SOCIEDAD
Un negocio divertido

El tupper ya fue: las mujeres ahora venden juguetes sexuales

Las reuniones son organizadas por la empresa Hanky Panky. Se llaman parties o tuppersex. Aseguran que promueven el "bienester" y la “conciencia sexual”.

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Las viejas reuniones de mujeres durante las tardes donde una vendedora ofrecía desde tuppers hasta ollas, ropa o productos de belleza parecen haber quedado atrás. La empresa Hanky Panky llegó a Rosario para promover “un negocio divertido y ameno” al tiempo que prometen “bienestar y conciencia sexual”. Se trata de la venta directa de juguetes sexuales en reuniones que denominan “parties” o “tuppersex” y que se organizan en la sala de un hotel de la ciudad.

Por estos días buscan mujeres "dinámicas" e "independientes" con ganas de ponerse al frente de sus "parties": reuniones donde otras mujeres conocen las virtudes de geles, vibradores o anillos para mejorar la erección, informó el diario rosarino La Capital.

"La empresa tiene tres objetivos. Educar, ayudar y vender", asegura Valeria Couture de Troismonts, una psicóloga de 38 años que hace 9 meses volvió de Nueva York con la idea de abrir Hanky Panky. La firma tiene actualmente 35 consultoras en la provincia de Buenos Aires que realizan, cada una, entre cuatro y ocho reuniones por mes. Y ahora buscan personal para desarrollar la experiencia en Rosario.

Durante las "parties" se presenta una oferta de accesorios para incrementar el placer sexual y una particular forma de comercializarlos, persona a persona o en reuniones en el domicilio de las clientas. Quienes quieran ser vendedoras deberán comprar un kit básico de productos para mostrar en las reuniones.

Según informó el diario La Capital, el catálogo incluye geles hipersensibilizantes o lubricantes, cremas con sabor a chocolate, lencería erótica, masajeadores, vibradores. No faltan las esposas, los lazos y los antifaces. "Pero discretos y, sobre todo, dirigidos a personas tranquis que no tienen ideas fuertes sobre la sexualidad, porque nos interesa llegar a un mercado de gente que no se anima a entrar a los sex shops", remarca Couture de Troismonts.

Las consumidoras, en general mujeres que ya pasaron los 40, casadas y con hijos apelan a lo que en Hanky Panky llaman una norma de oro: "Cuando se cierra la fábrica se abre el parque de diversiones".