Ya no se podrá tomar valor y coraje con algunas gotas de alcohol para montar a los recios caballos preparados para la doma. Desde la presente 48º edición del Festival de Doma y Floklore de Jesús María, se dispuso el control obligatorio de alcoholemia para los aguerridos jinetes.
Cualquier nivel que dé la medición de los jinetes será motivo de suspensión de una noche y perderá la monta. Si reincide, será pasible de expulsión definitiva.
El séptimo capítulo del Reglamento Nacional de Jineteada ya preveía, en su artículo 55, la imposibilidad de competir para las personas que se encontraran "alcoholizadas y/o bajo efectos de drogas o estimulantes", pero la forma de detectar este estado era si la "deficiente condición física" se presentaba "en forma evidente". Con el nuevo control, todo cambió.
Nicolás Tottis, secretario de Contrataciones del Festival de Doma y Folclore de Jesús María confirmó a Radio Jesús María que "la medida viene a jerarquizar el campeonato". Esta es una de las medidas de seguridad que "busca hacer cada vez más profesional y que el deporte se practique con mayor seguridad".
Se controlará a toda persona que trabaje en el campo de jineteada, esto incluye tanto a jinetes, como a "relatores de jineteada, payadores, jurados, apradinadores y todo aquella persona vinculado al espectáculo", según la web especializada Pura Hípica.
Desde la organización del Festival coincidieron en que "son necesarios todos los sentidos despiertos para subirse a jinetear un animal que pesa entre 400 y 600 kilogramos y cuyo propósito es sacarse al jinete del lomo cuanto antes".