Marcelo tiene 47 años, y hace quince que maneja un taxi en Rosario, Santa Fe. “Estoy todo el día en la calle”, dice, y da cuenta de una realidad de la mayoría de los taxistas, que trabajan un promedio de doce horas arriba del auto, expuestos a todo tipo de situaciones de estrés y sedentarismo. Por eso, cuando se enteró que iban a dictar cursos de control de ira, yoga y postura corporal para taxistas fue y se anotó. “A veces nos pasa que arriba del auto el tema de la ira se hace difícil de controlar. Al principio yo casi que me peleaba con todo el mundo, entre el tránsito, el pasajero que a veces te trata mal, te volvés loco, pero aprendí a no darle bola y dentro de todo soy tranquilo; pero no pasa con todos”, cuenta.
Esta iniciativa fue de Easy Taxi, como parte de un abanico de cursos donde también daban idiomas, y a raíz de los buenos resultados buscan replicarlo en otras ciudades donde operan.
En la Ciudad de Buenos Aires, en tanto, los gremios ya empezaron a dialogar con el gobierno porteño para ofrecer experiencias similares; aunque dentro de los cursos de profesionalización que tienen que realizar cada año, hay charlas donde trabajan sobre cómo mejorar el trato al pasajero, qué temas pueden generar conflicto –por lo general, política o vinculadas al pago–. “Nos pasa mucho que ahí cuentan sus anécdotas, broncas, alegrías”, dice Jorge Celia, titular de SPAT.
En Rosario, los cursos estuvieron a cargo de una profesora de yoga y un psicólogo, y consistieron en darles herramientas que iban desde técnicas de respiración, hasta posturas y cómo estirarse arriba del auto y cuando se bajan. Además de un espacio donde dar cuenta de lo que sienten.
“En el caso de los taxistas creo que este tipo de prácticas son fundamentales, por lo que supone estar manejando todo el día en el tránsito, con calles cortadas, el auto que se te rompe y la plata no te alcanza para arreglarlo. Hay muchos trabajos estresantes donde es necesario algún tipo de liberación por palabra, ejercicio o alguna otra vocación”, explica el licenciado José Luis Comas, psicoanalista y profesor de la Universidad de Rosario que estuvo a cargo de los cursos de control de ira.
En su caso, trabajó con un grupo reducido de taxistas, que fueron de forma voluntaria y anónima, y lo que buscaron en dos reuniones fue que los choferes pudieran trabajar sobre situaciones cotidianas y causantes de ira o estrés, como choques, accidentes, robos o hasta asesinatos. Así, en la primera reunión, escuchaban algún tipo de relato vinculado a una situación estresante, y en la segunda eran ellos los que tenían que dar cuenta de qué les provocaban y cómo enfrentarlas. “En este caso se trata de una persona que por el hecho de estar en la calle, expuesto a la violencia, es él quien tiene que decir cuáles son las causas y cómo se modifica; es él el que sabe, no yo”, agrega Comas.
En las clases de yoga, sentados en sillas, aprendieron cómo estirarse mientras están trabajando, o si frenan a tomar un café o descansar. “Me decían que el problema puntual era que estaban todo el día sentados, en la calle, con un nivel alto de estrés, así que me preguntaron mucho qué hacer en caso de ponerse nerviosos, cómo respirar, qué les recomendaba hacer”, cuenta por su parte Paulina Fraegri, a cargo de los cursos de postura corporal. “El tema de la postura me hizo muy bien, porque si bien trato de hacer deporte para no terminar con la cintura y la espalda destruida, estoy todo el día arriba del auto y no tengo tiempo”, agrega Marcelo.
‘Taxiterapia’ y RCP
En Suecia, un pasajero puede tomarse un taxi para llegar a destino, y en el camino tener una sesión de terapia. “Taxi Estocolmo” se llama este tipo de servicio, que cuenta con profesionales contratados para brindar asesoramiento psicológico al pasajero que lo necesite. La idea surgió luego de un estudio que hizo la empresa, donde se determinó que los pasajeros consideraban los viajes un buen momento para la reflexión. ¿El precio de la sesión? El mismo del viaje en taxi al destino.
En Montevideo, Uruguay, implementaron sesiones de terapia grupal para que los taxistas dejaran de fumar, hábito que, si bien está prohibido, era una queja recurrente de los pasajeros. Así, además de la sesión y cursos para sensibilizar en torno a la salud, enviaban mensajes de texto para recordar que no se puede fumar dentro del taxi.
En la Ciudad de Buenos Aires, en tanto, además de los cursos de control de ira, los gremios de taxistas quieren implementar talleres de RCP para que los conductores puedan reaccionar en caso de accidente o situación de riesgo de vida con el pasajero.