tentativa de hurto de un Sancor Mini Fymbo de 930 gramos con un valor aproximado de 15 pesos, según informó el matutino Clarín.
Sin embargo, en la sentencia se sostiene que el delito no debe analizarse de “manera aislada” sino “en el contexto actual” y sin olvidar que "no toda lesión al bien jurídico propiedad" puede resultar una violación al Código Penal. Así, una afectación "nimia o insignificante" en el patrimonio de alguien no constituiría delito alguno, señaló Luis Schelgel, el juez en lo Correccional que resolvió el caso.
El fiscal Alfredo Della Dellagiustina apeló para que el fallo de Schelgel sea revisado ya que considera que la persecución de ningún delito puede frenarse –alegó- por más minúsculo que sea el daño generado.
Como el “patrimonio es un atributo de la personalidad, debe juzgarse en relación con su titular". De esta manera el juez entendió que el robo del queso no fue tal ya que 15 pesos en relación a la facturación del negocio–en este caso la sucursal San Cristóbal de una cadena de supermercados- es exiguo.
Schelgel escribió en la sentencia que "este caso trata de un pequeño queso. No lo sustrajo (el procesado) de la canasta de otra persona, ni del morral de un mendigo, sino de una góndola de una empresa que tiene un departamento de Prevención de Pérdidas. Es parte del riesgo empresario y para reducirlo están los sistemas de seguridad, requisito de pólizas de las compañías de seguros".
"Un padre -entendió el juez- bien puede llegar a una situación de desesperación que lo lleve a ingresar a un sitio de las características de un supermercado para darle algo de comer a sus hijos. El único elemento que se secuestró fue un queso. Evidentemente, en estado de desesperación, el imputado tomó la decisión equivocada".
El acusado, que en aquel vivía en una pensión, relató que había reencausado su vida –con un pasado delictivo- con el nacimiento de sus dos hijas y que el hurto lo había cometido cuando una de ellas le dijo que tenía hambre.