SOCIEDAD
el asesinato de angeles rawson

Descartan que hayan plantado ADN de Mangeri y confirman su detención

<p>La Cámara del Crimen rechazó los planteos de nulidad presentados por la defensa. El portero seguirá preso, pero acusado por un delito menor: &ldquo;homicidio simple&rdquo;.</p>

Sin salida. Mangeri está preso en el penal de Ezeiza, en un pabellón con presos mediáticos.
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Jorge Mangeri continuará detenido por el crimen de Angeles Rawson, pero la Cámara del Crimen le atribuyó un delito más leve, “homicidio simple”, al considerar que la víctima pudo defenderse.
La Sala VI confirmó ayer el procesamiento del portero y rechazó las nulidades presentadas por la defensa. Al mismo tiempo, los jueces Mario Filozof, Julio Marcelo Lucini y Ricardo Matías Pinto descartaron que se haya tratado de un “homicidio agravado por alevosía”, figura por la cual lo había procesado el juez Javier Ríos y lo cambiaron a “simple”. La primera calificación prevé una pena de prisión perpetua, en cambio, para la segunda, la condena oscila entre ocho y 25 años de cárcel.
Además, dijeron que no pueden analizar si hubo un “abuso sexual” previo al crimen, como postularon la querella y el fiscal de Cámara Ricardo Sáenz, porque falta el resultado de algunos estudios.
Los jueces rechazaron excarcelar al portero ante el peligro de fuga y porque en caso de estar en su casa, cohabitaría con los familiares de Angeles en el edificio donde ocurrió el ataque.
Para la Cámara, Mangeri no ideó un plan para matar a la chica y no tuvo la intención de hacerlo desde un comienzo. En ese sentido, descartaron la “alevosía” al señalar que “no estuvo desprevenida ante la agresión”, ya que pudo defenderse al punto en que logró arañar a su agresor, y dieron por acreditado que llegó muerta al contenedor de basura.
“Todo permite suponer que el suceso ocurrió con cierto grado de espontaneidad y para ello, se hace hincapié en que (Angeles) no ingresó a su domicilio, ubicado a escasos metros de la puerta de acceso al edificio y que al ser hallado su cuerpo, aún tenía colocados sus auriculares, aunque seriamente deteriorados”, señalaron.
Los jueces dijeron que todas las hipótesis colocan al imputado en el hall de entrada, ascensor, sótano o, hasta incluso, en su propio departamento.
En el fallo, los camaristas explicaron que “obra en la causa prueba suficiente para tener acreditada, a esta altura de la investigación, la autoría” de Mangeri en el homicidio. La prueba más directa son los estudios de ADN que determinaron que había material genético del portero debajo de las uñas de los dedos índice, anular y mayor de la mano derecha de Angeles, así como en la soga. “De lo reseñado con anterioridad, no se advierte la posibilidad de error o de alguna conducta direccionada por los distintos protagonistas a implantar material biológico del imputado”, se remarcó en el fallo.
La Cámara dio por probado que el 10 de junio Angeles salió de su clase de gimnasia y caminó hacia Ravignani 2360, en Palermo, pero “nunca habría ingresado a su departamento”. En este punto, mencionaron la filmación de una cámara de seguridad instalada en un inmueble lindero que a las 9.50 de ese día. Para los jueces, “puede inferirse que habría sido interceptada en el hall del edificio en el que vivía y en este contexto, es factible ubicar al portero quien, ese día y en ese horario, estaba en funciones”.
En el fallo se descartó que las lesiones que tenía Mangeri hayan sido producto de “apremios”.
El cuerpo de Angeles apareció el 11 de junio en una planta de residuos de Ceamse y, en ese sentido, recordaron que Mangeri “tenía a su cargo la recolección de residuos de los ocupantes de los departamentos de Ravignani y su transporte, al menos, al lugar donde los camiones la recogían”. Otro elemento que tuvieron en cuenta es que por sus características, 108 kilos y 1,78 metros de altura, tenía la “aptitud física para vencer la eventual resistencia de ” Angeles, de tan sólo 51,2 kilos y 1,65 metros de altura.
Por último, tomaron en cuenta el “comportamiento errático” que Mangeri tuvo los días posteriores al homicidio. Uno de los testigos lo vio “orinado” cuando se encontró el cuerpo, por lo que los jueces concluyeron que el portero sufrió una “depresión activa” típica de un estrés post-traumático generado por un episodio violento.