Leonel Bajo Moreno y Mariano Sidoni son dos jóvenes de 28 años que en el universo de las calesitas no sólo encontraron la posibilidad de escapar a la rigidez y las limitaciones que les proponía –según explican– su profesión de diseñadores gráficos. Su proyecto Carne Hueso apuesta a cambiarles la cara a las calesitas porteñas y al mismo tiempo les permite mantener vigente la expresión artística como eje de todos sus trabajos. Ellos restauran las clásicas figuras y dejan su sello cuando fabrican otras, de características más innovadoras.
Caballitos fabricados en fibra de vidrio, burros de madera, sillones con forma de pato, bancos de madera, naves espaciales, y autos de carrera, intervenidos de una manera diferente a la tradicional son algunas de sus creaciones.
“Queremos que cada figura tenga su propia personalidad”, explica Sidoni en su charla con PERFIL. Y agrega: “Nuestro objetivo apunta a revalorizar las calesitas con una impronta contemporánea a partir de un trabajo artesanal, de oficio”. Además, pretenden hacer pie en la fabricación de juguetes artesanales. Los primeros diseños sobre los que están trabajando en este sentido son un baúl vaivén con forma del Caballo de Troya, que se está fabricando, y un autito de carrera con pedales.
Cada una de las figuras de Carne Hueso cuestan aproximadamente $ 8 mil y se exhiben en el showroom que instalaron en el Centro Metropolitano de Diseño (CMD), en Barracas. Con este proyecto ganaron el programa IncuBA, una iniciativa para emprendedores impulsada por la Subsecretaría de Desarrollo Económico de la Ciudad. Y viajaron invitados a París para mostrar su trabajo durante una exposición de diseñadores.
De familia. Bajo Moreno heredó de su abuelo la fascinación por los carruseles. Y también su antiguo taller en Villa Luro, que Héctor Rodríguez, un calesitero con más de treinta años en el oficio y dueño de un parque de diversiones en la costa atlántica, no usaba desde hacía tiempo. Allí los artistas fabricaron e intervinieron la nueva calesita que Héctor exhibe orgulloso en la Plaza Mariano Moreno, en el barrio de Boedo. “Además de tener el orgullo de armar el carrusel para mi abuelo, fue una experiencia inigualable donde participaron algunos referentes de arte urbano, que son nuestros amigos”, cuenta Bajo Moreno. Entre los que dejaron su huella en la última calesita inaugurada en la Ciudad figuran Mart, Jaz, Pum Pum, Mlie, Yorke, Dano, Bosque, Vero Gatti y Elda Broglio.
“Si bien me crié en el taller, entrar ahora con otra perspectiva nos brindó la posibilidad de conocer el otro lado de las calesitas, saber cómo se hacen las figuras, conocer las herramientas y materiales que se usan, trabajar con los moldes originales que usaba mi abuelo abre un horizonte muy interesante”, explicó Leonel.
Los responsables de Carne Hueso también apuntan a ofrecer sus servicios a todos los calesiteros. Para ello, el martes pasado se reunieron con Carlos Pometti, secretario general de la Asociación Argentina de Calesiteros y Afines, para darle forma a un proyecto de restauración para las 46 calesitas que forman parte de la escenografía urbana porteña.
“La idea surgió después ver el trabajo que hicieron con el carrusel de Héctor. De todas maneras, tenemos que buscar apoyo, ya sea del Gobierno porteño o de algún sponsor que acompañe esta idea”, indicó el dueño de la calesita de Pompeya. De prosperar la iniciativa, el primer carrusel que intervendría Carne Hueso sería el de la plaza de Iriarte y Vélez Sarsfield, Barracas, que lleva más de sesenta años alegrando a los chicos de la zona sur de la ciudad.