En los últimos dos años las manifestaciones en Brasil contra la corrupción política fueron cada vez más numerosas. En muchas ocasiones, la presión de la calle fue tal que provocaron la destitución de la presidenta Dilma Rousseff o la condena a Lula da Silva.
En muchas ocasiones, especialmente en Río de Janeiro y Sao Paulo, decenas de brasileños salieron a las calles con la antigua bandera imperial de Brasil, la que se usaba en los tiempos del emperador don Pedro II, derrocado en 1889.
Hoy, aunque muchos puedan tomarlo a broma, el descendiente del emperador, el príncipe Don Bertrand de Orleans y Bragança tiene claro que el "caos" político reinante en Brasil solo tiene una solución: la restauración de la monarquía y la vuelta al poder de su dinastía.
"Si la monarquía volviera, sería un alivio", dice el tataranieto de Pedro II. "Los brasileños lo celebrarían con una gran fiesta nacional, porque están hartos de la República". Aunque el Imperio brasileño terminó oficialmente en 1889 con la proclamación de la República, los herederos del linaje imperial siguen reclamando su papel en un encuentro monárquico anual en Rio de Janeiro.
La mayoría de brasileños apenas saben de su existencia, pero el suyo es un público fiel. Y este año, un centenar de personas de todas partes del país asistieron al evento, celebrado el pasado domingo.
"Hoy hay mucha gente pidiendo incluso la intervención militar porque el brasileño no tiene a quién recurrir. Cuando los políticos te dejan de representar, no hay nada que hacer. Yo creo que la familia real tiene personalidades fantásticas, sin comparación con los políticos", defiende Graciane Pereira, una anestesista de 37 años de Porto Alegre.
Muchos asistentes reivindicaban con nostalgia la época "de oro" en que gobernaron el emperador Pedro II (1825-1891) y su hija, la princesa regente Isabel (1846-1921), y estaban convencidos de que países como Noruega, Bélgica, España o Suecia son mucho más avanzados gracias a sus reyes.
La familia imperial es "muy buena, gente seria, honesta. Es lo que Brasil está necesitando, pero muchos creen erróneamente que si vuelve la monarquía es como si volviese la esclavitud", abolida en 1888 por la princesa Isabel, afirma Jose Dearimatea, un jubilado de 83 años.
Aunque solo un 10% de los brasileños se pronunciaron por la restauración de la monarquía en una consulta popular en 1993, el príncipe Don Bertrand está convencido de que esa opción sería mayoritaria. El brasileño es "indirectamente" monárquico y prueba de ello son 'O Rei' Pelé o las 'reinas' de batería de las escuelas de samba, afirma.
LA PLATAFORMA IMPERIAL
La propuesta que hace la Casa Imperial de Brasil es implantar una monarquía parlamentaria que dé "estabilidad" y "unión" al país. "La monarquía tiene cierto 'charm' (encanto) que la República no tiene", defiende Don Bertrand, que considera que el PT de Lula es "una secta". En cuestiones de sociedad, se declara contrario al matrimonio gay y cree que el racismo no existe en Brasil.
Pero no es oro todo lo que reluce, ni siquiera en la Casa Imperial: el príncipe vive desde hace años en Sao Paulo principalmente de donaciones y apoyado por el trabajo voluntario de seis personas, porque el "laudemio" (impuesto imperial) fue concedido a otra rama de la familia. Los ojos de los monárquicos están puestos en Don Bertrand, soltero y heredero de su también soltero hermano Don Luiz, de 80 años.
Para el príncipe, el sueño monárquico no parece tan lejano. "Esto es un fruto que está madurando. Nadie sabe cuándo se concretará, pero yo estoy seguro que veré el regreso de la monarquía con mis ojos", vaticina el príncipe.