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El "hospital" de Costanera Sur

Los animales que son sacados de su hábitat natural por lo general llegan muertos a las manos del comprador, muy pocos logran sobrevivir y volver a sus hogares.

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Un loro barranquero con una fractura, una gaviota capucho café con síntomas nerviosos por intoxicación y un lagarto overo con traumatismo de cráneo. No es una broma ni se trata de los personajes de la próxima película de Disney. Las lesiones son reales y pertenecen a ejemplares que se encuentran en tratamiento o recuperación en la Reserva Ecológica Costanera Sur (RECS) para poder retornar algún día a la naturaleza.

“Los animales ingresan al consultorio veterinario en diferentes estados. En una primera etapa hablamos de rescate, porque buscamos que sobrevivan, y luego pasamos a la recuperación”, explica Juan Carlos Sassaroli, veterinario de este área preservada.

Muchos de estos ejemplares llegan a la reserva luego de atravesar la pesadilla del mercado negro, transportados en pequeños recipientes o escondidos con decenas de especies de su especie en cajas y jaulas sin alimentos ni agua. La Dirección de Fauna Silvestre de la Nación estima que cerca del 80 % de los animales que son sustraídos de su hábitat natural muere en alguna instancia del tráfico, sin llegar al comprador.

“Las especies más afectadas por el comercio ilegal de fauna son los loros barranqueros y las catitas. Últimamente las rapaces se han incorporado a la lista, sobre todo las lechuzas vizcacheras, los caranchos, chimangos y halconcitos colorados”, enumera el experto. Y agrega: “También nos llegan tortugas acuáticas y principalmente lagartos overos”.

En la Ciudad de Buenos Aires la RECS es el único lugar que, además de brindar atención sanitaria a la fauna silvestre regional, tiene instalaciones para su alojamiento, hasta que se determine su destino. “Un animal está listo para su liberación cuando ha desarrollado todas las habilidades para volver a la naturaleza”, dice Sassaroli.

Los ejemplares que llegan heridos a la reserva son generalmente hallados durante decomisos de la Policía Federal, la Gendarmería y la Dirección de Fauna de la Nación. Pero también hay otra vertiente: el mascotismo. Animales que fueron comprados, pero que luego son abandonados o regalados por sus dueños.

En lo que va del año, esta área protegida de la Ciudad recibió más de 300 ejemplares de distintas especies silvestres. “A pesar de los limitados recursos que tenemos, desde 2004 logramos que retornaran a su ambiente más de 300 ejemplares de fauna autóctona”, dice el veterinario. Este año, en tanto, fueron devueltos a su mundo 156 animales rehabilitados. A la mayoría se les colocó un precinto o un anillo para su posterior seguimiento.